SZTAJNSZRAJBER, MODELO DE INTELECTUAL FERNANDISTA. PARTE 1: Del Coloquio de IDEA a la «ranchada filosófica».

Carta Abierta dibujó una caricatura de cultura para la década kirchnerista, con Ricardo Forster a cargo de la «Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional» como su cúspide. El macrismo, con Facundo Manes y Alejandro Rozichtner en la misma función, no creó una dependencia estatal tan absurda pero prodigó su cultura del optimismo y la armonía a través de ellos.

La cultura burguesa, que se caracteriza por negar lo social y exaltar la identidad, la parcialidad y el individuo, campea en cada nuevo gobierno de diferente forma. Cansados (o jubilados) los viejos intelectuales de la Biblioteca Nacional, asqueado el filósofo rockero de la política y de un país que no sabe valorarlo, asoma el nuevo modelo de intelectual fernandista: Darío Sztajnszrajber (otro rockero entrado en años) lo encarna con destreza.

El coloquio y la ranchada

Al igual que Alberto, el intelectual fernandista no le hace asco a nadie: «Es con todos». Cultor de «lo abierto», su recorrido no conoce los límites. Después de todo, no cesa de repetir que no hay hechos sino interpretaciones. Tras haber realizado una trayectoria académica tradicional (secundario formal, título de grado en la UBA, carrera docente en secundarios y universidades hasta recalar, cuándo no, en FLACSO), su capacidad para combinar los conocimientos adquiridos en el sistema educativo con sus dotes para el teatro le sirvió para ingresar al Canal Encuentro durante el gobierno de CFK con el programa Mentira la verdad, montar espectáculos en el Konex y difuminar, en diversos escenarios, la línea que separa el magisterio del show.

Cuando el Frente de Todos no era siquiera una idea y el macrismo se encontraba en su momento de apogeo, tras derrotar a la mismísima Cristina en la provincia de Buenos Aires, Darío Z fue invitado en 2018 al Coloquio de IDEA, «La voz activa del empresariado argentino». Allí fue, con su cachet a cuestas, para brindar herramientas filosóficas a los empresarios:

Al finalizar amplió la incertidumbre de los presentes al plantear(les) «qué estoy buscando de ese otro asalariado, con qué conecto con su otredad o con su fuerza de trabajo». «No es casual que en casi toda la revolución del managemnent se trabaje justamente ese aspecto, el de reconciliarnos con la singularidad del trabajador y no dejarlo escindido entre lo que es, su singularidad, y su fuerza de trabajo que es lo que a mí me importa. Por eso creo que hay que cambiar de paradigma, en lugar de hablar de tolerancia hay que hablar de hospitalidad», concluyó.1

El filósofo presenta como revelación algo que estos tiburones conocen desde hace un siglo: el cebo de la retribución simbólica. No cuestiona la apropiación de plusvalía («su fuerza de trabajo que es la que a mí me importa»), sino el escándalo de que esa apropiación se realice brutalmente, sin conectarse con «la otredad asalariada», sin tener la delicadeza de ofrecer –o, al menos, de hablar de– «hospitalidad». Porque la explotación no impide la cortesía, estos amables capitalistas que buscan reinventarse necesitan que Darío Z les ofrende herramientas conceptuales, pobre gente:

Es un momento muy interesante de transformaciones sociales varias. En general en las grandes corporaciones hay sectores más conservadores que buscan reproducirse en lo que están, pero hay sectores más abiertos que están buscando reinventarse. […] Recibí con alegría la invitación. Vine a un lugar que no es propio y siento que hay un grupo de empresarios decididos a pensarse por fuera de los lugares más comunes. Traje de la filosofía herramientas para analizar el vínculo con el otro.2

Ese «momento muy interesante de transformaciones sociales varias» coincidía con un paro docente de 48 horas en la provincia de Buenos Aires. Y Roberto Baradel declaró en ese entonces que la gobernadora «Siempre quiso imponer una pauta salarial a la baja que nosotros nunca aceptamos». Pero ahora Baradel no convocó a paro alguno y ni siquiera declara que es inaceptable la pauta salarial a la baja de su gobernador peronista, mientras Darío Z mantiene una inalterable coherencia en su afinidad con quienes gobiernan. Porque en el año 2019, la debacle de Cambiemos trajo nuevos vientos que arrastraron al liviano divulgador desde los confortables sillones del Sheraton a un banquito en la villa durante la campaña electoral: del Coloquio de IDEA a la «Ranchada filosófica», con alumnos y docentes del profesorado «Pueblos de América» de la Villa 21-24, junto al actual diputado del Frente de Todos, Itaí Hagman y el ambiguo Juan Grabois.

En ese espacio, la villa, en el que muchos pibes luchan por acceder a un futuro mejor mediante la educación, en ese ámbito en el que Darío Z podía exhibir y ejemplificar un camino posible (el suyo), no lo hizo. Podía proponerles esforzarse por aprender y obtener una certificación necesaria para –como él mismo hizo– obtener un trabajo registrado, con mejores perspectivas, aún (y justamente) en una sociedad que día a día degrada la educación y las posibilidades de trabajo. Pero no. Darío prefirió cuestionar los exámenes:

Estos son los lugares para pensar una pedagogía emancipatoria. […] Si hay un agujero negro en la educación es que la educación formal sigue estando pensada desde la evaluación. Y genera miedo.3

Diez meses después de la muerte de dos trabajadores de la educación a causa de una explosión de gas4, el filósofo lanza un diagnóstico exculpatorio sobre la situación del sistema educativo. Sentado junto a dos dirigentes peronistas, prepara las excusas. Mientras el secretario general de la CTA y diputado por el Frente de Todos Hugo Yasky afirma que la cláusula gatillo es inflacionaria5, Darío Sztajnszrajber complementa por anticipado la idea al afirmar que si hay un problema en la educación formal es «que sigue estando pensada desde la evaluación». allí (no en resolver los problemas derivados de la miseria) está la revolución:

«Antes de continuar, el profesor y filósofo admitió que ante un planteo de este tipo cualquier pedagogo o gestor educativo va a decir que, sin examen, “se termina el contrato educativo». A lo que contestó: «No, la diferencia entre reforma y revolución es eso. Si vamos a pensar una educación distinta hay que pensar revolucionariamente».

«Si nos quedamos –continuó– con pequeñas reformitas haremos exámenes más interactivos, en ronda, a libro abierto. Pero siempre es lo mismo. Entonces uno no estudia por encontrar algo que lo moviliza, sino para rendir. Pero no nacimos máquinas para ser productivos en nuestro propósito último, sino para contradecirnos, inspirarnos, emocionarnos».

En este punto, recordó una anécdota de su etapa como docente del secundario, cuando en una clase de filosofía estaba trabajando con El Banquete de Platón y un alumno comenzó a llorar porque lo que habían leído en el aula le recordó algo. Y entonces se preguntó: «¿Qué le pongo? ¿Un diez porque se emocionó? ¿Cómo mierda se evalúa una emoción?» […]

«Una escuela que asuma este tipo de formato y se anime a esto es una escuela que va a poder terminar de alguna manera con los miedos y que cualquiera que vaya a rendir vaya con la voluntad y el deseo de decir “quiero ir a exponer todo lo que me movilizó este tema”. Cambia el esquema, ya no es una escuela disciplinaria, sino una escuela que busca trabajar en conjunto la emancipación».6

El planteo de este filósofo supone, al menos, dos cosas. La primera, que el principal obstáculo para que un pibe desarrolle sus facultades en el sistema educativo es el miedo a rendir examen. No cuidar a sus hermanos menores, no tener que trabajar, no la violencia doméstica, no la inexistencia de un entorno familiar favorable tanto emocional como educativamente. Tampoco son las escuelas que explotan o se llueven ni los docentes con sueldos miserables o sobrecargados de tareas. No. Para Darío Z «una pedagogía emancipatoria» debe modificar la evaluación.

La segunda cosa que supone, tan sutil como insidiosamente, es que toda la educación consiste en promover preguntas filosóficas. Pero ¿qué pasa si el examen no es de filosofía sino de matemática y un pibe responde que no sabe realizar una regla de tres simple pero se emociona porque le recuerda algo? «¿Qué le pongo? ¿Un diez porque se emocionó? ¿Cómo mierda se evalúa una emoción?» ¿Qué pasa si el muchacho trabaja en un almacén y le piden un cuarto de queso que está a $300 el kilo? ¿Cuánto le cobra? ¿Se pone a llorar? ¿Cómo se evalúa un cuarto de queso a $300 el kilo? ¿Qué pasaría si los trabajadores del Malbrán, sobre cuyas espaldas e inteligencia reposa mucho de nuestro futuro inmediato, hubieran sido educados en la revolucionaria escuela que propone Darío Sztajnszrajber?

La ciencia y el sentimiento

No es casual que una postura así tenga un desarrollo sustantivo en el pensamiento burgués actual. El problema inmediato para la estabilidad burguesa es la posibilidad de la rebelión de la población sobrante para el capital. No se trata de la porción de la clase que sigue siendo productiva (para el capital), sino de la porción creciente de trabajadores que el capital no necesita y se propone reducir a niveles de subsistencia biológica, cuando no a eliminarlos lisa y llanamente.

Dotar a esta parte de la clase trabajadora de capacidades productivas, promover su acceso al conocimiento, a la ciencia (y hacerlo de manera integrada en la educación, no a la manera farandulesca y fragmentaria de los divulgadores), significa un problema para los explotadores. De manera que en lugar promover el conocimiento del mundo se destaca el individualismo del sentimiento particular. La experiencia singular de los sentimientos en lugar de las leyes sociales o las regularidades comunes; las identidades autonomizadas en lugar de las relaciones materiales. Por eso se propone una escuela que sólo se interroga por el sentido de las preguntas.

Sztajnszrajber le oculta a su auditorio que una buena pregunta no puede formularse sino después de haber conocido muchas respuestas previas. Incluso, y sobre todo, respuestas que me hagan pensar preguntas que ni siquiera me imaginaría y que ya han sido respondidas antes de llegar a mí. Hacer creer que de mi cabeza marginada y particular surgirán preguntas como «¿Por qué hay algo y no más bien nada?» o «¿Qué tipo de número surge de la raíz cuadrada de un número negativo?» es una estafa. Una propuesta bestial. Una propuesta diseñada para ocultar (y así evitar resolver) los problemas que indican estos datos:

Según los resultados de Aprender 2018, en Matemática el 41,4% de los alumnos no alcanzó un nivel de aprendizaje satisfactorio. En el caso de alumnos de nivel socioeconómico bajo, el 56,7% no llega a este nivel. Las tres jurisdicciones con los mejores desempeños en Matemática son CABA, La Pampa y Córdoba.

A pesar de las mejoras en Lengua, sigue habiendo un porcentaje importante de alumnos cuyo desempeño no llega a un nivel satisfactorio (24,7%), particularmente en los estratos socioeconómicos más bajos (41,1%).7

El bilardismo y el marxismo

Invitado a un ciclo de entrevistas con alumnos de la Escuela de Comunicación Perfil, Darío Z tuvo otra oportunidad para exponer su mirada acerca de las cosas. Una mirada que, a juzgar por las conclusiones, vale para todos los escenarios y para todos los auditorios. Aquí le preguntaron por el bilardismo y respondió:

Yo era hincha de Atlanta porque nací en Villa Crespo, pero padecí mucho la final entre Atlanta y Temperley por el ascenso que perdió Atlanta. En esa época Estudiantes de La Plata no paraba de salir campeón con el equipo de Bilardo y todo el mundo odiaba a ese equipo. Era tal la animadversión contra Estudiantes y el «bilardismo» que dije «yo quiero estar con ellos», porque no podía creer la cizaña que había en contra. Vivo el «bilardismo» como un modo por el cual los equipos menos dotados en términos presupuestarios pueden dar una pelea y ganar un campeonato. Para mí el «Bilardismo» es la izquierda del futbol.8

En otro medio le preguntaron por Bielsa y respondió:

Creo que el de Bielsa toca elementos más propios de un liderazgo más sensible, más humano, que intenta conocer del jugador, no sólo su fuerza de trabajo –en términos marxistas–, sino también una totalidad que permita en última instancia que esa fuerza de trabajo rinda. […]

Y concluye esta entrevista con una suerte de brindis por el título de su programa en Canal Encuentro «Mentira la verdad»:

Está claro que el fútbol es posverdad pura. Porque la clave de la posverdad es la posibilidad que te da la realidad desde su condición amorfa de poder siempre generar de la misma una interpretación. Lo que la filosofía recupera cuestionando la idea de verdad dura, es la posibilidad de un abordaje siempre hermenéutico, o sea interpretativo de la realidad que nos engloba. Entonces la primera pelea que hace la filosofía es contra la idea de que hay lógicas verdaderas y lógicas falsas.9

Se trata de un pensamiento extensible a todas las esferas de la vida: si se puede estar bien con empresarios en IDEA y con trabajadores precarizados en Zabaleta, lo mismo puede lograrse con bilardistas y bielsistas. Porque, al fin y al cabo, «no hay lógicas verdaderas y lógicas falsas», todo es relativo al cristal con que se mire, todo es posverdad pura porque la realidad es amorfa. Eso sí: siempre citando a Marx y posando de izquierda.

Sin embargo el discurso de la fluidez permanente que pronuncia Darío Z presenta regularidades. Una consiste en reemplazar las cuestiones determinantes de la vida social por cuestiones secundarias, otorgándoles a éstas un estatuto primario: la hospitalidad de los empresarios, el miedo a los exámenes de los pibes, ésas son las cuestiones importantes.

Otra regularidad es que el fondo y el sostén de su pensamiento, la deconstrucción, recibe una y otra vez pinceladas descontextualizadas de Marx. ¿Para qué tanto referirse a Marx si piensa todo lo contrario?

En la próxima nota veremos el contrabando por el que se supone estar hablando del padre del socialismo científico mientras se repiten los mantras del posmodernismo. [Ir a la PARTE 2]

(Una versión de esta nota fue originalmente publicada en El Aromo el 21/03/2020).

NOTAS:

1«Filosofía para empresarios: el desafío que sembró Sztajnszrajber en Idea», nota publicada en El Cronista el 18 de octubre de 2018. El resaltado en negrita es original.

2«Darío Sztajnszrajber, el filósofo que incomodó e invitó a los empresarios “a pensar en el otro”», nota publicada en A24 el 19 de octubre de 2018.

3Matías Loja, «Darío Sztajnszrajber: “¿Cómo se evalúa una emoción?”», nota publicada en La Capital el 18 de mayo de 2019.

4Alejandra Hayon, «Cuando el abandono termina en muerte», nota publicada en Página/12 el 03 de agosto de 2018.

5Constanza Bengochea, «Hugo Yasky y un giro para estar alineado: “La cláusula gatillo genera dinámica inflacionaria”», nota publicada en La Nación el 18 de febrero de 2020.

6Matías Loja, «Darío Sztajnszrajber: “¿Cómo se evalúa una emoción?”», nota publicada en La Capital el 18 de mayo de 2019.

7María Lombardi, «¿Cómo evolucionaron los resultados de las provincias en las pruebas Aprender?», informe publicado en el sitio Argentinos por la Educación (https://argentinosporlaeducacion.org/).

8«Darío Sztajnszrajber: “El bilardismo es la izquierda del fútbol”», nota publicada en Perfil el 26 de febrero de 2019.

9Gonzalo Reyes, «Darío Sztajnszrajber: “El fútbol es posverdad pura”», nota publicada en La Tinta el 08 de septiembre de 2017.

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