EL PTS Y SU ILUSTRACIÓN SENSIBLE. Parte 1: La ciudadela de los intelectuales

Este artículo intenta responder a dos interrogantes. El primero fue originalmente motivado por un libro que publicó el Instituto del Pensamiento Socialista «Karl Marx» (IPS) del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS): Ilustración Sensible (Hacia un giro materialista en la teoría crítica), del doctor en filosofía Facundo Nahuel Martín (FNM). Su disparidad evidente con las otras publicaciones de la editorial trotskista se nos tradujo en una pregunta: ¿por qué el PTS publica este libro sin prólogo ni estudio crítico? El segundo interrogante emergió al intentar responder con profundidad al primero y se dirige hacia nosotros mismos, hacia nuestra propia actividad: ¿por qué y para quiénes escribimos este artículo? Como veremos, ambas respuestas se encadenan y sostienen mutuamente.

Por lo pronto, advirtamos que asistimos a una época de renovación de ciertos términos que refleja un cambio en las prácticas a las que esos términos se refieren. A la política se la llama «batalla cultural». Como la palabra política ha quedado relegada al poroteo y la asignación de cargos, discutir sobre las ideas a desplegar desde el poder asume otro nombre. A la militancia se la llama «micromilitancia». Como la militancia –sin prefijos empequeñecedores– es la de los medios masivos y los destinatarios anónimos1, la militancia como acción realizada entre personas que discurren cara a cara sobre la realidad que los afecta, se apichona hasta el neologismo. Otro tanto sucede con los debates, que ya no articulan intercambios reales sino que exhiben cosas dispares a las que se le agregan otras disparidades, sin pretensión de consistencia interna. Así sucede con la colección del IPS «Debates Marxistas Contemporáneos» y la publicación de este nuevo libro.

En una primera aproximación a nuestras razones para escribir, digamos que pretendemos hacerlo para reivindicar la militancia, la política y el debate. Es decir, hablar con los compañeros sobre la estructura global de la sociedad, su economía y su gobierno, y escuchar las diferencias, a la vez que tratamos de hacer más inteligibles nuestras opiniones y propuestas. Y, claro, hacer todo esto en algún marco de compromiso y permanencia. Puede parecer una obviedad pero pensamos que no es tan obvio ni es tan común el esfuerzo por desarrollar esta estrategia.

Una lección de militancia

Cuando Cristina destruyó toda organicidad del Partido Justicialista en virtud de su cuenta de Twitter comunicando –mediante una lógica unidireccional que envidiaría cualquier líder carismático preso de anhelos autoritarios– que Alberto sería, gracias a ella, nuestro presidente, confirmó la sumisión de los restos de la sociedad civil a los mecanismos mercantiles. Diseñados para la realización de plusvalor en el mercado, tales mecanismos carecen de las propiedades necesarias para el desarrollo de un pensamiento orgánico y colectivo2.

Dicho de otra manera: para progresar en un pensamiento colectivo, tengo que abandonar, en gran medida, el hábito de «polemizar con los pies». Esto es, huyendo de las diferencias a otro lugar donde todo sea (o me parezca) coincidencia. Y los demás también tienen que abandonar esa forma de polemizar con los pies (que consiste, visto al revés, en que ante el menor disenso me echen de una patada en el culo). Este abandono de una de las peores costumbres de las organizaciones socialistas es más necesario que nunca si coincidimos en que las tareas urgentes del momento no pasan por lograr la cohesión militar que exigen los enfrentamientos directos, sino por el laborioso y gris proceso de sumar compañeros y ponernos de acuerdo.

Advertían los activistas progres norteamericanos de Act Blue, tras el alivio por la nominación de Kamala Harris, que había llegado el momento de sentarse a tomar un vino con la gente y explicar por qué hay que votarla:

El movimiento ActBlue no ha reinventado el activismo político: se basa en la recaudación de fondos, en enviar postales a los votantes, en contratar personal para los centros de llamadas, en protestar, en tocar puertas, en publicar en medios digitales, en hacer videollamadas por Zoom, en charlar con una copa de vino.

Sin embargo, ha descubierto algo especial: si cientos de miles de liberales apasionados, comunicativos y bien informados (un gran número de ellos mujeres de mediana edad) circulan deliberadamente en sus comunidades, no sólo difunden el mensaje, sino que, con su presencia y su ejemplo, cambian el ambiente y las vibraciones. Hacen que la política liberal parezca dinámica, significativa y factible.

Desde principios de 2018 en adelante, los estadounidenses recientemente politizados y organizados han logrado que los demócratas hayan tenido un desempeño superior en las urnas, especialmente en las elecciones especiales, las elecciones intermedias y las medidas electorales que durante años habían estado dominadas por los votantes republicanos3.

Tomar un vino implica algo muy distinto de convocar a un auditorio. Lo que necesita un militante es confianza. No sólo que confíen en lo que dice, sino algo que escasea mucho más: él mismo debe confiar en sus interlocutores, porque los conoce. Por eso, para seguir conformando los límites y las formas de nuestra tarea por el socialismo, escribimos y debatimos.

Y por eso intentaremos un debate con los compañeros del PTS, con sus ideas, confrontando la acción política que han desplegado con la publicación del libro que mencionamos. Exponiendo nuestra interpretación de las razones que han conducido a ese gesto editorial y las diferencias que tenemos al respecto. Diferencias que no polemizan únicamente con el PTS sino, en un sentido más amplio y más profundo, con una estrategia socialista determinada: la que predomina en el trotskismo argentino.

Un diálogo fallido

Como dijimos, Ilustración sensible forma parte de la colección «Debates Marxistas Contemporáneos». El resto de las publicaciones que integra esa serie corresponde a militantes del PTS o a asiduos colaboradores y simpatizantes. Ilustración sensible, no. Además, está desprovisto de introducción, prólogo, advertencia o clave de lectura por parte de los editores, que es lo que se estila cuando se quiere dar a conocer un pensamiento que no se comparte. Nada de eso.

Fuera del cuerpo del libro, Ariane Díaz escribió una reseña en la que sostiene que existen diferencias aunque cuida –con elusiva paciencia– explicitar cuáles son. Recorre Ilustración sensible sin definir con nitidez qué valor tiene para la lectura:

el libro nos va ofreciendo coordenadas que, además de fundamentar las posiciones del autor, sirven al lector para conocer, ampliar o revisitar debates con los que forjar sus propias posiciones. Aprovechándonos de ese trabajo, nos detendremos en algunas de esas coordenadas, especialmente algunas de las referidas al marxismo, con la intención de, en todo caso, invitar a la lectura del libro y a seguir la discusión.4

Sobre el giro materialista en las teorías críticas y su destino:

Veremos, supongo, es la respuesta que por el momento puede darse, pero sí parece estar claro que hay alguien más escuchando, más interlocutores con quienes dialogar, debatir o refutar, y eso complejiza pero enriquece el debate.

Sobre la crisis del marxismo:

Calibrar qué tan amplia o con qué fuerza puede aprovecharse esa oportunidad de difundir, desarrollar y contrastar la teoría marxista –con la realidad, y con las dudas o aspiraciones que surgen– es otra de las tareas de la época a la que este libro hace su aporte.

Sobre la excepcionalidad humana frente a la naturaleza:

Y cabe preguntarse: si Marx y Engels no separaban esas cuestiones, ¿cuándo esa división pasó a ser parte de una actitud defensiva que se extendió hasta ahora?

Sobre el carácter prometeico del capital, acuerda pero:

Pero no necesariamente todo apunta al colapso en ese prometeísmo moderno: ninguna ley natural o ninguna construcción histórica o cultural impiden que podamos ser «prometeicos frente al capital», es decir, modificarlo radicalmente, también, con nuestra práctica. Acordamos, pero como señala Facundo, durante el siglo XX esa fue otra de las acusaciones habituales hacia el marxismo por lo que se consideró una desmedida insistencia en el desarrollo de las fuerzas productivas.

Sobre si el PTS, en la figura de Ariane Díaz, coincide o no con el texto de FNM en su mirada sobre el capitalismo, parece que básicamente están diciendo lo mismo:

Creo que en este nivel estamos, en definitiva, diciendo lo mismo: en Marx no hay una definición del capitalismo como una sola y misma contradicción desarrollándose a sí misma en una totalidad cerrada…

Sin embargo, no es lo mismo:

aunque sí hay «jerarquías» en la totalidad contradictoria que esa lógica configura.

Hay que tener en cuenta, atención, que el autor de este libro compatibiliza muy bien las «teorías para la emancipación» con el apoyo a Alberto Fernández, Sergio Massa y el resto del peronismo. Por supuesto, bajo ciertas circunstancias o «situaciones concretas» que, invariablemente, convergen hacia una sola: evitar la derrota del partido del orden burgués en Argentina, aun a costa de las peores debacles en las condiciones de vida de la población trabajadora.

Es interesante, pensamos, tratar de entender por qué el PTS recurre a quienes han hecho campaña por el peronismo (véanse las firmas en esta declaración), con el agravante de recurrir a ellos justo después de que apuestas como ésa crearon las condiciones para la llegada de Milei al gobierno.

Una lejana cercanía

Aunque el libro no presente un paratexto editorial (prólogo, estudio, clave de lectura), dado que se trata –en buena medida– de una reunión de materiales previamente publicados, se pueden detectar ciertas intervenciones y modulaciones para que lo ya dicho se volviera aceptable ante los ojos de un nuevo público. Sin ir más lejos, el primer capítulo, «Cuerpo, biología y mutaciones de la subjetividad sexuada» (cuyo apartado inicial sobre el deporte y el boxeo anticipa el debate en torno al «caso Khelif» en los Juegos Olímpicos de París 2024, al que contribuimos con «Genes van, piñas vienen»), es una versión doblemente distinta de la publicada en la revista Intersecciones: por un lado, FNM renunció a utilizar la emblemática pero impronunciable letra «x» y adoptó las más convencionales (y sonoras) vocales «a» y «o»; por otro lado, hay un cambio de apuesta final para la idea general del texto, ya que FNM se deshizo de las peores implicancias políticas que cargaba la versión original:

Un proyecto emancipador tal que, si llegase a ganar, no tenemos la menor idea de lo que pasaría. Pero al menos cambiaría algo. A lo mejor, ese horizonte de transformación arrastraría a las clases sociales, al género, y a la humanidad como tales en su vórtice liberador y terrible. A lo mejor, esx futurx cyborg post-género, que no podemos clasificar como humanx pero tampoco como excluido de lo humano, imposible de prever y de juzgar, ya camina entre nosotrxs. A lo mejor, las únicas libertades que valen la pena son un poco las que nos dan pavor.5

Esta invitación a la acrobacia sin red, liberadora y terrible (tan parecida al «vivir peligrosamente» del poeta Gabriele D’Annunzio como a ciertas motivaciones atribuidas al voto por Javier Milei: saltar al vacío) resulta, como mínimo, preocupante en un país donde las mujeres, por el sólo hecho de salir de sus casas, viven lo «imposible de prever»6. Un país donde los sucesos de la economía «nos dan pavor» cotidianamente. Ignoramos si el límite fue establecido por el PTS o autoimpuesto por el propio autor. Lo importante es que alguien se dio cuenta de que esas desorbitadas reflexiones con sabor a futurismo italiano pueden circular graciosamente al interior de la Ciudadela de las Humanidades pero no franquear, sin costo político, sus murallones.

Ilustración sensible comienza con una muy interesante y recomendable introducción a la historia de las teorías críticas y sus actuales relevos. En este recorrido y valuación de la importancia de las principales corrientes teóricas críticas y emancipadoras, con su reciente «giro materialista», no se dice una sola palabra del trotskismo. Ni como antecedente ni como rival ni como insumo teórico ni como obsolescencia. Esta asimetría en la cual el autor no juzga relevantes a sus editores mientras que los editores consideran relevante al autor nos instiga a buscar una explicación para la existencia de este libro en esa biblioteca.

La ausencia de Trotsky y el trotskismo en dicha introducción no puede ser achacada a un espíritu de frugalidad intelectual por parte de FNM. Esas primeras páginas (que, junto a su «Apéndice introductorio», nos parecen la mejor parte del libro) exhiben un amplio y variado repertorio de corrientes, nombres propios y neologismos: «biopolitica positiva», Bratton, «biopolítica democrática», Sotiris, «teoría ecología mundo», Moore, «teoría de la ruptura metabólica», Bellamy Foster, «giro técnico en la teoría crítica», Feenberg, «dinámica material del capital», Postone, investigaciones sobre plasticidad neuronal y peigenesia, Malabou, «interacción enredada entre biología y vida social», Smail, Parrington, «biología postgenómica», Meloni, ecomarxistas, Andreas Malm, Ian Angus, Koehi Saito, Chakrabarty, «antropoceno», Jason Moore, «Chthuluceno»7, Donna Haraway… Pero la corriente teórica y política embanderada en la Cuarta Internacional no figura ni a los premios.

La propia Ariane Díaz escribió una extensa y detallada introducción incluida en la edición de los Escritos filosóficos de Trotsky que el PTS publicó hace dos décadas. Sin embargo –y aquí debemos matizar algo que afirmamos hace algunos párrafos–, al final de su reseña, Díaz explicita al menos una diferencia con la propuesta de Ilustración sensible y nos ofrece, además, un motivo para tolerarla:

Esos problemas requieren también de desarrollos teóricos. No sólo ontológicos y epistemológicos para tener fundamentos para la acción, sino porque la acción revolucionaria misma requiere su teoría, que no es la misma que la de las ciencias naturales o la filosofía. Son sin duda preguntas de distinto nivel de concreción, y no sería justo pedir que el libro aborde todas las derivaciones políticas de estos problemas teóricos. Pero son cuestiones que están imbricadas en los polos que señala Facundo –que de hecho señala unas cuantas en su recuento–, porque sobre ellas disputan, creo, más que sobre lo ontológico: si apostar a la clase obrera o a los movimientos sociales, si a los países capitalistas más desarrollados o a las periferias, si a destrabar las limitaciones impuestas por la lógica del capital o rehabilitar o buscar otras por fuera de ellas, si la resistencia debe o puede ser puramente sindicalista o debe apelar a otras demandas como motor del cambio o debe combinarlas. Por eso la definición «ontológica» no resuelve esa tensión entre «estructura y sujeto».

En otras palabras, aunque el libro dice que es momento de sacar a las teorías críticas de su aislamiento idealista, demuestra (en su forma y en su contenido) que es posible seguir haciendo teoría crítica desprovista de vigor político y disciplina militante. Es decir, la academia puede opinar sin comprometerse, puede «actuar» sin pensar en cuestiones organizativas y estratégicas. Queremos ser claros: no se trata de «pedir que el libro aborde todas las derivaciones políticas de estos problemas teóricos», que asuma todas las consecuencias concretas de tantas ideas «situadas» y «agenciales». Se trata, sencillamente, de que no aborda ninguna. De ahí la amistosa ambigüedad con que remata la reseña de Díaz: «No sé si habría que “amigarse” con Prometeo, pero podríamos empezar por cambiar de raíz esas relaciones».

Que Ilustración sensible conviva, en el catálogo del IPS, con libros claramente antagónicos, por ejemplo Cómo se armó la revolución (Escritos militares) de Trotsky, se puede explicar por dos razones de funcionamiento. Una es que el libro de FNM permite justificar, mediante una elaboración teórica de tipo sofisticado, la política crecientemente alejada del marxismo que ejercita el PTS. Dedicaremos la segunda parte de este artículo a analizar esa «deconstrucción» presentada en Ilustración sensible. Veamos ahora la otra razón, la otra funcionalidad.

Unos individuos excepcionales

FNM llamó a votar por el sostenimiento del capitalismo hace menos de un lustro. Lo mismo hicieron varios de los integrantes de la Asamblea de intelectuales socialistas del FITU, quienes ahora firman sin problemas que «pretender domesticar a los capitales no parece mucho más viable que enseñarle a hablar a las piedras»8. Esta asamblea es, en su existencia misma, una declaración teórica, estratégica y política.

Teórica, porque las obras y el pensamiento (las elucubraciones de esos intelectuales) sirven tanto para sostener el apoyo convencional al peronismo como para postularse como modernos Prometeos. La condición es ser recibidos como individuos (ya que se firma a nombre propio) excepcionales (ya que se firma con la marca de la rareza: el rótulo académico)9. Estratégica, porque estos académicos señalan el problema del país y no delimitan el conjunto de acciones propuestas y necesarias para solucionarlo (nos referimos al programa). Política, porque renuncian a la organización común, a la construcción colectiva y la disciplina consensuada, al trabajo de construir una dirección (por eso se nombran con lo que remite a lo eventual de la decisión: «asamblea»).

Esa triple declaración (teórica, estratégica y política) adquiere sustancia conceptual en la llamada «Ciudadela de las Humanidades», que la página 16 de Ilustración sensible nos presenta así:

Parte del pensamiento humanístico del siglo XX se recluyó en lo que habría que llamar la Ciudadela de las Humanidades. Esta ciudadela intelectual es una formación defensiva antinaturalista, que abarca no sólo a la teoría crítica francfortiana y al marxismo occidental, sino también a las teorías críticas en plural y a la mayor parte de las humanidades continentales del siglo pasado, incluso las del signo antisubjetivista. En su afán por expulsar el cientificismo reductivo, el positivismo y el materialismo mecanicista, las humanidades se acercaron a un antinaturalismo fuerte, que lo dividió todo en dos partes: un mundo para los humanos, otro para el resto de la naturaleza.

Algunos párrafos después aparece esta característica decisiva:

En la mayoría de los casos combinaron argumentos de carácter ontológico sobre la constitución autónoma de la sociedad (la cultura, la existencia humana, el discurso, etc.), con argumentos epistemológicos sobre la imposibilidad de conocer la naturaleza externa al margen de mediaciones sociales.

El planteo de una «constitución autónoma» de la cultura retorna una y otra vez, siempre pronunciado desde ese lugar de sapiencia individual y aval provisorio. En 2018, esa posición parecía alejarse del respaldo al capitalismo:

Después de la asunción de Macri a la presidencia se amplificaron las presiones en ese sentido por el peso de la propia coyuntura. La prioridad de enfrentar a la derecha en el poder se impone a tal punto que sostener delimitaciones estratégicas con el kirchnerismo parecería un crimen sectario. Esto pesa en la izquierda popular, una parte de la cual tiende a adaptarse cada vez más al «retorno de Cristina» (o alguna de sus variantes, generalmente ampliada «por izquierda» y crítica al PJ mediante) como proyecto político. La propuesta de construir amplios frentes antineoliberales liderados por el kirchnerismo tiende a enarbolarse entonces como la primera tarea de la izquierda en un contexto de retroceso del movimiento popular y ofensiva de la clase dominante. […]

Desde nuestra parte vamos a tomar una posición clara en este debate. La adaptación al retorno kirchnerista como horizonte táctico para el período nos parece un error que lleva a una desarticulación profunda de la izquierda popular como espacio político y que es preciso evitar.10

Pero no. Porque, tan solo un año después, esa posición vuelve a pedir a los trabajadores que apoyen al peronismo votando la fórmula de Alberto y Cristina:

En este difícil contexto, creemos importante pronunciarnos ante la actual coyuntura electoral. Consideramos necesario intervenir por todos los medios posibles desplegando una campaña militante «anti-Macri» y convocar a un voto «defensivo» contra la derecha que evite una reelección del oficialismo (más allá de los matices tácticos sobre si es necesario votar al cuerpo presidencial de F-F en el balotaje, en la primera vuelta o desde las PASO). Junto a ello, considerando los rasgos conservadores de las alternativas predominantes, valoramos necesario garantizar la presencia parlamentaria de la izquierda, lo que se expresa en nuestro apoyo a las listas del FIT-U, sobre todo a nivel legislativo. Tenemos diferencias tácticas, estratégicas y metodológicas con las organizaciones del FIT-U, pero sabemos que sus legisladores estarán en las luchas y se opondrán a las reformas estructurales por las que van a presionar las clases dominantes y el FMI, gobierne quien gobierne.

Sea cual sea el resultado electoral de este año, el centro de la actividad militante debe estar en la movilización social contra la ofensiva capitalista y en la construcción de una alternativa política popular. Estos son los recursos efectivos para revertir el espiral de retrocesos sociales y para empezar a alumbrar la emergencia de una nueva imaginación emancipatoria entre las clases populares.11

La coincidencia entre varias de las firmas de ese llamamiento y las que integran la Asamblea de intelectuales socialistas es significativa porque devela el individualismo de su impronta, que hace posible converger en ocasiones reiteradas y, a la vez, mantener el carácter personalísimo, distante y coyuntural de la adhesión. FNM llamó a votar por el sostenimiento del capitalismo hace menos de un lustro. Y reiteró esa posición cuando llamó a votar por Massa hace menos de un año:

Somos graduadxs, estudiantes, docentes e investigadores de la UBA, trabajadores estatales y activistas, que frente a las próximas elecciones y los posicionamientos tomados vemos la necesidad de expresar nuestra opinión. […]

…el riesgo de que la crisis del peronismo sea capitalizada por derecha, tiene un costo demasiado alto para que simplemente lo miremos pasar. En este sentido, no coincidimos con los espacios de izquierda que pretenden una posición neutral. No solo Milei no es la salida, su gobierno significaría un retroceso gravísimo en las condiciones de vida de las mayorías populares, de la clase trabajadora y de las condiciones en que desarrollamos todas las luchas. Por eso es que el próximo 19, llamamos a votar contra Milei, con un voto critico a Massa que no representa ningún apoyo ni aval político.

Una estrategia publicitaria

Ocurre que un intelectual no milita, se pronuncia. La cúspide vernácula y contemporánea de esa postura fue Carta Abierta. Usufructuando espacios públicos para intereses personales, estos intelectuales peronistas hicieron de los pronunciamientos un modo de existencia. En sus reuniones celebradas en el coqueto barrio donde vive Cristina, elaboraban sesudos análisis escritos que la política real dejó correr sin mayor interés. Mientras declamaban con términos de la escuela de Frankfurt y Rodolfo Kush, apoyaban a Insfrán y Guillermo Moreno. Y cuando tuvieron que pagar el alquiler de un local para las reuniones, el «espacio» se disolvió.

Ahora, en 2024, varios intelectuales socialistas forman un enjambre alrededor del PTS pero no integran el partido. Nobleza obliga, su concepción de la política fue comunicada con transparencia:

Dentro de esas masas proletarias que son las únicas que podrían transformar la realidad en un sentido genuinamente liberador, a los trabajadores intelectuales nos competen tareas específicas que nuestra propia condición nos permite acometer. La primera es la de siempre: la crítica implacable de todo lo existente, llevando la discusión a todos los ámbitos posibles. La segunda es colocar nuestras aptitudes y nuestras posibilidades cognitivas en beneficio de las masas laboriosas. La tercera es pensar e investigar menos preocupados por nuestra carrera personal o por los marcos disciplinares o profesionales en los que estamos inmersos, y más desde un punto de vista que piense todos y cada uno de los temas y problemas desde una perspectiva revolucionaria. En esta senda deberíamos colaborar, a la vez, en hacer más informado el debate público y en volver más político el debate académico.

En otras palabras, para quienes firman ese «manifiesto», el mundo de la izquierda sería una colmena dividida en abejas obreras, que construyen las organizaciones, y un grupo de zánganos (con reina incluida) que usufructúa lo que las obreras construyen. «Tareas específicas». Todo lo cual significa, por lo tanto, que si estos intelectuales tienen, como leímos arriba, «diferencias tácticas, estratégicas y metodológicas con las organizaciones del FIT-U», no se proponen superarlas, corregirlas, demostrar que se puede hacer otra cosa. Sino plantar la bandera de la «diferencia» para mantenerse a distancia perimetral, llamarle «independencia» a esa cautela y pretender que se trata de un atributo eterno o una penitencia inexorable del trágico y solitario destino del crítico implacable de todo lo existente.

Porque hay algo insuperable en el FITU: sus militantes hacen algo, construyen una organización, mientras los intelectuales declinan esa tarea sucia y se limitan a pensar e investigar. Les cabe el comentario de Jauretche para estas actitudes, puesto que componen «una milicia especial: el regimiento de empujadores, el batallón de ¡Animémonos… y vayan!». Ahora, en 2024, les toca el extremo que no justifica al peronismo. El radicalizado. La Asamblea de intelectuales socialistas que apoya críticamente al FITU (y que no incluye a los intelectuales del FITU que son de los otros partidos del FITU…), bajo el título «El rol de la intelectualidad en la construcción de una fuerza revolucionaria», se pronuncia, manifiesta y declara:

Quienes trabajamos ante todo con el intelecto debemos asumir la responsabilidad de ofrecer a la sociedad los conocimientos más rigurosos en todos los campos, presentándolos de manera clara y comprensible. Como el resto de nuestros compañeros y compañeras de la clase trabajadora, pondremos el cuerpo en huelgas y piquetes, movilizaciones y asambleas. Pero nuestra condición específica nos compele a desarrollar recursos intelectuales, simbólicos, cognitivos que contribuyan a la liberación de todos y todas. A las «viejas» preguntas es imperioso sumar nuevas. Por ejemplo: ¿Cómo cambiar la matriz energética? ¿Cómo afrontar los problemas ecológicos, de los cuales el cambio climático es solo uno? ¿Cómo desarrollar una agricultura sustentable y una agroecología a gran escala? ¿Cómo organizar una reproducción de la vida humana cuyo trabajo sea socializado (y no arbitrariamente generizado) y cuyos fines sean discutidos democráticamente? ¿Cómo utilizar y desarrollar el enorme potencial de la tecnología para liberarnos del trabajo repetitivo y desplegar el potencial transformador de la especie humana, en vez de mantenernos aún más esclavizados a la maquinaria del sistema capitalista? ¿Cómo desarrollar una educación integral, en la que participen todos los actores de la comunidad en el marco de políticas dirigidas a resolver problemas y necesidades sociales, en vez de la precariedad educativa e intelectual de aquella enfocada al extractivismo y las necesidades del mercado?

En medio del vendaval neoliberal, es comprensible que una parte de la intelectualidad de izquierda buscara refugio en la crítica posmoderna, en los nichos identitarios, en la defensa de las llamadas minorías sociales. Pero estas luchas (basadas en causas justas) no reemplazan la lucha contra el sistema en su conjunto. Las desigualdades se han incrementado; los derechos conquistados por algunas minorías han sido ampliamente contrarrestados por el empobrecimiento y la precarización de las mayorías; ciertos avances legales no han logrado torcer las crudas realidades materiales; nuevas formas de alienación han sido creadas y desarrolladas por el capitalismo digital; la mercantilización generalizada destroza las subjetividades y la naturaleza, arrasando con la salud mental de la población, ofreciendo una ilusión de libertad en medio de opresiones, manipulaciones, insatisfacción y ansiedad omnipresentes. Es necesario regresar a la política para mayorías, capaz de articular las luchas contra las opresiones y la lucha contra el sistema como tal. Regresar al pensamiento estratégico, colocar al sistema capitalista en el centro del análisis, reponer los conceptos de lucha de clases, imperialismo, explotación. Las reservas teóricas e intelectuales presentes en la variopinta tradición marxista ofrecen, en la hora actual, muchos más recursos políticos y cognitivos que los fuegos de artificio de las discursividades posmodernas. Recursos en proceso de reelaboración en la actualidad, a través de la obra de nuevas generaciones.

El acuerdo para la existencia de esta asamblea es el de siempre: los intelectuales no construyen nada y los partidos no permiten debates democráticos. ¿Cómo se resuelve esto? Con una ficción llamada «batalla cultural» y un artificio llamado «asamblea». Los intelectuales les dicen a las organizaciones lo que deberían hacer (no importa si se trata de organizaciones trotskistas o peronistas, lo que permanece es la puesta a disposición de sus saberes y la indiferencia que reciben a cambio) y las organizaciones les permiten a estos intelectuales esgrimir las siglas para ocultar la falta de perspectiva materialista y colectiva: al no pronunciarse en apoyo de algo real, como lo es un partido, quedaría en evidencia que no pretenden actuar para encarnar sus ideas. Pero sí para hacer circular sus firmas académicamente acreditadas.

Como no somos aficionados a tirar el niño con el agua sucia, reconocemos que bajo el título «Qué sociedad queremos» el mismo manifiesto expone una cuestión con la que estamos plenamente de acuerdo:

lo que unificó al proletariado del pasado fue en buena medida simbólico y político-organizativo: un horizonte común, un ideario compartido (aunque disputado e interpretado de muchas maneras) y formas de organización social y política. En cualquier caso, la homogeneidad o la heterogeneidad material dependen de circunstancias objetivas que no podemos controlar en lo inmediato. En cambio, la unidad simbólica (y organizativa) es el terreno sobre el que podemos operar en términos políticos y culturales.

La unidad simbólica y organizativa necesaria, el horizonte común, el ideario compartido y la forma de organización social y política son –y han sido– elementos necesarios en la constitución de un movimiento obrero. Pero discrepamos con el modo mercantil mediante el cual se pretende realizar semejante tarea12.

No se construye un ideario común a la manera en que se construye una empresa dominante: llevando lo producido (mercancías o ideas) a un mercado amplio y anónimo, a la espera de obtener resultados. Un movimiento, como el que es necesario rehacer, se construye de manera inversa: creciendo desde adentro, reorganizándose y reorientando esas ideas, ese espacio simbólico común. Intentando hacer mejor lo que se dice que se está haciendo mal. Aportando a esa tarea –inicialmente poco resonante pero asimismo imprescindible– las capacidades, oficios y destrezas que la fortuna de haber recibido una mejor educación nos permiten utilizar.

Eso es muy distinto de convocar a los demás a confiar en una organización política en la que los mismos convocantes no confían plenamente, con la que no se coincide en sus objetivos y a la que no se le confiere la capacidad de una vida democrática.

Un problema recurrente

Dadas sus irrenunciables responsabilidades como «intelectuales», ¿no estarían llamados más que nadie a criticar esa impostura? ¿A batallar no sólo discursiva sino también organizativamente? ¿Y a quebrar el horizonte de su propia desconfianza antes de proponer a otros sumarse a una organización en la que no quieren estar ni pertenecer?

Esta es la gran paradoja de la Ciudadela de los Intelectuales: tener soluciones para la reorganización de la sociedad sin querer meterse con la propia auto-organización. Y es una de las principales razones por las que la sociedad de conjunto ignora estas propuestas: porque percibe que En casa de herrero, cuchillo de palo. ¿Cómo confiar en soluciones para la reorganización de la totalidad de la vida social elaboradas por personas que no intentan, al menos, organizar e institucionalizar su propia vida grupal y partidaria?

Si esta renuncia a los problemas organizativos castra sin remedio al mundo de los intelectuales socialistas, el motivo por el que los partidos recurren y convocan a esta periferia tiene otras causas. Esto es lo que desarrollaremos en la segunda parte.

NOTAS:

1 En la segunda parte Ludditas digitales, «Pantallas y degradación social», analizamos cómo el cambio en la atención afecta el modo de hacer política.

2 En «Redes sociales de la soledad» describimos el funcionamiento de los nuevos medios de comunicación en términos de «disponibilidad, eventualidad, usuario, inmediatez y autonomía». En «Clavar el visto» argumentamos en qué sentido estos medios atentan contra la permanencia y el compromiso en las relaciones sociales.

3 Joseph O’Neill, «Kamalapalooza», nota publicada por The New York Review el 3 de agosto de 2024.

4 Ariane Díaz, «De prometeísmos y materialismos contemporáneos», publicada en La Izquierda Diario el 4 de agosto de 2024.

5Facundo Nahuel Martín, «¿Soñarán lxs cyborgs con humanxs sintéticxs? Cuerpos aumentados y subversión del género en el deporte de alto rendimiento», publicado en la revista Intersecciones en 2018. Sobre el mismo tema del dopaje en los deportes presentamos una posición simétricamente opuesta en «Crímenes del futuro: Hormonas, libertarios y progresistas».

6 Ver, por ejemplo, el informe que reseñamos al comienzo de «Feminismo no vota perucas».

7 En verdad, no es la primera vez que lidiamos con algunos de estos neologismos. Ver «Gorilas en la Pachamama: “Ley Conan”, burguesía y animalismo».

8 La cita proviene de «Por un futuro comunista. Manifiesto de la Asamblea de intelectuales socialistas», publicado en La Izquierda Diario el 24 de marzo de 2024. El llamamiento público a votar por el peronismo en 2019, varias de cuyas firmas coinciden con las del manifiesto, es «Derrotar a Macri, construir una alternativa política emancipatoria», publicado por Contrahegemonía Web el 9 de agosto de 2019.

9 Analizamos el discurso en primera persona de los universitarios en «Despotismo ilustrado (Cómo los progres afianzan el voto libertario)» y señalamos el particularismo de sus reivindicaciones en «¿Y ahora qué? (Sobre la marcha universitaria del 23 de abril)».

10 Martín Mosquera y Facundo Nahuel Martín, «Argentina: Dilemas estratégicos en la “izquierda popular”», originalmente publicado en Batalla de Ideas. Resaltamos en negrita.

11 «Derrotar a Macri, construir una alternativa política emancipatoria», publicado por Contrahegemonía Web el 9 de agosto de 2019. Resaltamos en negrita.

12 Sobre formas de realizar estas tareas hablamos en «La organización socialista: De la diversidad humana al teatro revolucionario y más acá…».

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *