Wakanda, los renovados atributos de la representación

El universo FIFA se parece al universo Marvel

El periódico del Partido Socialista de los Trabajadores (SWP) de EE. UU. publica un artículo sobre la película Black Panther: Wakanda Forever, dirigida por Ryan Coogler. En el que afirman:

Contrariamente a lo que señala la nota, la película es profundamente realista en cuanto a la geopolítica. Acaba de disputarse el Mundial en Qatar en el que «una frágil sociedad monocultural en la que una camarilla militar dirigida por un rey atesora su preciado recurso» Y al mundial le cabría la descripción de la película «acción estándar y ampulosa (…) tecnoespectáculo y la coreografía de lucha». Es necesario comenzar un análisis de la cultura pensando lo que efectivamente sucede, como paso previo a desplegar lo que debería suceder. De la misma manera que es necesario señalar si lo que sucede, el éxito de ciertas narrativas es una auto realización de los contenidos, o la expresión estilizada de la vida cotidiana, y de las fantasías y temores actuales de los trabajadores. Nadie va al cine para prepararse para luchar, a buscar opciones para el combate, se va a obtener satisfacciones.

A la representación de cualidades morales se le suma la de cualidades físicas

En el caso de las películas supermasivas, tienen que atender a su público mayoritario, el que pide distraerse del oprobioso mundo cotidiano viendo un mundo en el que por un giro mágico todo funciona bien, y otra porción del público masivo pero minoritario que pide distraerse del oprobio mundo cotidiano viendo un mundo en el que un giro mágico todo funciona bien. Si el conjunto mayoritario de la clase trabajadora supone que el mundo se arregla porque las camarillas gobernantes se moralizan y actúan por el bien común, en el submundo progresista de la clase trabajadora el mundo se arregla porque las camarillas gobernantes se vuelven diversas y coloridas, integran algún representante de las minorías oprimidas y explotadas, sin que esa opresión y explotación se terminen. Eso explica por qué «la película se basa en gran medida en sus secuencias de acción, el poder estelar de sus miembros actuales (y anteriores) del reparto, así como en el uso de personal de diferentes orígenes raciales, étnicos y de género».

Ambas culturas, la de la superioridad moral y la de la diversidad en la representación, expresan elementos necesarios pero infructuosos (por insuficientes) para resolver los problemas sociales. Es obvio que no se puede cambiar la sociedad apelando a cretinos egoístas, racistas, machistas, y el largo etcétera que podríamos sumar. Pero también es cierto que el capitalismo puede funcionar conducido por personas respetuosas de las leyes y de la moralidad vigente, miembros a título individual de géneros, etnias o sectores particularmente explotados y oprimidos, sin que ese individuo con su representación modifique el status de los supuestamente representados. Si alcanza o no con eso es lo que está en discusión en este momento. Pero no dentro de las películas con públicos masivos. Porque todo evento cultural masivo reproduce lo que hay, y lo que hoy piensa el conjunto de la clase trabajadora, y lo expresa cuando vota, es que el problema se soluciona con mejorar la bondad u honestidad de los dirigentes, o con ampliar la diversidad de su representación.

El negocio es confirmar lo que las personas ya piensan

Cumpliendo con ambas premisas se entiende que, como menciona el artículo, la película ya sea exitosa.

Ha ganado casi tres cuartos de mil millones de dólares en los cines a nivel internacional. Según el New York Times, esto ha puesto fin a «una de las peores sequías de taquilla registradas… reafirmando a Marvel Studios, propiedad de Disney, como la fábrica reinante de éxitos de taquilla de Hollywood (…) Para hacer esto, los creadores de la película eligieron deliberadamente no reformular a T’Challa, elevando a otros personajes en la trama y estableciendo «los marcadores necesarios para futuros proyectos de MCU», según CNBC. Tal es la despedida cínica de un actor caído en el Universo Marvel impulsado por el dinero. La industria de los medios y el entretenimiento se ha puesto debidamente en movimiento para promover la película y sus «activos». Leah Greenblatt , de Entertainment Weekly, dice que la «visión compartida del afrofuturismo del elenco mayoritariamente femenino y afroamericano se siente exuberante, alegre y bellamente específica en contraste con el ruido blanco habitual de la fanfarria de Marvel». En resumen, la película ha hecho posible que sectores de la clase media alta continúen ganando dinero como «consultores de diversidad», «especialistas en representación de género» y otros parásitos similares.

Con «la despedida cínica de un actor caído del universo Marvel» se refiere al fallecimiento el actor protagonista de la primera película de la saga, Chadwick Boseman, al que por supuesto no reformularon sino que le hicieron morir también en la ficción. Eso es algo absolutamente lógico ya que la sinergia entre el star system (es decir la convocatoria en base a figuras estelares) y la lógica de las sagas con sus secuelas y precuelas (es decir la convocatoria en base a tramas, personajes y situaciones ya conocidas) se ha inclinado abiertamente hacia la segunda en las últimas décadas. De manera que establecer los marcadores necesarios para futuros proyectos es fundamental. Y esos proyectos pueden dejar de lado un actor, no el tono cultural inclusivo, en este caso el afrofuturismo femenino. Continúa WSWS:

Sin duda, muchas personas talentosas involucradas en la producción de Black Panther: Wakanda Forever, así como el público que la ve, creen genuinamente que la película ayudará a abordar las injusticias históricas y sociales. Incluso si es imperfecta, dice el argumento, una película que presenta a personas de entornos marginados como reyes y reinas debe hacer algo bueno. Al abordar esto, el WSWS señaló en la reseña de la película original de Black Panther que la «presencia de negros (o mujeres) a la cabeza de los estados capitalistas, desde EE. UU. hasta Sudáfrica, no ha hecho nada para mejorar la suerte de las masas. de trabajadores y pobres, negros o blancos». Este criterio racial y de género para el supuesto progreso social toma su forma más peligrosa en la política, en la elevación, por ejemplo, de la fascista Giorgia Meloni al cargo de primer ministro italiano.

Es necesario aportar el material para las películas del futuro

Cuánta verdad en estas líneas con las que no podemos no coincidir, pero quizás también sea la ocasión para recordar una sucesión de causas y efectos ineludible. Fueron los abusos sexuales masculinos, los que generaron el movimiento Me-too y, luego, una mujer llega a la vicepresidencia de EE. UU. con expectativas de acceder a la presidencia. Fueron estas luchas las que desnaturalizaron el machismo y el patriarcado naturalizado, tan naturalizado que se lo enfrentó con una frase tan simple y abarcativa como «a mí también». La descarada desigualdad entre los géneros encuentra a veces situaciones emblemáticas, son la bandera detrás de la que marchan masas indignadas. Es esa situación de alzamiento contra el oprobio y la violencia la que luego repercute en la representación. Tanto política como cultural. Ambas llegan siempre a posteriori, y sancionan un nuevo estado de cosas.

Por eso la película tiene una mujer negra que a la vez es reina de un estado atrasado que vive de las materias primas y no del desarrollo productivo e intelectual de sus habitantes. Expresa plenamente, y por eso es exitosa, lo que piensa gran parte de la población. No casualmente vivimos en un país atrasado que vive de las materias primas y no del desarrollo productivo e intelectual de sus habitantes, con una política burguesa cuya protagonista, aunque con otro color de piel, puede alentar abiertamente a luchar, no por superar el republicanismo burgués sino por retroceder a un estado anterior a la división de poderes. Como bien concluyen los compañeros yanquis:

Un avance artístico genuinamente progresista no estará asociado con teatro barato, «superhombres» (o mujeres) invencibles y exclusivismo racial. El drama y la crítica social genuinos surgirán inevitablemente de los grandes movimientos sociales contra el orden existente y su pobreza, guerra y dictadura.

Un avance cultural genuino sólo puede sobrevenir a posteriori de un movimiento de lucha que necesitará, primero, abandonar la política de la representación. Superando a la Wakanda telúrica y enfrentando, decididamente, el orden existente y su pobreza, guerra y dictadura.

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *