En el año 1928 el escritor alemán Erich María Remarque publicó, en varias ediciones de un periódico, Sin novedad en el frente occidental. Al año siguiente se editó como novela y fue traducida rápidamente a más de veinte idiomas. La fama de esta obra se multiplicó en ya clásicas versiones cinematográficas: una inmediata, en 1930; otra para televisión, en 1979; y la de 2022, que todavía puede disfrutarse en Netflix. La novela fue calificada de alegato antibélico, porque narra la experiencia y la transformación de un grupo de jóvenes alistados voluntariamente en la Primera Guerra Mundial (por entonces «la gran guerra») y que pierde la inocencia y la cordura en el horror y la crudeza de una pesadilla sanguinaria. Suele decirse de esta novela que ilustra el sinsentido de la guerra.
Sin embargo, las guerras poseen un sentido pleno, con independencia de que coincidamos o no con él. Además, las guerras son una compleja práctica social, probablemente tan antigua como la propia humanidad, con un largo desarrollo teórico fundado en el estudio de los enfrentamientos y un amplio repertorio de ejercicios físicos coordinados para aprovechar el espacio y el tiempo. Ni hablemos del campo de innovaciones tecnológicas que implica. Si se quiere saber algo sobre la guerra, comprender su sentido y sus determinaciones, la perspectiva histórica de sus propósitos y el interés económico que preña sus causas eficientes, en fin, si se quiere entender, de poco sirve el libro de Remarque. La novela nos ayuda mucho a comprender la condición humana, pero poco y nada a comprender y saber sobre la guerra como práctica social.
Por eso los alegatos antibélicos han prestado poco servicio para detener los conflictos: 11 años después de publicada esa novela y a 21 años de finalizada la Gran Guerra, estalló la Segunda, más mortífera, más masiva, más extensa en el espacio y más prolongada en el tiempo. Para inteligirla y para intervenir no resulta propicio leer novelas, sino tratados de guerra, manuales de ingeniería y de economía o libros de historia. Textos probablemente más áridos, menos bellos, que despreciando la purga catártica y la satisfacción estética describan relaciones, expongan determinaciones, atribuyan causas posibles a ciertos efectos, establezcan proporciones, razonamientos y conjeturas y que, lejos ilustrar el sinsentido, permitan una comprensión cabal de su sentido.
Dicho de otra manera, los seres humanos, en tanto sujetos singulares, padecemos, sufrimos y no podemos comprender el sentido de fenómenos sociales que, en su funcionamiento global, sí son comprensibles. Conocer el funcionamiento de la sociedad de clases, en su totalidad o en sus particularidades, se parece a un viaje al infierno. Al menos, si adoptamos lo que Dante escribió célebremente:
Es por mí que se va a la ciudad del llanto, es por mí que se va al dolor eterno y al lugar donde sufre la raza condenada, yo fui creado por el poder divino, la suprema sabiduría y el primer amor, y no hubo nada que existiera antes que yo, abandona la esperanza si entras aquí.
¿Qué esperanza hay que abandonar? La de condicionar el conocimiento a su coincidencia con la belleza y la satisfacción estética. Hay un renunciamiento de una satisfacción por otra. Pero el abandono de la esperanza que pide el texto de Dante no es para despreciar. La verdad no tiene que inclinarse hacia el agrado. En general, pensar es pensar contra el cuerpo. Lo que se descubre, lo que se comienza a comprender, lo que ahora se sabe y no se sabía, en general es desagradable. Y al acercarnos a las estructuras sociales de las que esperamos que nos produzcan placer y satisfacción, quisiéramos que su interior reflejara lo que nos atrajo de ellas. Pero en períodos de decadencia no sólo no es así, sino que no puede ser así.
Lo mismo pasa con el fútbol. La «literatura de la pelota», como la llamó hace ya más de medio siglo el escritor desaparecido Roberto Santoro, la narración épica, la poética agonística, la caracterización de la identidad o del color folclórico, no sirven en absoluto para comprender esa actividad social que llamamos fútbol. Ni el fútbol aficionado ni, mucho menos, el fútbol profesional. Pero en estos últimos días sucedieron tres episodios en el ámbito del fútbol que dicen mucho más acerca de este deporte, su actualidad y su futuro que el ronco relato que fatiga la frase «la liga de los campeones del mundo». Y nos enseña una de las principales razones del raquitismo de la izquierda vernácula: su bajo dosaje de socialismo.
Los barras no existen… Pero que los hay, los hay
Reproducimos casi en su totalidad una reciente nota del periodista Gustavo Grabia. Es todo tan decadente que nos resulta difícil elegir qué dejar afuera de las citas:
Tobar no es solamente un hombre del gremio de los patovicas: es además uno de los hombres clave del mundo barrabrava, con poder ilimitado en Estudiantes, cuya tribuna es manejada por su hermano, Iván, quien también lidera una facción de la UOCRA local. Este es el hombre que amenaza con dejar sin efecto el regreso de Ciro y compañía tras 15 años de ausencia y con entradas absolutamente agotadas y esta es la historia que mezcla rock, fútbol, paravalanchas, negocio de la noche, sindicalismo y política, mucha política.
Todo comenzó cuando se supo que la productora 300 había confirmado el retorno de Los Piojos con varios shows sold out en el Único de La Plata, que es el único estadio del país donde no hay que negociar cupos de entradas y puestos de comida y bebida con los barras.
Que el Único no nos tape lo Común. Porque lo terrible no quita lo normal. Ni siquiera en clubes «modelo» o «ejemplares» como Vélez, Atlanta, River… está ausente este modelo de gestión de negocios.
En Vélez por ejemplo, donde habitualmente se hacen shows, La Pandilla de Liniers, que maneja Raúl Ciminelli, tiene un acuerdo con las productoras por una cantidad de tickets nunca menor a 800, todos los puestos adentro de alimentación, donde hasta se vende cerveza que se ingresa por el portón lateral para acreditados y, según el recital, hasta cuentan con un molinete habilitado, además del negocio de los trapitos y el merchandising ilegal. Todo, bajo la complicidad de la policía zonal y que llevó, por ejemplo, a un escándalo en el último show de Los Ratones Paranoicos.
Lo mismo ocurre en Argentinos Juniors, donde las tratativas hay que hacerlas con el jefe de la barra, el Cabezón Emerson; o en el Movistar Arena, si bien a otra escala, donde manda la gente de Atlanta. En River si bien está más atomizado que en los tiempos en que Guillermo Caverna Godoy manejaba todo, sigue habiendo beneficios para Los Borrachos del Tablón para apagar la amenaza de que se desmadre todo.
Pero en el Ciudad de La Plata Diego Maradona, como alguna vez contó Daniel Grinbank cuando decidió no hacer más shows en River por el poder de la barra, al no ser un estadio de un club, las cosas son diferentes. En realidad, la barra de Estudiantes tuvo en su momento mucha injerencia allí, cuando su líder era un ex policía exonerado, Fabián Giannotta, que tenía cobertura de la Bonaerense y se había quedado con los puestos de comida y bebida que regenteaba su esposa. Pero tras su caída como jefe barra (terminó en prisión en 2009 condenado a 15 años por un crimen en un boliche de Berisso llamado Alcatraz) esa influencia había aflojado.
No obstante, ahora vuelve a manos de la tribuna Pincha desde otro lugar: Miguel Tobar, delegado normalizador del gremio Unión del Personal de Seguridad de la República Argentina (UPSRA), presiona para que se contrate a empresas de este sindicato y no del otro que también está registrado en La Plata, el Sindicato Único de Trabajadores de Control de Admisión y Permanencia de la República Argentina (Sutcapra). Y, teniendo en cuenta que por cada show habrá 700 «patovicas» como se los llama en la jerga, que cobrarán no menos de 40.000 pesos por cabeza, se está hablando de una caja de 200 millones de pesos. Pero además el que se quede con los shows se queda después para todo evento en el Único, por lo que el negocio en juego es millonario. Y donde hay millones, hay barras.
La historia de Tobar es muy singular. Junto a su hermano Iván y a Adrián el Gato Socio ganaron 15 años atrás a fuerza de violencia la tribuna de Estudiantes […] Tras haber estado más de cuatro años en prisión entre 2019 y 2023, fue sobreseído y liberado. Al salir entendió que el negocio era por el lado del sindicalismo. Su hermano no sólo era el capo de la tribuna de Estudiantes, sino que pisaba fuerte en la UOCRA local, donde mantiene una guerra permanente con el ala de la familia Medina. Así, Miguel Tobar se metió en el negocio de la seguridad privada con el aval del líder del sindicato Upsra, Ángel García, quien fue presidente del club Berazategui, donde quedó involucrado con la barra de esa institución cuando, tras un crimen por el poder de esa popular, varios testigos dieron cuenta del apoyo oficial a una facción hasta con viajes todo pago a los Mundiales.
Con esa chapa, Tobar hizo dos cosas. Por un lado, sumó barras al sindicato para blindar el poder de García ante la amenaza de que le aparezcan rivales en la conducción del gremio. La alianza más polémica la hizo con Ariel el Pato Calvici, jefe de la barra de River, que quedó registrada en una asamblea del gremio en Moreno. Y por otro lado unió lazos con la firma Control Admisión y Permanencia S.A. (Capsa) y logró meter la empresa en Estudiantes para hacer la seguridad del Estadio Uno y del country, en otro acto de connivencia fútbol-barra, y también en varios boliches de la noche platense. Pero la plata grande está en el Único y ahí la productora de los shows de Los Piojos arregló para hacer seguridad con tres empresas que están afiliadas al otro gremio. Y por eso ahora Tobar salió a amenazar que acuerden con ellos o no hay recitales.1
Dirigentes burgueses de los clubes, apoyados por matones y delincuentes, que provienen del narcotráfico o el sindicalismo, o llegan a él negociando con la policía y el Estado, como si sus actividades fueran lícitas y provechosas.
Como militantes socialistas, este tema nos es tan cercano como innegociable. 14 años atrás esta colusión de la dirigencia burguesa de los clubes, barras bravas, políticos –sobre todo peronistas– y burócratas sindicales, asesinó al compañero Mariano Ferreyra. Exponiendo no sólo la connivencia mencionada, sino algo más preocupante. El silencio sistemático sobre este movimiento y su crecimiento por parte de la izquierda socialista revela que no se encuentra muy orientada sobre las reales amenazas de perspectiva autoritarias. A pesar del antecedente de estas bandas asesinando a un socialista, al servicio de los patrones tercerizadores y el gobierno kirchnerista, no los denuncian porque suponen que los fascistas deben uniformarse con camisas pardas y brazaletes, no con el torso desnudo y los dedos en V.
Esto significa perder una oportunidad. Porque, como deja en evidencia la cantidad de publicidades asociadas con el fútbol, se trata de un tema que interesa ampliamente. Pero la estrategia de interpretar los problemas de la misma manera que los burgueses no ayuda a la construcción de una alternativa socialista. Sólo aspira a ganar la simpatía de algunos peronistas. Si en los temas en los que hay una gran audiencia y muchas pruebas a la vista (como enseguida mostraremos), la izquierda procede en modo peronista, no es de extrañar que cuando gana el peronismo únicamente gane el peronismo y, con toda coherencia, cuando pierde el peronismo también pierda la izquierda.
Como en Only Fans o soldaditos narcos
Pero en «la liga de los campeones del mundo» también pasan otras cosas. El club Deportivo Riestra hizo jugar en el torneo oficial, en un partido contra el puntero, a un streamer que no había hecho inferiores en ningún club pero, eso sí, tiene muchos seguidores. Cabe mencionar que el sistema de divisiones inferiores de los clubes de la AFA es la fórmula secreta de su singular éxito futbolístico2. Se apoya sobre una gran competitividad en todas las divisiones y regiones, y otras cuestiones adyacentes, pero allí está la clave que comienza a ser demolida desde adentro por el negocio de las redes y las apuestas3. Los méritos deportivos de Spreen, el futbolista debutante, son desconocidos. Pero no las razones de su inclusión:
Buhajeruk no es el primer influencer en sumarse al Deportivo Riestra, algo similar ocurrió cuando contrataron como arquero al tiktoker, Jaime Berceló. Sin embargo, Spreen generó más revuelo ya que juega de delantero e inevitablemente su corta duración en el campo de juego hizo estallar los memes en las redes sociales. Spreen es considerado uno de los influencers más importantes de Latinoamérica. Tiene 7.7 millones de seguidores en Youtube, 9,6 en Twitch, 5,4 en Instagram, 5,9 en Twitter y 536 mil en Kick; lo que suma un total de 29 millones de seguidores entre todas sus redes sociales. […]
La incorporación de Spreenal plantel de Deportivo Riestra tiene una sola explicación: marketing. Sumar influencers al deporte es una tendencia que crece a nivel global en diferentes disciplinas. El objetivo es atraer a nuevos hinchas. Estas estrategias no solo generan contenido viral, sino que también fortalecen la conexión entre el deporte y la cultura actual.
[…] «Yo quiero tener mi carta en el FIFA. Estoy luchando para eso» apuntó el streamer.4
Señalemos que el objetivo no es sumar socios (el raquitismo de Riestra en ese aspecto facilitó que Stinfale se hiciera del club), sino vender latitas de Speed, la razón de ser de Riestra desde hace años.
Simultáneamente, el Kun Agüero organizó un torneo de fútbol «amateur por plata», instalado y promovido directamente por la plataforma Disney+. Jugadores colgados o que cobran salarios normales (sólo la minoría, de los clubes más destacados, cobran fortunas) se plegaron a la changuita. Algunos de los clubes en los que estaban fichados les rescindieron el contrato. El Kun Agüero denunció:
Hay muchos clubes que le echan la culpa y buscan la excusa de este torneo. ¿Sabés por qué? Porque ya terminó el ascenso, salvo algunos que están en instancias finales como Los Andes, y los equipos le rescinden el contrato para no pagarle el mes de diciembre. Buscan la excusa perfecta y nadie dice nada.5
Valga una digresión. Se ha comentado y reproducido bastante esta anécdota del Loco Houseman:
Ya era una figura en Huracán, pero el lazo con el barrio jamás lo cortó, al punto de que si había torneo en la villa, René ahí estaba. «Había que concentrar, pero no fui porque terminaba el campeonato por plata en el barrio. Yo estaba sentado en el banco. El Flaco se acercó y me dijo: “Houseman, ¿qué hace acá?”. Yo le contesté: “¿Qué quiere que haga? Mire cómo la mueve el wing nuestro”».6
La anécdota es hermosa por la gambeta verbal del Loco, a tono con sus gambetas en la cancha. Le preguntan qué hacía ahí, en el campeonato de la villa, y respondió qué hacía… en el banco de suplentes. Esta escena se dio en un marco que hoy es noticia: la degradación de la base de la pirámide de los trabajadores del fútbol que, enmascarada tras los nombres «potrero» o «amateur», prueba que la gran mayoría de los trabajadores del fútbol no la pasan glamorosamente (lo mismo les pasa a las chicas de Only Fans, a los soldaditos narcos, a los infinitos youtubers…)7. Lo que era broma en la época del Loco hoy es otro negocio adjunto al fútbol, ligado a la publicidad global: si en los barrios hay campeonatos no profesionales que se juegan por plata, ¿por qué no incluirlos como un espectáculo rentable? Además, habrán pensado el Kun y sus socios, con el nombre Copa Potrero y salteando los clubes tradicionales, nos aprovechamos del folclore del fútbol y lo utilizamos a favor de ganar «unos mangos».
Hace un siglo que el fútbol profesional es un negocio en Argentina. Y hace décadas que, como todos los negocios en este país, experimenta un proceso de concentración económica y degradación social. El fútbol lo vive como lo hace el resto de la vida económica y social argentina. Y, como dijimos, es una oportunidad especialmente favorable para mostrar el funcionamiento del capital. Muchos conocen y reconocen los datos, sienten como propia la actividad y la aprecian. Pero hay que descender al infierno del Dante y abandonar toda esperanza.
Lúmpenes ahuevonáos…
Veamos lo que ve y lo que trasmite La Izquierda Diario (LID), el principal órgano entre los partidos del FITU, la hegemónica izquierda trotskista argentina. De todo lo expuesto más arriba no se dice una palabra, porque podría favorecer el desembarco de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) en el fútbol. No importa el nivel de degradación y violencia, no importan el escándalo ni el ridículo. Todo debe ser aceptado para «no hacerle el juego» al desembarco de las SAD. De esa manera, la batalla de la izquierda se dirige a defender un modelo de propiedad privada (la asociación civil) contra otro (la sociedad anónima), incluso cuando ese modelo vigente sea deficitario, un pingüe negocio para los burgueses ligados a él y se encuentre custodiado por los que ejecutan la violencia burguesa en los sindicatos y en las protestas.
Dado que en Chile los clubes son SAD y aquí no, LID se ocupa con mayor asiduidad de los problemas del fútbol en Chile que en Argentina. Es llamativo que sean los mismo problemas y que en nuestro país sean más graves pero, como aquí «los clubes son de los socios», la crítica de la realidad se acomoda al prejuicio. Sin embargo, vale la pena seguir el razonamiento de la izquierda trotskista. Comencemos con su análisis de la situación chilena en relación a la violencia:
El sistema necesita del lumpen, pues crean las condiciones para levantar leyes más represivas y opresivas que tiene como finalidad controlar, por ejemplo, a los trabajadores y sus posibles luchas o como sucedió en el partido de Colo Colo, para que no existan manifestaciones de ningún tipo que incomoden al régimen político.8
En Argentina estamos rodeados de lúmpenes que actúan en una notoria y amenazante connivencia con el Estado y los gobiernos. Lo sucedido con Mariano Ferreyra es la norma, lo excepcional fue la gravedad de la violencia, que segó su vida. Por lo demás, esa violencia sindical-barra es de lo más usual. Pero LID utiliza un episodio marginal de Chile (la negativa de las hinchadas a realizar un minuto de silencio por Piñeyra) para derivar de ahí una norma absurda: los lúmpenes son la excusa para la represión. Ignorando que los lúmpenes son vectores de la violencia represiva y que las víctimas son los trabajadores, los hinchas comunes, las familias que quieren ir a la cancha.
Pero no es rara esa torsión, ya que LID presenta notables deficiencias conceptuales. Por ejemplo, cuando explica en la misma nota su propuesta, que sería antagónica a la de los clubes asociaciones civiles:
Es necesario que los equipos estén bajo control de sus trabajadores y de los aficionados organizados democráticamente, no de las directivas, para que sus instalaciones y personal sirvan para fomentar un mejor desarrollo de la juventud y de sus comunidades, no para enriquecer a un puñado de empresarios multimillonarios. Que los recursos que generan los equipos sirvan para financiar programas públicos que permitan alejar a los jóvenes de la violencia y les inculquen otros principios, basados en la solidaridad y la ayuda mutua como parte de la clase trabajadora y del pueblo pobre.
Los aficionados y los hinchas comunes no son los que gobiernan los clubes porque los clubes son de los socios, es decir, de los que cumplen los requisitos estatutarios que incluyen pagar las cuotas regularmente. La mayor parte de los simpatizantes, de los hinchas, no son socios. Puede que algunos trabajadores lo sean, pero no es la regla. Volveremos sobre el tema al final de la nota. Por ahora solamente observemos que, en Chile, LID propone otra cosa de la que sucede en Argentina, donde la propuesta es defender la gestión privada de los deportes.
Apelación trotskista al barro mitológico
Tanto interés por el fútbol chileno no llega a eclipsar lo que ocurre en Argentina. Por eso LID tiene otro recurso: la «amenaza de las SAD». Así cuenta cómo ocurrió del otro lado de la cordillera.
La maquinaria empresarial que se le impuso a los clubes chilenos
Las corporaciones sin fines de lucro fueron la forma de organización para los clubes por muchos años, permitiéndoles desarrollarse en más de una disciplina deportiva. En sus inicios se sustentaban principalmente de las cuotas que pagaban los socios miembros del club. Por lo que la figura del «socio» era de mucha importancia, dado que eran quienes levantaron los clubes y mantuvieron económicamente antes de la aparición de la empresa privada.
A diferencia de hoy, las corporaciones sin fines de lucro no se enfocaban solamente en un deporte y se caracterizaban por los servicios que entregaban a la comunidad.
Las SADP se instalan en el deporte chileno a partir de las grandes deudas y diferentes situaciones financieras que arrastraban los clubes desde los años 90 y situación que estalla con las quiebras emblemáticas de Colo-Colo (2002) y Universidad de Chile (2004). De esta forma los clubes deportivos, que en su mayoría funcionan como corporaciones sin fines de lucro hasta ese momento, fueron presionados y llevado a un callejón sin salida, para transformarse en sociedades anónimas. Lo que se desarrolló en medio de las acusaciones de un complot político detrás de la quiebra de los clubes.9
Se brinda una información y se niegan sus consecuencias. Las asociaciones civiles son modos jurídicos privados sin fines de lucro. No pueden retirar dividendos o ganancias, pero son privadas (la repetida frase «los clubes son de los socios» lo afirma) y pueden pagar sueldos y honorarios (a veces desmesurados). Realizan además negocios bajo las reglas de la competencia capitalista en el mercado. Eso que «los presiona y los lleva a un callejón sin salida» es, en gran parte, el sistema capitalista. Y, en menor medida, la deliberada liviandad con la que los burgueses administran las propiedades ajenas. LID disuelve el funcionamiento ciego del capitalismo en la mala fe y la incapacidad de algunos señores, algo que se resuelve con que administren otros señores.
Pero en los clubes han medrado –desde hace casi un siglo– burgueses y burócratas sindicales de todos los colores, aquí y en el mundo. Se han aprovechado no sólo y particularmente de los socios, sino también de los trabajadores en general, que son los que pagan los «salvatajes» necesarios para tapar y resolver los «curros» de esos tránsfugas.
Al incluir Brasil esta posibilidad jurídica en agosto del 2021, el Atlético Mineiro había llevado su deuda desde 145 millones de dólares en 2019 a unos 250 millones de dólares en 2021. Las deudas de Cruzeiro y Botafogo se acercaban a los 200 millones de dólares. Lo catastrófico de la gestión de los clubes en manos de los socios, es decir en manos de burgueses y burócratas, es que en la última década la Liga de Fútbol profesional de Argentina y el Brasileirao de Brasil han sido la 3° y 5° respectivamente entre las más superavitarias, superadas por Portugal (1°), Países Bajos (2°) y la segunda división inglesa (4°), con ingresos netos por ventas de 1493 y 1291 millones de euros10. Al desconocer el funcionamiento del capitalismo, los trotskistas quieren tapar el sol con un dedo: el formato jurídico.
Esto marca de alguna forma el camino que hay que seguir para pelear por echar abajo las sociedades anónimas y a la vez acabar con el negocio del fútbol. Es necesario impulsar instancias de coordinación de agrupaciones de hinchas, donde además es clave que se puedan hacer parte las y los trabajadores de los clubes, los jugadores y todos quienes día a día mueven estas instituciones.11
Otra vez se defiende la propiedad privada y se idealiza una gestión (la de «los socios») que conduce a la quiebra y a situaciones como las narradas por Gustavo Grabia al comienzo de esta nota. Sucesos de un país en el que hay prácticamente unanimidad sobre el rechazo a las SAD. Lo explica LID en esta otra nota:
Para este punto es importante destacar que, a diferencia de las asociaciones civiles sin fines de lucro, las Sociedad Anónimas Deportivas (SAD) operan con fines de lucro, es decir, beneficios individuales y ganancias. En Argentina se podría decir que las SAD tienen nombre y se apellida Macri, ya que el primer intento de transformar los clubes en sociedades anónimas fue en su en el Club Boca Juniors (1995-2007). El ingeniero llevó la propuesta por primera vez a la Asociación de Fútbol Argentina (AFA). Sin embargo, este perdió por votación con un rotundo 34 votos en contra y 1 solo a favor (el suyo).12
Así es. En las últimas tres décadas, Macri llegó desde las empresas de su padre a la presidencia de Boca, luego a gobernar la ciudad capital del país y, en una trayectoria admirable, todo el territorio nacional. Perdió la reelección habiendo obtenido el 40% de los votos, modificó la Corte Suprema y contrajo deuda externa pero, curiosamente, no consiguió el ingreso de las SAD al fútbol profesional, tal como LID relata sucintamente (tampoco hay mucho más que decir).
¿Cuál es la razón de este fracaso puntual de Macri en su trayectoria ascendente? ¿Por qué, si pudo lo más, no pudo lo menos? Respuesta: porque la burguesía argentina no quiere las SAD. El actual funcionamiento de los clubes está mucho mejor adecuado a los intereses de la burguesía argentina que las SAD. Algo que LID reconoce:
Aunque Milei sufrió algunos reveses como un nuevo fallo judiciales adverso –la semana pasada fue la Justicia Federal de Mercedes la que hizo lugar a una medida cautelar que suspende la reglamentación de las Sociedades Anónimas Deportivas que dispuso el Gobierno por decreto– o como el respaldo de la FIFA (Federación Internacional del Fútbol Asociado) y la Conmebol (la confederación del fútbol sudamericano) a la AFA, el presidente libertariano sostiene su plan de habilitar el marco legal de venta y privatización de entidades deportivas bajo la forma de Sociedades Anónimas Deportivas. […]
Pero el fútbol y sus clubes se siguen expresando, al momento por abrumadora mayoría, en contra de transformarse en entidades privadas sometidas a las reglas del mercado.13
Destaquemos que el carácter privado de los clubes impide que sean transformados por una acción pública. Para transformar los clubes en SAD tendría que producirse una escena como la siguiente. En simultáneo, es decir en una misma asamblea, la mayoría de los clubes debería votar las modificaciones estatutarias correspondientes, que pueden ir desde distintos compromisos financieros hasta la transformación completa de todas las instituciones. Luego, eso debería refrendarse en los clubes.
La comparación con la Real Federación Española de Fútbol es débil, ya que la AFA no tiene el mismo estatus jurídico que la RFEF. En una palabra: hoy es difícil que suceda. Pero sirve para desviar la atención de lo que realmente sucede (ver la nota de Grabia al comienzo). Se trata de la más trillada de las estrategias conservadoras. Una estrategia que siempre se complementa con alusiones mitológicas al origen, a ese barro fundacional que sería la fuente identitaria de una esencia incólume, como si el país no hubiera cambiado en los últimos cien años:
Primero Macri y ahora Milei quieren tomar estos modelos como si fueran la solución de la pobreza y la indigencia en el país, cuando los clubes fueron fundados por la gente de barrio que levantó sus cimientos entre el barro y el sudor de su frente. Además, sin un club de barrio que diera la posibilidad de jugar a la pelota con amigos, no hubiera habido un Maradona, ni un Messi.14
La última frase apunta a una causalidad indemostrable: las SAD pueden producir Bellinghams, Mbapés, Valverdes, Van Dijks o Donarumas, pero no Messis ni Maradonas.
¿Antimarxismo trotskista o trotskismo antimarxista?
Los planteos expuestos se entienden un poco más cuando nos acercamos a la concepción del socialismo de la que están imbuidos los trotskistas del FITU:
Incluso, si quisiéramos ser intransigentes podríamos señalar que cualquiera que haya utilizado esas páginas o servicios de piratería online podría ser, en la práctica, un poco «socialista». Cuanto menos, reconocer(se) como un eslabón más de la cadena de consumo, o simplemente un integrante más de la clase obrera que como las mayorías sociales carece de capital y desea (por acción u omisión) el acceso a la cultura de la manera más eficiente y económica posible. Entonces, podríamos decir que, ¿buscamos una solución socialista en la perspectiva de nuestras necesidades? Admitamos que cuanto menos nos seduce la idea de socializar el acceso a la cultura. Nadie juzga los gustos culposos hoy en día. […]
Ayudado por los grandes medios de comunicaciónel capital penetra hasta en lo más profundo de nuestras vidas. En nuestros gustos, en cómo amar y cómo sentir. Si prendemos la tele y hacemos «zapping», entre la última novela, Gran Hermano, y la última moda impuesta, no se salva nadie.15
Ser «un poco» socialista por usar algo sin pagarlo, cuestionarse buscar soluciones socialistas en la perspectiva de nuestras necesidades, incluir la noción de «gustos culposos», concebir a los medios de comunicación como un modo privilegiado de penetración del capital. Una extraña lista adecuada a un socialismo totalmente extraño… al marxismo. No sorprende entonces que, al buscar referentes, LID no escoja entre marxistas sino entre la pléyade peronista y reproduzca las opiniones de Ángel Cappa, un pensador antimarxista que sostiene lo siguiente:
Quiero referirme, particularmente, al fútbol profesional y sobre todo a algunos jugadores de la élite que ganan fortunas y están rodeados de todos los privilegios que no se encuentran en otras actividades propias de su clase social. En general esos jugadores provienen de la clase trabajadora, de los empobrecidos por el sistema.
Por eso llama la atención que algunos cracks como Agüero, Ramón Díaz, Tevez, o el Dibu Martínez, apoyen explícitamente a gobernantes que condenan al hambre y la miseria a gente de su barrio, de su familia, de su entorno. […]
La fama y el dinero le quitan el suelo que pisa y lo depositan en una nube ilusoria de poder. Es decir, lo desclasan, le quitan sus raíces y le hacen suponer que pertenece a la clase dominante. Se esfuerza por aprender el uso adecuado de los cubiertos de mesa, se pone los perfumes y bebe el vino al alcance de muy pocos, se empareja con mujeres que aparecen en las revistas de moda y que ayer mismo ni lo miraban o lo hacían con desprecio, se viste con ropa de las marcas más caras y hasta cambia el modo de hablar. […]
Tal cual dice el sociólogo Marcos Roitman, «[…] Baste con mirar a los deportistas cuyos sueldos son estratosféricos y no por ello pertenecen a la burguesía. Siguen siendo trabajadores por cuenta ajena. Acceder a un nivel de consumo no les convierte en burguesía. Ni convertirse en empresarios les habilita. La burguesía tiene reservado el derecho de admisión como clase social».16
De las últimas dos notas de LID que citamos podemos inferir que el socialismo no es organizar la posibilidad del consumo de acuerdo a las necesidades de la clase trabajadora sino «socializar los accesos», no los medios de producción. Inferimos también que LID tiene un decálogo de gustos entre los cuales algunos, por no corresponder vaya uno a saber con qué, serían «culposos». E inferimos que el modo privilegiado de penetración del capitalismo son «los grandes medios de comunicación» y no la vida cotidiana del intercambio mercantil y el sistema de precios. Lo único que faltaba era que alguien dijera que la pertenencia a una clase social en el capitalismo no depende de la propiedad de medios de producción y de vida, sino de la aceptación de los burgueses tradicionales.
Todo eso es el reverso exacto de El Capital y, a la vez, la idea de clase dominante que más le cabe al peronismo.
Está claro que no todos sino una ínfima minoría de los trabajadores del fútbol franquea la frontera de clase. Ya vimos que muchos aceptan changas, apretados por la situación económica, como los que juegan el campeonato del Kun Agüero. Pero Ángel Cappa habla de los millonarios «cuyos sueldos son estratosféricos». Algunos, como Iniesta, Ronaldo, el ex de Wanda Nara, Maxi López, no sólo son patrones como Messi o Cristiano, que poseen hoteles y otros emprendimientos, sino que además poseen clubes. Es decir, son los patrones de sus (en el campo de juego) compañeros.
La desorientación de los análisis y la peronización de los diagnósticos por parte de LID no pueden adjudicarse a otra cosa que a un abandono de hecho (no importa si es indeliberado) de las categorías más elementales de la crítica de la economía política.
El secreto de la segmentación programática
Hay problemas reales del fútbol que afectan a las familias obreras y los hinchas trabajadores. La violencia es uno de los mayores. Un problema que reaparece en las asambleas y el activismo cuando esos mismos matones prestan servicio a las patronales. Y en toda campaña electoral cuando lo hacen para los punteros.
La izquierda trotskista desconoce estos problemas. Su enemigo es un fantasma rechazado masivamente, las SAD. Su propuesta es mantener lo que hay. Y en eso acuerda con el peronismo, nacido para mantener lo que hay. En pos de esa alianza, el trotskismo olvida que la burguesía no es una carga genética, no la define el nacimiento ni la membresía de un club, sino una relación específica con los medios de producción. LID compra y difunde la versión imaginaria de Ángel Cappa: los consumos (¿culposos?), las costumbres, la aceptación de las elites tradicionales, serían los rasgos que definen las clases. Vaya marxismo.
Pero eso no es todo. Este largo recorrido de hoy tiene otro objeto. Mientras una parte del trotskismo se desliza hacia la coincidencia con el peronismo, sus criterios imaginarios para delimitar clases sociales y la complicidad con el Chiqui Tapia por su abnegada «lucha» contra las SAD, a otra parte de la militancia –que no aceptaría estas tonterías– la agrupa en la Asamblea de Intelectuales Socialistas, que cita autores marxistas, conceptos sesudos y manifiesta una actitud radical.
Consideramos que esta política de segmentación programática es desafortunada porque procede como la burguesía en el mercado: por yuxtaposición y adición, sin molestas contradicciones, con tal de ofrecer un producto para cada tipo de cabello. Porque no hay ninguna acción posterior en el horizonte. Pero la burguesía sólo quiere vender champús, no cambiar el mundo.
NOTAS:
1 Gustavo Grabia, «Los entretelones de la amenaza barra que pone en jaque los recitales de Los Piojos en La Plata», nota publicada en Infobae el 18 de noviembre de 2024.
2 Escribimos sobre esto en «El proletariado del fútbol (Y el condenatorio reformismo de revista Anfibia)» y en «Un campeón mundial por cada millón de pibes desechados».
3 Ver, por ejemplo, «“Me escaneé el ojo y le puse todo al rojo» (Apuestas online y degradación educativa)».
4 «El streamer debutó en Primera con Deportivo Riestra formando parte del equipo titular, y jugó solo 1 minuto», nota publicada en El Eco el 11 de noviembre de 2024.
5 «Sergio Agüero y su Copa Potrero: Conflicto con jugadores y hasta apuestas ilegales», nota publicada en Golazo24 el 19 de noviembre de 2024.
6 «Cinco anécdotas del “Loco” Houseman: su apodo en la villa, su rol como “actor” y las tres frases en inglés que aprendió en Sudáfrica», nota publicada en Infobae el 22 de marzo de 2018.
7 Al respecto, «Only Fans: ¿qué tienen en común los narcos, el porno y el sistema prostituyente?» y «Redes y prostitución: De posar desnuda a la “economía social”».
8 Magdalena Calderón, «El fútbol chileno en crisis: A 12 años del Plan Estadio Seguro ¿A quiénes favorece realmente?», nota publicada en LID el 18 de febrero de 2024.
9 Magdalena Calderón, «A propósito de Milei y la privatización del fútbol argentino. La nefasta experiencia de las sociedades anónimas en Chile», nota publicada en LID el 14 de enero de 2024.
10 «El sistema de fichajes y la Premier League», posteo del Observatorio del Fútbol CIES, 20 de noviembre de 2024.
11 «A propósito de Milei…», nota citada.
12 «Una pregunta técnica, malos resultados y clubes en quiebra: lo que nadie dice de las SAD», nota publicada en LID el 19 de julio de 2024.
13 Augusto Dorado, «El Gobierno insiste en su cruzada privatizadora, pero crece el rechazo a las SAD», nota publicada en LID el 11 de septiembre de 2024.
14 «Una pregunta técnica…», nota citada.
15 «Futbol Libre y el acceso a la cultura», nota publicada en LID el 13 de julio de 2024.
16 Ángel Cappa, «Fútbol: cuando el que gana, pierde», nota publicada en LID el 11 de noviembre de 2024.