LA MURALLA Y LOS CENSOS
En 1950, el gobierno de Perón dictó la Ley de Represión del Espionaje, Sabotaje y Traición1, que sancionaba con penas de hasta 4 años de prisión a quien difundiera «datos económicos, políticos, militares, financieros o industriales que sin ser secretos o reservados, no estén destinados a su publicación o divulgación» (artículo 6°). Y agregaba penas de hasta 8 años de prisión a quien «por cualquier medio provoque pública alarma o deprima el espíritu público» (artículo 8°). Es decir que se podía ir a la cárcel por dar una noticia «bajonera». De este modo, el gobierno peronista podía decir cualquier cosa sin temor al contraste con los datos objetivos:
Al iniciar su segundo mandato en 1952, Perón dijo haber realizado 76.000 obras y haberle dado al país 20.000 nuevas industrias. Alguien señaló que si el año tiene 365 días, de los que se trabaja 297, sin contar los días de San Perón no laborables, ¿cómo podían iniciarse y concluirse más de 40 obras por día?
La cita, que se encuentra en la página 165 del libro Crímenes y mentiras (Las prácticas oscuras de Perón), escrito por Hugo Gambini y Ariel Kocik, continúa así:
En 1955 Perón dijo que el superávit era de 350 millones de pesos, pero su Ministerio Técnico lo desmentía: había déficit de 390 millones. Perón también afirmó que el país producía en carbón veinte veces más de lo que, se constató, se producía en 1956. El peronismo informó de una gran fábrica de cemento que estaba en marcha en San Luis: hasta 1958, no había rastros de ella.
Si así fueron los arquetípicos dos primeros gobiernos de Perón, no pueden sorprender anuncios como el tren bala de Néstor y Cristina, o el memorable cohete estratosférico de Carlos Saúl Menem.
El desarrollo de las tecnologías para comunicarnos e informarnos le oponen ciertos obstáculos a la impunidad para mandar fruta. (Aunque la degradación educativa tiende a recomponer ese margen de maniobra para la mentira descarada). Cuando no se puede intervenir el INDEC para manipular las cifras de inflación, pobreza y PBI (como hicieron Néstor y Cristina entre 2007 y 2015),2 se puede violentar la interpretación de los datos obtenidos hasta el relativismo más subjetivo y conspiranoide. Eso hizo Alberto Fernández, a pocos días de finalizar su mandato presidencial, en declaraciones que ponen en tela de juicio las mediciones del INDEC:
Fernández se refirió al índice de pobreza difundido por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), que en el primer semestre de 2023 fue del 40,1%. «Está mal medida la pobreza», determinó. «Si hubiera semejante cantidad de pobreza, la Argentina estaría estallada. Yo no puedo entender cómo se concilia que haya 40% de pobreza y al mismo tiempo llevemos 37 meses consecutivos de creación de empleo registrado», detalló. Su explicación tiene que ver con que estos datos se miden a través de la Encuesta Permanente de Hogares, en la que la gente «podría no decir toda la verdad». «Si le preguntás a una persona que tiene una familia qué ingreso tiene y te dice “tengo un plan’” de ahí en más empieza a mentir porque tiene miedo de que se lo quiten», justificó el jefe de Estado.3
Este rechazo a las mediciones de pobreza no fue un gesto pionero en la tradición peronista ni en la subcultura kirchnerista. En marzo de 2015, el por entonces ministro de economía Axel Kicillof (hoy gobernador reelecto de la provincia de Buenos Aires) se pronunció en contra de medir la pobreza bajo el argumento de que esa medición «estigmatizaba» a los pobres.4 En su cruzada burguesa por exaltar los sentimientos y caprichos del individuo, el peronismo hace demagogia privilegiando una presunta «autopercepción» de los pobres por sobre la relevancia social que tiene el dato objetivo de las condiciones miserables de vida. El recurso kirchnerista a la manoseada «empatía» encubre la desatención deliberada del problema de la pobreza (que es, como sabemos, no simplemente un problema relativo a la distribución de la riqueza sino fundamentalmente un problema relativo al modo en que se produce: mediante la explotación de una clase social por otra que detenta la propiedad privada de los medios de producción).
Sin embargo, el partido del orden burgués en Argentina se superó con imaginación delirante. Comparado con el Censo 2022, que computó «autopercepciones» como si fueran datos objetivos,5 la tergiversación de estadísticas en el período 2007-2015 parece una jugada burda, más digna de Juan Perón que del realismo mágico de Alberto (según el cual «Los mexicanos salieron de los indios» y «los brasileños salieron de la selva»). Además de su carácter novedosamente caprichoso, el Censo 2022 reafirmó su naturaleza de mecanismo oneroso, anticuado e ineficaz,6 incorporando esta vez un notable incumplimiento del plan de publicación de las observaciones registradas. En diálogo con Clarín, el especialista en demografía Rafael Rofman explicó hace unos días:
No se está cumpliendo el plan de publicación y me preocupa que no haya una explicación pública clara de por qué no salen todos los resultados. A los 90 días iba a salir lo que se publicó esta semana y, en diciembre, estarían los datos completos. No sucedió.7
En cuanto a la medición de la pobreza, Rofman parece coincidir con Alberto Fernández en que se está realizando de manera inadecuada. Pero en el sentido exactamente opuesto al que sugirió Fernández:
– Somos el único país de la región –y subrayo: el único– en el que la Encuesta Permanente de Hogares, que mide pobreza y desocupación, no es nacional.
– Es urbana.
– Ni siquiera: son 31 aglomerados.
– ¿Costaría mucho hacerla nacional?
– Se hace en todo América Latina. Es complejo, es una tarea, pero se encara. El proyecto está pero no termina de ocurrir. No tenemos la menor idea de cómo es el mercado de trabajo en ciudades chicas o pueblos en la Argentina. Todo lo que decimos acerca de la pobreza en este país se limita a los 31 aglomerados más importantes. Y no es lo mismo hablar de la ciudad de Formosa que de la provincia de Formosa.
– No tenemos un mapa completo de la pobreza en la Argentina y el Papa habló de 52%…
– No conocemos cuál es el nivel de pobreza y desocupación en Pergamino.
Menos sutil que este método sesgado (por voluntad o ineptitud), la ley peronista de censura que citamos al comienzo combinaba las amenazas penales con edificaciones de cemento. Cuando se inauguró el aeropuerto de Ezeiza, no había autopista. Para llegar a la ciudad de Buenos Aires era necesario tomar un camino costero del Riachuelo, que en Lanús bordeaba una enorme villa miseria: «Villa Jardín». En ocasión de una visita del presidente de Chile, el gobierno de Perón construyó una extensa muralla para tapar la vista de Villa Jardín. Esa muralla fue inmortalizada en la película Detrás de un largo muro, de Lucas y Lucio Demare, estrenada en 1958.8
Estadísticas falseadas, promesas delirantes, discursos mentirosos, leyes de censura, paredones que enmascaran la pobreza, la numerología como disciplina financiera en el Estado y la reivindicación de la carta astral como intérprete visionaria de la historia,9 el asombroso fenómenos de «la inflación autoconstruida que está en la cabeza de la gente»… En fin, el peronismo no ha escatimado en artimañas (de muy variable sofisticación) para que la única verdad sea la realidad… narrada, no la realidad vivida.
En su breve ensayo «La muralla y los libros», Borges conjetura que las dos grandes obras del emperador Shih Huang Ti –la construcción de la muralla china y el incendio de todos los libros que lo precedieron– no fueron otra cosa que «barreras mágicas destinadas a detener la muerte». Mágicas y vanas, nos permitimos agregar, porque la mortalidad biológica es un dato objetivo de la realidad.
Igualmente mágicos y vanos son los intentos del peronismo por esconder la miseria social y la degradación cultural que ha producido.
NOTAS:
1 https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-13985-198297/texto
2 https://chequeado.com/el-explicador/que-fue-la-intervencion-del-indec-y-como-impacto-en-los-datos/
3 https://www.lanacion.com.ar/politica/alberto-fernandez-aseguro-que-la-pobreza-esta-mal-medida-si-hubiera-40-la-argentina-estaria-nid03122023/
4 https://www.youtube.com/watch?v=qX2t4ox8-fk
5 Ver «La Discalculia peronista (Parte 1)».
6 Ver «La Discalculia peronista (Parte 2)».
7 «La Argentina envejece y demandamos más cuidadores de ancianos que docentes» https://www.clarin.com/economia/rafael-rofman-argentina-envejece-demandamos-cuidadores-ancianos-docentes-_0_XW2RI3IvOY.html
8 https://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-123031-2009-04-11.html