Sencillito #47: PLATAFORMAS DE LA DEPRESIÓN (Instagram, Facebook, TikTok y salud mental en niñas y adolescentes)

EE.UU. Más de 40 estados demandaron a Meta (la compañía dueña de Instagram, Facebook y Whatsapp) por producir daños en la salud mental de niños y adolescentes. Los fiscales generales de Arizona, California, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Colorado, Connecticut, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Delaware, Georgia, Hawaii, Idaho, Illinois, Indiana, Kansas, Kentucky, Luisiana, Maine, Maryland, Michigan, Minnesota, Missouri, Nebraska, Nueva Jersey, Nueva York, Ohio, Oregón, Pensilvania, Rhode Island, Virginia, Virginia Occidental, Washington y Wisconsin presentaron una demanda colectiva. Por su parte, los fiscales generales de Florida, Massachusetts, Mississippi, New Hampshire, Oklahoma, Tennessee, Utah, Vermont y el Distrito de Columbia presentaron demandas en sus propios tribunales estatales.

Desde su sitio web oficial, la fiscal general del estado de Nueva York, Letitia James, brinda los detalles de la acción jurídica:

La demanda alega que Meta, propietaria de Facebook e Instagram, explotó a los usuarios jóvenes con fines de lucro al diseñar sus modelos de negocios para maximizar el tiempo y la atención de los usuarios jóvenes, y al implementar funciones dañinas y manipuladoras que perjudican a los usuarios jóvenes. Meta diseñó funciones en sus plataformas que sabía que insistirían en las vulnerabilidades de los usuarios jóvenes. Estas características incluyen:

  1. Algoritmos que están diseñados para recomendar contenido para mantener a los usuarios en la plataforma por más tiempo y fomentar el uso compulsivo;
  2. «Me gusta» y funciones de comparación social que Meta sabe que perjudican a los usuarios jóvenes;
  3. Alertas incesantes destinadas a inducir a los usuarios jóvenes a regresar constantemente a las plataformas de Meta, incluso en la escuela y durante la noche;
  4. Funciones de filtro visual conocidas por promover la dismorfia corporal de los usuarios jóvenes; y
  5. Formatos de presentación de contenido, como el «desplazamiento infinito», diseñados para desalentar los intentos de los usuarios jóvenes de autorregularse y desconectarse de los productos de Meta.

Acerquémonos a cada uno de los problemas enumerados, por orden de aparición en el listado. Acerca del «uso compulsivo», el primer presidente de Facebook, Sean Parker, ofreció detalles del modo en que se cocinó la programación de este tipo de software:

El proceso mental para construir estas aplicaciones, de las que Facebook fue la primera, consistía en respondernos la pregunta: «¿Cómo consumimos la mayor cantidad posible de tu tiempo y tu atención conciente?» Esto significa que necesitamos darte un pequeño pinchazo de dopamina, de vez en cuando, porque a alguien le gustó o comentó una foto, un mensaje o lo que sea. Y eso va a conseguir que aportes más contenido, que a su vez te hará conseguir más likes y comentarios. Es un bucle de retroalimentación de validación social, exactamente el tipo de cosa que inventaría un hacker como yo, porque estás explotando una vulnerabilidad de la psicología humana.

La entrevista, que puede leerse aquí, lleva por título una escalofriante reflexión del mismísimo Parker: «Sólo Dios sabe lo que le está haciendo eso a los cerebros de nuestros hijos». Y conecta el uso compulsivo con el segundo problema enumerado: las funciones de comparación social, entre las que sobresalen los likes o «Me gusta».

El bucle de retroalimentación de validación social, que conceptualiza Parker, se dinamiza en base a la publicación de contenidos (fotos, videos, frases, etc.) para acumular likes, en una competencia silenciosa entre pares que ven traducidas al conteo aritmético las relaciones de amistad, de respeto y reconocimiento. Así, la dinámica social capitalista que impone la competencia entre propietarios independientes por acumular plusvalor (trabajo no pagado a la clase obrera) obtiene un fiel reflejo luminoso en la pantalla de cualquier dispositivo electrónico (teléfono móvil, tablet, notebook…) al reducir la validación en el número de likes. Por este medio, ser (reconocido, apreciado, querido, registrado) es ser megusteado.

Por supuesto que el bucle de retroalimentación no valida únicamente inmateriales vínculos entre «amigos» (contactos) ni sirve sólo para validar yoes por requerimiento del a menudo inevitable narcisismo individual. El bucle de retroalimentación garantiza la permanencia en plataformas sponsoreadas, que recolectan y organizan datos en busca de saber qué deseamos consumir y materializar en dinero contante y sonante la ansiada validación social. Así funciona el valor en el sistema capitalista: si no se realiza, si no hay sanción del mercado, si no se opera la compra-venta, ese valor no existe. Meta no pretende controlar mentes o colonizar conciencias, aunque cierta sugestión sea un fenómeno buscado (como en toda campaña de marketing). Su finalidad, como el de toda empresa capitalista, es la acumulación. Veamos, en números, los resultados del balance anual 2023, publicado por el New York Times:

Meta, propietaria de Facebook, Instagram, WhatsApp y Messenger, informó el miércoles que los ingresos aumentaron un 23 por ciento a 34.150 millones de dólares en el tercer trimestre, por encima de las estimaciones de Wall Street de 33.600 millones de dólares, según datos compilados por FactSet. Las ganancias fueron de 11.600 millones de dólares, más del doble de los 4.400 millones de dólares del año anterior. […]

El crecimiento de usuarios de Meta continuó en algunos de sus mercados clave, incluidos Estados Unidos y Canadá. Alrededor de 3.140 millones de personas utilizan una o más aplicaciones de la compañía todos los días, un 7% más que el año pasado. Casi la mitad de las personas en el planeta (casi cuatro mil millones) usan una o más aplicaciones de Meta cada mes.

La validación social capitalista no es un intangible romántico. Es valor que se realiza en el mercado en base a la explotación del trabajo por el capital. Cuanto más tiempo de trabajo succione la clase burguesa a la clase obrera, más ganancias obtendrá. Lo cual se asocia al tercer problema enumerado por la demanda colectiva contra Meta: las alertas y notificaciones que inducen al regreso constante a las plataformas, interrumpiendo actividades escolares y horas de sueño. Esto no es una novedad en el capitalismo. La aparición del sistema de máquinas en el paso de la manufactura a la gran industria convierte al trabajador en un apéndice del mecanismo inanimado de la automatización.

El trabajo mecánico agrede de la manera más intensa el sistema nervioso, y a la vez reprime el juego multilateral de los músculos y confisca toda actividad libre, física e intelectual, del obrero. […] Mediante su transformación en autómata, el medio de trabajo se enfrenta al obrero, durante el proceso mismo de trabajo, como capital, como trabajo inanimado que domina y succiona la fuerza de trabajo viva. [Marx, El Capital.]

Ese dominio del «autómata» sobre la vida del obrero dentro de la fábrica, en contacto directo con el ritmo que imponen las máquinas, se ha expandido fuera de la fábrica, desde los bolsillos de cada usuario de teléfonos móviles, en una vida cotidiana hiperconectada a bucles de retroalimentación de validación social. Las notificaciones y alarmas con que las aplicaciones provocan el reflejo condicionado de revisar el móvil son una expansión (que alcanza el baño, la sala de cine y la alcoba) de las «Luces del progreso» en este ensayo de Robert Kurz:

El desenfrenado ímpetu del modo de producción capitalista no puede tolerar en principio ningún tiempo que permanezca «a oscuras»; pues las horas de oscuridad son también las horas del descanso, de la pasividad y la contemplación. El capitalismo requiere, por el contrario, la expansión de sus actividades hasta los últimos límites físicos y biológicos. En términos de tiempo, esos límites están determinados por la rotación de la Tierra sobre su propio eje, o sea por las veinticuatro horas del día astronómico, que tiene un lado luminoso (vuelto hacia el sol) y otro oscuro. El capitalismo propende a convertir en totalidad el lado activo y solar, ocupando el día astronómico entero. El lado nocturno es un estorbo para esa tendencia. La producción, la circulación y la distribución de las mercancías deben funcionar a todas las horas sin interrupción.

Esa tendencia del capitalismo «a convertir en totalidad el lado activo y solar» obtiene una de sus encarnaciones más íntimas y capilares en los cantos de sirena del teléfono portátil. Algoritmos, notificaciones y filtros refuerzan el mismo mecanismo psicológico que activan las máquinas tragamonedas de bingos y casinos: una partida más, un último juego, un click de yapa.

Los seres humanos más indefensos ante estos cambios de la vida cotidiana son aquellos que se encuentran en pleno desarrollo orgánico de sus facultades cognitivas, de sus conexiones neuronales, de su estructuración psíquica, sensorial y afectiva: los niños y los adolescentes. A este respecto, la principal autoridad del área de salud estadounidense, el Cirujano General, publicó durante 2023 dos informes inquietantes: Redes sociales y salud mental juvenil (en el que se advierte cómo el uso de las redes sociales puede «dañar profundamente» la salud mental de niñas, niños y adolescentes) y Nuestra epidemia de soledad y aislamiento (sobre los «efectos curativos de la conexión social y la comunicación»). En el primero de esos informes se observa que:

El desarrollo del cerebro es un factor crítico a considerar cuando se evalúa el riesgo de daño. Los adolescentes, de 10 a 19 años, atraviesan un período muy sensible del desarrollo cerebral. Se trata de un período en el que las conductas de riesgo alcanzan su punto máximo, cuando el bienestar experimenta las mayores fluctuaciones y cuando los desafíos de salud mental, como la depresión, típicamente aparecen. Además, en la adolescencia temprana, cuando se están formando las identidades y el sentido de autoestima, el desarrollo del cerebro es especialmente susceptible a las presiones sociales, las opiniones de los compañeros y la comparación con los otros. El uso frecuente de las redes sociales puede estar asociado con diversos cambios en el cerebro, como el desarrollo de la amígdala (importante para el aprendizaje emocional y el comportamiento) y la corteza prefrontal (importante para el control de los impulsos, la regulación emocional y la moderación del comportamiento social), y podría aumentar la sensibilidad a las recompensas y castigos sociales. Como tal, los adolescentes pueden experimentar una mayor sensibilidad emocional a la naturaleza comunicativa e interactiva de las redes sociales.

En 2021, Meta quiso lanzar Instagram Kids para captar a los menores de 13 años. La iniciativa fue frenada, momentáneamente, por advertencia de la Justicia federal. Pero entre los niños y adolescentes expuestos al daño que el uso de las plataformas puede proporcionar, las mujeres se llevan la peor parte. Aquí aparece el cuarto problema enumerado: «Funciones de filtro visual conocidas por promover la dismorfia corporal de los usuarios jóvenes». Pues en condiciones patriarcales, la brecha entre apariencia y realidad afecta mucho más a las mujeres que a los varones.

Desde la selección de escenas divertidas y placenteras que circulan como si así fuera TODA la vida, hasta el uso de filtros que distorsionan la percepción de la propia imagen real, la socialización de las niñas con la atención puesta predominantemente en el aspecto físico, el diseño de la apariencia y la actitud corporal explica la inclinación hacia ciertas preferencias: las coreografías sexualizadas (y otras instrucciones para el modelado de gestos agradables a la mirada de los hombres), el seguimiento de las cuentas de jóvenes famosas (cuyo principal capital es la imagen, que sirve de modelo para que las seguidoras se identifiquen) y las recomendaciones naturalizadas acerca del aspecto (indumentaria, peinados, maquillaje, uñas esculpidas, tatuajes, accesorios, etc). Así, las presiones para gustar, complacer, ser linda y deseable hostigan constantemente a la población femenina (y enseñan a los varones que ésas son las cualidades propias de una mujer) hasta la naturalización del mandato.

La Dra. Jean M. Twenge, profesora de psicología social en la Universidad de San Diego, publicó un estudio cuyo título resume con elocuencia uno de los aspectos más preocupantes de este problema: «Aumentos en la depresión, las autolesiones y el suicidio entre los adolescentes estadounidenses después de 2012 y los vínculos con el uso de la tecnología: posibles mecanismos».

En ese estudio de la llamada «generación Z» o «centennials» (nacida entre 1995 y 2012), que sucedió a la «generación millenial» (nacida entre 1980 y 1994), Jean Twenge registra disminuciones en la felicidad y en la satisfacción con la vida, a la vez que toma nota de aumentos en la soledad, la ansiedad, los síntomas depresivos, los ingresos hospitalarios por conductas de autolesión, los intentos de suicidio y la tasa de suicidios:

En la mayoría de los casos, los aumentos en los indicadores de mala salud mental han sido mayores entre las niñas y las mujeres jóvenes que entre los niños y los hombres jóvenes. Muchos de estos indicadores han aumentado considerablemente: las autointoxicaciones entre las niñas de 10 a 12 años se cuadruplicaron; los ingresos hospitalarios por autolesiones se triplicaron entre las niñas de 10 a 14 años; el episodio depresivo mayor entre las niñas de 12 a 17 años aumentó 52%, de 13,1% en 2005 a 19,9% en 2017; las visitas a urgencias por ideación e intentos suicidas casi se duplicaron entre los niños y adolescentes; y el suicidio entre las niñas de 10 a 14 años se duplicó.

El quinto problema enumerado al comienzo, los formatos de presentación de contenidos regidos por la lógica del «desplazamiento infinito», señala el recurso al artificio de una cinta sin fin pletórica de contenidos «que no te podés perder». Al igual que sus rivales TikTok, X o YouTube, Meta se alimenta de los ojos que la miran (ojos con billetera, claro está). El negocio estriba en mantener atentas a la pantalla a todas las personas (con algún poder adquisitivo) posibles todo el tiempo posible. Luces del progreso.

El desplazamiento infinito interpela el «miedo a quedarse afuera» o «miedo a perderse de algo», que sustituye temas de conversación significativos o relevantes para la vida cotidiana de cada individuo por temas estandarizado en un ranking de «lo más viralizado» en redes y otros medios de comunicación.

Este vaciamiento del sentido por la lógica de «lo más vendido» es una de las claves de interpretación del fenómeno paradojal que combina una conectividad mundial creciente con una sensación de aislamiento también creciente. Para un análisis más detallado de los principales aspectos de esta paradoja recomendamos leer «Redes sociales de la soledad: salud mental, conectividad y aislamiento».

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