Sencillito #60: El Capital y la militancia socialista

Esta semana inauguramos un grupo de lectura y estudio de El Capital, de Carlos Marx. No es el único grupo que existe con ese propósito. Pero consideramos que hay sólidas razones para agregar un grupo más a la realidad (para dar a la infinita serie, como diría Borges, otra causa, otro efecto y otra cuita): no conformamos sólo un grupo de lectura, sino un grupo de lectura militante. Nosotros militamos por el socialismo y esta actividad de formación teórica es parte de lo que consideramos necesario realizar para un militante.

Las dos palabras, los dos nombres, los dos sustantivos que componen nuestro nombre general, vida y socialismo, no son dos entidades separadas. Para nosotros, vida y socialismo son dos momentos de un mismo proceso. No es casual que estudiemos El Capital: queremos dar una respuesta científicamente fundada, racional, coherente, no fragmentaria, no imaginaria, a la vida cotidiana. A la forma en que, en nuestra vida cotidiana, se nos presenta un enorme cúmulo de obstáculos y problemas que afectan a la clase trabajadora. Este es el primer momento del proceso: vida.

Socialismo es el nombre que para nosotros adquiere la respuesta a ese cúmulo de problemas y obstáculos. No concebimos posible escindir un momento del otro: para nosotros no puede haber un socialismo que no esté fundado en la vida cotidiana y, a la vez, para nosotros la vida cotidiana no tiene otra respuesta racional, lógica, científica, que una transformación radical de la sociedad capitalista y su reemplazo por una sociedad socialista.

Por eso, tanto en nuestra actividad militante como en El Capital, empezamos por algo cotidiano: la mercancía. Elemento omnipresente de la vida en el capitalismo: nos pasamos buena parte de nuestra vida como trabajadores tratando de obtener mercancías para poder vivir, y nos pasamos otra buena parte vendiéndonos a nosotros mismos como mercancía.

De manera que la mercancía es el tejido conjuntivo de la sociedad capitalista. Si no comprendemos esta «forma celular económica», difícilmente construyamos una respuesta adecuada en relación a los temas característicamente abordados por la militancia socialista: el poder, la estrategia, la política.

Contra el dualismo

Desde hace décadas sufrimos el incremento de la pobreza, la profundización de la miseria y una creciente insatisfacción de las necesidades («tanto del estómago como de la fantasía»). Sin embargo, una amplia capa de intérpretes profesionales de la realidad asume la idea de que el poder político predomina sobre la producción de las riquezas que permiten vivir. Se discute la democracia y no el capitalismo. Desde hace muchos años, la relación entre estructura de dominio y sistema productivo, entre gobierno y economía, es leída al revés de como funciona realmente.

Así, en gran parte del universo de la izquierda se procede a la manera cristiana: separando la carne del alma, dando al César lo que es del César y a Dios lo que es Dios. Colocando la economía política, la filosofía política y la teoría política en un polo del dualismo, mientras en otro radicalmente distinto coloca la política a secas. De ahí resulta que el enemigo de esta izquierda difusa sea «la derecha» (una atribución ideológica igualmente difusa, antojadiza) y no el capitalismo (una definida organización de la producción social, científicamente analizada en El Capital). Sólo merced a semejante dualismo es posible que alguien conozca, razone, admita y utilice en diálogos y debates el concepto de «plusvalor» pero, sin solución de continuidad, llame a votar por Sergio Massa. Esas personas que se consideran de izquierda son como creyentes no practicantes: viven como Dios no manda pero dicen creer en él.

Lo mismo pasa con la militancia de izquierda: cuanto más extendidas y sesudas son las referencias al socialismo y a la teoría marxista en los grupos de estudio, en las charlas de sobremesa, en las tesis de doctorado y en las novedades editoriales, menos presentes se hacen esas consideraciones en la práctica cotidiana, en la disputa política, en lo que hacemos a diario con nuestros compañeros de trabajo. De este modo, se confirma el divorcio entre las masas que viven su presente material y los militantes que imaginan un futuro maleable a partir de las instituciones políticas.

En este punto, uno podría preguntarse por qué no reemplazar al marxismo (como experiencia masturbatoria ajena a la acción política) por temas de conversación mucho más floridos, confortables e interesantes. Y tal vez ocurra que su atracción teórica persista gracias a su capacidad para explicar la vida cotidiana en el capitalismo: primacía de la organización para la reproducción de la vida y unión de los productores para conseguir lo materialmente necesario para vivir. Eso está en el origen de toda existencia humana: es anterior –lógica y cronológicamente– a la organización de la vida social en poderosos y sometidos mediante órganos estables de gobierno.

El poder brota de la producción. No importa cuál sea su grado de independencia o de autonomía relativa: el poder es subsidiario de las formas sociales en que se presenta el contenido material de la riqueza. Esas formas dependen del modo de producción y éste se encuentra determinado por la propiedad, tanto de los medios para producir como de los productos. Ahí está el nudo de la cuestión.

Qué hacemos

Aspiramos a concebir todo fundamento estratégico, toda definición política, en un tránsito claro por este camino: desde lo cotidiano, desde la vida de la clase trabajadora (o, en los términos de El Capital, desde la mercancía) hasta la estructura general de la sociedad. Pensamos que es imperativo desarrollar la actividad política en base a la economía, a la vida real, a la vida productiva y cotidiana de la población humana. La brecha entre la militancia y la teoría no puede seguir siendo tan amplia como hasta ahora.

Por eso hablamos del programa socialista1 y del modo en que nos vinculamos por Whatsapp2, de la manera en que se fabrica un campeón mundial de fútbol3 y de la estructura en que se formatean las series y las películas4, de las formas en que sus productores luchan gremialmente en Hollywood5 y de cómo caracterizar el presente de Argentina6.

Por eso miramos a ras del suelo el mundial de fútbol de mujeres7, escuchamos con atención un hit de Shakira y Bizarrap8, analizamos las maneras en que el progresismo construye a la «ultraderecha»9 y atendemos al uso de las redes sociales10 sin olvidarnos de sus propietarios11 ni de los perjuicios que provoca en la salud mental de niñas y adolescentes12.

Por eso salimos de ver Wakanda en el cine y escribimos al respecto13, al igual que nos pasó con El Conde cuando la vimos en Netflix14.

De ahí que hayamos realizado un curso de seis meses con Cristian Caracoche para estudiar la recurrencia histórica del capitalismo en Argentina15 y que eso no nos haya impedido analizar las elecciones en el club Boca Juniors16 o el proyecto social de hormonización de los seres humanos que une a paleolibertarios y transgresores progresistas17.

Por eso para nosotros la cultura no debe ser analizada priorizando sus contenidos sino la forma en que se produce18, a la vez que el problema de la vivienda debe ser atendido en su universalidad19 y en su particularidad capitalistas20.

Por eso abordamos el problema de la educación en tiempos de inteligencia artificial21 y cuestionamos los límites que un sindicato docente conducido por el trotskismo se impone en base a ignorar El Capital22.

Por eso tratamos con los problemas cotidianos de la mitad de los seres humanos: las mujeres23, a la vez que interpretamos la competencia interburguesa en torno al Chat GPT24 y seguimos las cadenas de valor internacionales que trenzan chips y cerebros25.

Por eso atacamos al principal enemigo de la clase obrera en Argentina: el peronismo26. Tanto en su historia hecha de ilusiones cómicas27 como en esa misma historia hecha de atrocidades contra los trabajadores28 y su vanguardia socialista29.

Por eso mostramos que la venta de órganos30 y de personas31 llegó muchos años antes que Javier Milei, a la vez que despejamos términos del sentido común izquierdista como «chetos» y «pueblo»32, esbozamos una orientación para construir organizaciones socialistas33 y compartimos reflexiones acerca del problema de la conciencia en sentido biológico, filosófico, científico y político34.

En suma y para ser exhaustivos, se trata (hasta ahora) de 160 notas y 25 videos que investigan, que narran, que definen la conexión entre el capitalismo, la vida cotidiana y la necesidad del socialismo. La consigna «¡Proletarios del mundo, uníos!» apunta hacia la fundamental tarea de la militancia socialista consistente en construir la unidad de la clase trabajadora. La clase no viene dada, hay que hacerla. Ese esfuerzo militante de unificación de nuestra clase se justifica científicamente en la crítica de la economía política.

No leemos El Capital para tener conversaciones interesantes. Lo leemos porque es un arma de combate en la lucha por el socialismo.

NOTAS:

1 «La hipótesis programática. Un debate ausente en la izquierda socialista»

2 «Clavar el visto: a relacionarnos como cosas no se aprende en la escuela»

3 «Un campeón mundial por cada millón de pibes desechados»

4 «Películas, series, Gran Hermano y George Orwell»

5 «El gremialista Aquiles y el socialista Ulises»

6 «30 ideas para una acción socialista»

7 «Alexia Putellas en los botines de Lionel Messi»

8 «Shakira, Bizarrap y el feminismo»

9 «Lectores de sensibilidad: cómo el progresismo construye a la “ultraderecha”»

10 «Redes sociales de la soledad: salud mental, conectividad y aislamiento»

11 «Las redes sociales explicadas por sus dueños»

12 «Plataformas de la depresión: Instagram, Facebook, Tik Tok y salud mental en niñas y adolescentes)»

13 «Wakanda, los renovados atributos de la representación»

14 «El Conde: una película chilena y una metáfora universal»

15 Curso completo en YouTube.

16 «El Topo Gigio y la rabona: qué hay detrás de la suspensión de las elecciones en Boca»

17 «Crímenes del futuro: hormonas, libertarios y progresistas»

18 «¿Qué hacemos con la cultura?»

19 «La verdadera teoría del derrame: el capitalismo chorrea caca»

20 «Constitucional o inconstitucional, el DNU es patronal»

21 «Escolares cada vez más brutos, robots cada vez más piolas»

22 «Ademys y la interpretación: qué hacemos con las evaluaciones externas»

23 «Somos abolicionistas porque somos feministas»

24 «Crisis en la cima liberal del mundo»

25 «Chips y cerebros: relocalización y fuga»

26 «Feminismo no vota perucas»

27 «La discalculia peronista PARTE 4: La muralla y los censos»

28 «La ESMA y el negacionismo peronista»

29 «La Triple A: la original (e impune) creación de Perón»

30 «Explotación reproductiva: deseos, mercancías y derechos»

31 «Redes y prostitución»

32 «Ni chetos ni pueblo: por una alianza obrera viable y necesaria»

33 «La organización socialista: de la diversidad humana al teatro revolucionario y más acá…»

34 «El error de Descartes: apuntes para el problema de la conciencia»

2 comentarios en “Sencillito #60: El Capital y la militancia socialista”

  1. Hola quiero hacer el taller de lectura del Capital vía Meet. Eso es posible. Tengo un camino recorrido habiendo hecho parte del mismo con Rolando Astaria en su visita a Cordoba hace unos años.

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