En uno de sus cuadernos de notas, Chejov registró esta anécdota: «Un hombre, en Montecarlo, va al casino, gana un millón, vuelve a casa, se suicida». La forma clásica del cuento está condensada en el núcleo de ese relato futuro y no escrito. Contra lo previsible y convencional (jugar-perder-suicidarse), la intriga se plantea como una paradoja. La anécdota tiende a desvincular la historia del juego y la historia del suicidio. Esa escisión es clave para definir el carácter doble de la forma del cuento. Primera tesis: un cuento siempre cuenta dos historias.
Ricardo Piglia, Tesis sobre el cuento, 1.
Milei lleva adelante dos planes a la vez
No es ninguna novedad que todo plan de gobierno burgués cumple con el requisito expuesto en las Tesis sobre el cuento de Ricardo Piglia: todo plan tiene dos planes que se incluyen en él. Todo plan económico se desdobla, de alguna manera, en un plan general y otro particular; en uno que contempla a la totalidad de la clase capitalista, y otro que excluye e incluye a sectores particulares de esa misma clase. Un plan que privilegia el crecimiento, la valorización de los capitales, y otro que contempla la gobernabilidad y estabilidad de la situación social. Las restricciones materiales y la voluntad.
Porque un sistema sostenido en la oposición y el conflicto no sólo entre clases antagónicas, sino entre sectores de la misma clase explotadora que compiten entre sí, tiende al movimiento y a la contradicción, a la dinámica constante, es decir, a la inestabilidad.
En este momento, el plan económico tiene que resolver muchas cosas, problemas históricos, es decir, estructurales, de larga data. Pero, a diferencia de otras crisis, tiene que hacerlo en una versión comprimida, abreviada: «no hay tiempo», se repite constantemente. Además, tiene que «hacer pasar» medidas que, en uno u otro sentido, provocan resistencias: las draconianas medidas económicas que las «férreas leyes de la economía» exigen aplicar contra una serie de intereses sectoriales, se topan con la existencia de los actores privados que encarnan esos intereses y que, cada uno en defensa de su particularidad, resisten la aplicación de lo que las «determinaciones más generales» reclaman.
El determinismo mecánico de la economía y el voluntarismo romántico de la política se encuentran, desencontrándose, en cada crisis. No por la incapacidad moral o intelectual de los protagonistas, sino por «selección natural» de protagonistas adecuados a la incapacidad objetiva de conciliar los mecanismos generales con las voluntades particulares.
Dos planes para dos tipos de problemas
Desde hace décadas, la economía argentina se retrasa en su capacidad de generar riqueza, se lentifica en la productividad del trabajo. Mientras el mundo se encuentra azorado por el mayor salto de capitalización en un día de una sola empresa (Nvidia) que produce los chips para la Inteligencia Artificial, y que promete ser actor protagónico de una revolución en la productividad a nivel global y, por lo tanto, de las ganancias, en Argentina el presidente libertario no puede tocar el régimen de proteccionismo y atraso de ensamblaje precario en el culo del mundo, Tierra del Fuego. Según Fernández Macor:
durante el período 2001-2022, la tasa de crecimiento anual promedio de la productividad del trabajo fue del 8.2% en China, 2.9% en Corea del Sur, 2.8% en Chile y 1.9% a escala mundial, mientras que en Argentina fue apenas de 0.2%. Esto indica que la productividad del trabajador argentino se distancia cada vez más de la media mundial.i
Cuando hablamos de Argentina, nos referimos a una economía en la que casi todo lo que produce riqueza ha sido –y sigue siendo, crecientemente– un regalo de la geografía. Eso habla con elocuencia acerca de la involución de la clase social que dirige este país. La burguesía argentina escarba en su territorio buscando que la tierra, las montañas, los ríos, el sol, las lluvias o el viento, le entreguen una riqueza que ha abdicado de producir mediante la inteligencia y la productividad.
Frente a la improductividad no competitiva a nivel internacional, frente al achicamiento y el empobrecimiento del mercado interno (desde el año 80 a hoy, el PBI de Argentina pasó del 1,3% al 0,75 del PBI Mundialii), la mayor parte de cada peso o dólar que acumula la burguesía argentina sale del circuito económico productivo (se fuga, no necesariamente a «otro país», sino afuera de la producción de riqueza) y queda estático, como una reserva o un gasto suntuario. Se comprende entonces que se construyan cientos de edificios y unidades habitacionales mientras que, a la vez, existe una crisis habitacional sin paralelo (el problema de los alquileres es únicamente su expresión más notoria): se construye mucho para poder meter la guita en algún lugar seguro (o se la deposita o se compran acciones de empresas competitivas, inevitablemente extranjeras), no para introducir esos bienes en el circuito económico e incrementar la oferta de viviendas.
Como el capitalismo es un sistema de respeto a la iniciativa privada, es necesario «convencer», «seducir», «atraer» con señales a esas voluntades. Hacer creíble que eso que se dice que va a pasar, efectivamente pasará. Y que, por lo tanto, vale la pena arriesgar el dinero en ésa y no en otra forma. Semejante credibilidad, semejante fe que es necesario convocar, es el punto de inflexión entre la rudeza de las leyes económicas y la blandura de la «confianza».
A los pocos sectores que generan ingresos se los debe convencer de que sigan generándolos y de que entreguen dólares para el funcionamiento del país. Ellos, como capitalistas, lo hacen si les conviene. Y para que les convenga es necesario hacerles concesiones. Fundamentalmente, no retenerles ganancias en forma de impuestos. Pero el país es mucho más grande y amplio que esos sectores, de manera que no puede sostenerse sobre sus propias piernas productivas, por lo que no cobrar impuestos implica la bancarrota de la mayor parte de la vida social.
Esta encerrona es pendular: si los pocos capitalistas que generan divisas son seducidos con muchas libertades no hay con qué sostener una masa creciente de necesitados de subsidios; si se les imponen requisitos, se retiran de la producción o recurren al mercado negro. El ciclo sólo ha dado respiro durante breves lapsos históricos en los que se han conjugado dos factores. Por un lado, precios internacionales altos para los productos primarios exportables, venta de lo acumulado por generaciones de argentinos, o exceso de dinero a nivel mundial y créditos baratos. Por otro lado, el hecho consumado de un previo guadañazo brutal al nivel de vida y el tejido social de la clase obrera. Quienes han tenido esa fortuna son mencionados como buenos gobernantes y administradores (Néstor Kirchner), a condición de que la debacle inevitable del sistema no haya llegado a disipar el espejismo (Carlos Menem).
Esos mecanismos de sostén de una burguesía doblemente parasitaria (por explotadora y por incapaz de hacer algo útil con lo que se apropia) se pueden agrupar en:
a) impedimentos a que otros oferten en el mercado argentino productos mejores y más baratos;
b) compra o subvención por parte del Estado de la producción privada;
c) mecanismos financieros que desvían de su destino «natural» (la ganancia, los beneficios), flujos de dinero que desenmascararían la inviabilidad de la sociedad capitalista;
d) pases de mano financieros que transfieren a ciertos agentes económicos, determinados políticamente, riqueza que no han producido.
Este pulmotor de una clase caduca genera un histórico desfasaje entre lo que el país compra y lo que vende, y entre lo que el Estado ingresa y lo que debe sostener. La clave de estos déficits no es sólo el atraso productivo, sino también la anarquía de la producción ordenada por el interés particular privado, que cercena cualquier vía de solución. Los problemas de Milei para llevar adelante su plan de refundación nacional lo exponen: todos los sectores propietarios le reclaman terminar con los tratos especiales y recibir, a la vez, un trato especial. Este es el runrún que se expresó en las idas y venidas de la ley ómnibus y, ahora, con el DNU. Cada sector burgués pretende que haya recortes pero que se los apliquen a otros.
Vivimos en un país que no puede rearmarse productivamente porque carga con una clase social que le hipoteca el futuro. Pero esa clase social invierte la explicación. Insiste en que el efecto (no cierran las cuentas fiscales ni del comercio exterior) es la causa, y que el recurso necesario es el responsable de su propia falta. La lógica del capitalismo como causa es sustituida por la retórica del nacionalismo. No es el funcionamiento de la sociedad burguesa: es la maldad, el egoísmo, la avaricia de los de afuera (sobre todo el FMI) y la venalidad, la falta de patriotismo y la corrupción de algunos de adentro. O, en contraste, se trataría de la incomprensión de los de adentro («no la ven») y los impedimentos a las virtudes que nos ofrecen de afuera («volver al mundo», como si hasta ahora le hubiéramos estado comprando y vendiendo al planeta Marte).
Una explicación independizaba la voluntad de la realidad material. Ahora, la otra, separa la realidad material de la voluntad.
El problema es que al sumar, durante décadas, parches y recomposiciones, el andar de la vida económica argentina es un mosaico alocado e incoherente de subsidios a los patrones improductivos y a las estructuras institucionales inútiles e ineficaces. De ahí que la retórica de la motosierra mantenga su eficacia, pero al intentar aplicarla al país burgués se suceden los encontronazos, día tras día, semana tras semana, desde que comenzó el intento de refundación paleolibertaria.
La refundación fundida
El plan de refundar con bases transparentes de mercado posee un obstáculo interno a la propia clase que lo propugna: no hay lugar para todos y nadie quiere ceder su asiento. Para no aburrir, pondremos un ejemplo puntual, multiplicable por cientos. Milei desregula un poco más (las desregulaciones anteriores fueron tarea peronista) el mercado de la salud. Pero las patronales lo rechazan.
Las empresas de medicina prepaga rechazaron hoy el aporte de 20% que deberán realizar al Fondo Solidario de Redistribución, a partir del Decreto 170/2024 que desreguló el sistema de salud y que permite a los trabajadores elegir libremente entre obras sociales y firmas de medicina privada.
«Adhiero completamente a la idea del Gobierno de que la gente pueda elegir la derivación de sus aportes. El mercado está desregulado desde Menem, pero con las obras sociales en el medio, que nos contratan. Esa intermediación es la que quiere eliminar Milei, algo que coincide con las ideas de la libertad. Ahora, de ahí a lo que salió escrito, la situación es absolutamente diferente. La desregulación de Milei es buena, la idea general, pero crearon un nuevo impuesto que hace directamente inviables a las prepagas», expresó el empresario de la salud.
«Continúan con un fondo que no funciona y ahora lo van a hacer mucho más grande. No es que nos quejamos, pero hablamos de un fondo de muchísima plata», cuestionó en declaraciones radiales el presidente de la Unión Argentina de Salud (UAS), Claudio Belocopitt. […]
El fondo, a cargo de la Superintendencia de Servicios de Salud, fue creado en 1980 y tiene como objetivo reintegrar el dinero a las obras sociales en el caso de tratamientos complejos y costosos a través del Sistema Único de Reembolsos (SUR), además de subsidiar a las obras sociales con menos recursos para que puedan cumplir con el Programa Médico Obligatorio (PMO) que fija el Ministerio de Salud.
Los afiliados que ingresaban al sistema de medicina prepaga a través de las obras sociales aportaban al SUR el 15% de su cuota. Ahora podrán afiliarse directamente a la propia prepaga y aportarán al SUR lo que aportaban los afiliados directos de las prepagas. ¿Qué reclaman los patrones de la salud? Que se le liberen las restricciones a la afiliación manteniendo los beneficios de las obras sociales. O sea: la chancha, los veinte chanchitos y la máquina de hacer chorizos. ¿Le sobra plata al SUR? No. Lo dice Belocopitt:
El empresario señaló que el fondo «tiene problemas económicos y de funcionamiento». «La plata en ese fondo no alcanza y cuando uno quiere pedir los reintegros, no los recupera nunca o se hace a destiempo», manifestó el empresario. Además, el titular de Swiss Medical consideró «una barbaridad» que el 20% de las cuotas de los afiliados se deriven al mismo. «Va a contramano de lo que el Gobierno viene explicando todos los días de desarmar las cajas negras, de no querer que la política intervenga en la economía de los privados. En los papeles, el fondo sería fantástico, pero no funciona. Vamos a un fondo más grande que no funciona», agregó.iii
Aclaremos que si «la política [el Estado] no interviniera en la economía de los privados», es decir, si se desarmara el SUR, las coberturas de salud privada decaerían muchísimo más: para eso se creó el SUR, para eso interviene el Estado en la salud, para resguardar el negocio. Pero aun así no les alcanza. Si en el SUR no hay plata y hay problemas burocráticos, la solución es pagar más y hacer eficiente el funcionamiento, no pagar menos. Pero pagar es lo que cada fracción, cada sector, cada particular rechaza. Eso es lo que viene disputándose en la ininterrumpida crisis política de estos dos meses. Como publicó un diario de furibunda simpatía liberal:
vino al Palacio de Hacienda Gita Gopinath, la persona más importante del FMI después de Kristalina, un organismo cuyo restaurante está subsidiado. Nadie es coherente hasta el final.iv
Hay algo que la burguesía acepta nacionalizar: el fracaso.
En resumen, se trata de que para que sean viables las empresas, los particulares capitalistas, es necesario hacer inviable al país capitalista de conjunto. Hacer que todo se mueva en función de sostener muertos vivos:
El sistema financiero cumple una función muy importante en la dinámica del capitalismo puesto que centraliza los ahorros permitiendo canalizarlos hacia inversiones productivas que amplían o mejoran la capacidad productiva. En Argentina variopintas regulaciones y políticas monetarias someten el sistema financiero a las necesidades del Estado y no le dejan más alternativa que prestarle al tesoro nacional (para financiar el DF) y al BCRA (Pases y Leliq), es decir, el grueso del ahorro no financia inversión sino el funcionamiento del estado. Mientras en Brasil, Bolivia y Chile los préstamos del sistema bancario al sector privado representan 72%, 74% y 83% del PBI respectivamente, en Argentina y Haití representan 10% y 9%, en ese orden.v
Que la burguesía se mantenga como la clase dominante y rectora de la vida económica es costoso, muy costoso:
A diciembre 2023, la deuda total del Estado Nacional, incluyendo los pasivos del BCRA y la deuda comercial, era de U$D 535.000 millones, de la cual U$D 365.000 millones estaba nominada en moneda extranjera y el resto en moneda nacional. La «célebre» deuda con el FMI, a la que se atribuyen todos los problemas macroeconómicos y productivos de Argentina era de U$D 41.500 millones, apenas un 7.7% del total y un 11.4% de la deuda en moneda extranjera. De esta manera, y más allá de cualquier relato, durante la gestión del FDT, la deuda total del Estado Nacional pasó de U$S 330.000 millones a U$S 535.000 millones. Si además consideramos que se perdieron U$S 25.000 millones de Reservas, la deuda del Estado Nacional se incrementó en U$S 230.000 millones en apenas cuatro años de gestión.vi
Sin embargo, hay un mérito indudable de la burguesía local (y un defecto inocultable de nuestra militancia socialista): que los capitalistas logren que ningún dedo los señale como responsables. Cumplen así el sueño de los directores técnicos de fútbol: fracasar ostensiblemente y no ser eyectados de inmediato. Estar al frente de un colectivo y responsabilizar a los dirigidos. El medio para conseguir esta pirueta irracional es la duplicidad del peronismo, el partido garante del orden burgués, que mientras defiende los intereses de la clase explotadora, declara que no lo hace.
El peronismo tiene la necesaria eficiencia del buchón, del alcahuete, porque cumple su tarea por las buenas, a través de la confianza. De manera que destruyó el nivel de vida en forma inédita en los últimos 4 años sin que se le hicieran paros ni movilizaciones, con la careta del gobierno amigo y con la complicidad de los más capacitados quintacolumnistas: los burócratas sindicales.
Así se logra que nunca se responsabilice de nuestra decadencia a todos los poseedores de todo. Y siempre demos vueltas acusando a algún poseedor de algo. Nuestra principal dificultad es señalar a una clase social en vez de a un burgués particular.
Deshacer la trenza de los dos planes de Milei
Los dos planes del gobierno de Milei tienen la característica de los grandes cuentos: comprimen ambas tramas en pocas palabras, en breves momentos, en una ambivalencia constante que requiere una lectura atenta y nada ingenua. El gobierno Milei, en su debilidad institucional y simultánea ambición política (quizás no habría una sin la otra) lanzó ambas tramas políticas a la vez, trenzadas en una abigarrada andanada de medidas sin espera ni demoras. Por un lado, la refundación paleoliberal. Allí Milei exhibe una novedosa conjunción, el paleolibertarianismo, furiosamente liberal para los capitalistas y claramente populista para la política, para la relación con su base social y los representantes del resto de la población. Con el apoyo supuesto, pero vigente por la cercanía de la victoria electoral, de los sectores que se alejan asqueados del peronismo hambreador, se lanzó a revolucionar toda la estructura burguesa. Ese es el plan que viene trastabillando. Pero mientras no se puede delinear quién paga entre los privilegiados, se avanza en que paguen los trabajadores.
Un plan carece de aprobación general, el otro cuenta con la aprobación del conjunto de los exploradores. Por eso hay un plano en el que Milei lleva adelante un gobierno de unidad nacional (burguesa). Aplica, profundiza y pule el gran plan burgués, el que une a Milei con Alberto y Cristina, y a éstos con Macri. El que tiene continuidades y saltos: el salto de pobreza y envilecimiento que va de Guzmán a Massa (al que un 45% de la población votó a pesar de eso) y el nuevo salto en la pobreza y el envilecimiento de Massa a Caputo, el ministro estrella de Milei (que fue votado aunque anunció que se venía esto). El plan tiene una medida crucial que ordena todo y es la continuidad de la degradación del ingreso obrero.
Uno de los planes, la refundación libertaria, trabado y renegociado; el otro, la unión nacional, continuando en el mismo tobogán al que lo empujó el PRO y luego el peronismo. Hambrear a los trabajadores para recomponer las ganancias del conjunto de los patrones. Por eso hay consenso en mantener inalterado un solo impuesto, el impuesto más caro, el más extendido pero que peor afecta a los trabajadores: el IVA. El 21% de la casi totalidad de los productos que compramos (un día de cada cinco que trabajamos es para pagar el IVA) y que sólo ha sido modificado en su excepción, es decir ampliándolo al no prorrogar el «Compre sin IVA».
Lo central del plan de unidad nacional es el empeoramiento de las condiciones de vida. Que no requiere de continuas medidas y resoluciones, sino del mantenimiento de la espiral inflacionaria durante un tiempo más.
Finalmente, puede que la inflación decline, pero no antes de completar su tarea de licuación de salarios e ingresos. Por eso el gobierno se expresa con tanta parsimonia al respecto. Para el DNU, inmediatez; para frenar el drenaje desde la clase obrera hacia los poseedores, hay tiempo. Incluso a veedores imperialistas les parece excesivo el plan que une a la burguesía argentina:
El poder adquisitivo se hunde, el consumo se cae, la industria se debilita, hay tensión del Gobierno Nacional con los gobernadores y con los sindicatos, pero los números que ofrece el sistema financiero son los mejores desde que se realizó el destructivo canje de deuda que hizo Martín Guzmán en agosto de 2020. […] Increíblemente, después de que la número 2 del FMI (el ajustador de siempre) le advirtiera a Luis Caputo primero y a Javier Milei después que están ajustando demasiado, ya que saben perfectamente el efecto secundario que ocurrió en Grecia hace unos años, y no quieren que suceda lo mismo.vii
Banqueros imperialistas más sensibles que la dirigencia peronista, que no cesa de ralentizar la disputa por la riqueza. «Apresurado»viii le pareció al anterior ministro de economía enfrentar el plan de Caputo, su sucesor no sólo en un sentido institucional.
Luchar con el programa de nuestra clase
Lali Espósito y el Consejo del salario expusieron este cruce de opciones el mismo día. Lali expone los intereses de los emprendedores, los cuentapropistas, los independientes del esquema Ponzi de la improductividad, los vendedores de Avon artísticos. La cultura de un país (no la de un sector pequeño y circunscripto) se basa en una medida inicial e indispensable: aumento de salarios. Sólo el aumento del salario permitiría a millones abandonar las jornadas extenuantes y el pluriempleo. Sólo ese tiempo libre entrega la tranquilidad y disposición para elevarse a nuevas experiencias culturales y artísticas. Sólo una clase que dispone de sí misma, que dispone de su vida, puede gozar y producir cultura. Si la cultura quiere ser una cultura auténticamente nacional en el sentido de abarcar y pertenecer a la mayor parte de los habitantes de la nación, no es el camino reclamar (como el resto de la burguesía y pequeño burguesía) subsidios, regímenes de excepción, promociones y todo tipo de incentivos y ayudas de los fondos públicos a la iniciativa privada (que es tan privada cuando genere una versión de Shakespeare como cuando produce carteras de lujo).
«La patria no se vende» es la clara expresión de la alianza de explotadores con desposeídos bajo la dirección de los primeros. Al contrario, aumento de salarios es la expresión de la alianza de los desposeídos con exclusión de los explotadores. El reclamo salarial no es mínimo y reformista, sino disruptivo, y violenta el statu quo de la unión nacional vigente. Es el único reclamo que puede unir a las dos fracciones de la conciencia obrera que la miseria y corrupción peronistas produjeron.
No hay unidad ni entre los burgueses sobre la distribución, cercenamiento o renovación de los subsidios, las facilidades financieras o las protecciones comerciales, pero sí hay unidad sobre la necesidad de recomponer los ingresos y de hacerlo ya, porque la velocidad del deterioro no da respiro.
Aunque sabemos que el reformismo puede hacer reiteradamente lo opuesto a lo necesario. Como Izquierda Socialista, que cuando se discute qué tipo de gobierno necesitan los trabajadores elige votar a Massa, y cuando es necesario recomponer los ingresos para poder vivir y el poder no está en el horizonte del debate, propone gobierno de trabajadores. Las palabras correctas en el momento inadecuado.
Aumento de salario y socialismo
El péndulo deforme de la vida argentina es visto y entendido por gran parte de la clase obrera.
Una porción de los trabajadores, a falta de una alternativa más clara, eligió a quien decía estar por fuera de este doble fracaso, con una retórica adecuada (el país necesita, no lo dudamos, una motosierra: sólo es errada la línea del corte). Ese sector no es idiota, expresó una búsqueda.
Otro sector percibió la línea de corte, pero no encontró la vía de superación. Esos compañeros tampoco son idiotas, expresan la parálisis del temor.
Unos entienden el fracaso del capitalismo argentino (motosierra); los otros, su inviabilidad (hay que asegurarse esta vida oprobiosa, no se puede pedir más).
Sobre todos esos problemas de la economía argentina hay que tallar desde la clase obrera. Si toda la política económica burguesa es una puja por los dólares que subsidian, mantienen viva, engordan o enflaquecen a distintos sectores, áreas, intereses burgueses, el programa socialista no puede partir de otro punto que no sea darles otro destino a esas puntuales fuentes de renta y de dólares. Dedicándola a un plan que en principio no puede ser otra cosa que un reforzamiento de los servicios indispensables, de los sectores elegidos para desarrollarlos y de una educación y una salud exigentes, racionales y centralizadas. Que construyan la base de una sociedad que, después de tanto envilecimiento y degradación, crezca, produzca y disfrute de la vida, de la vida común, la que no se construye en la puja de las particularidades. En una palabra, del socialismo.
NOTAS:
i Análisis del Plan de Estabilización del Gobierno Nacional (Parte I) – El Litoral
ii https://www.infobae.com/economia/2023/08/26/el-pbi-por-habitante-de-argentina-cayo-a-niveles-de-hace-mas-de-4-decadas/
iii https://eleconomista.com.ar/politica/fuerte-rechazo-prepagas-quieren-aportar-fondo-solidario-salud-aseguran-inviable-n71223
iv https://eleconomista.com.ar/politica/flatulencias-politicas-n71200
v Análisis del Plan de Estabilización del Gobierno Nacional (Parte III) – El Litoral
vi https://eleconomista.com.ar/finanzas/el-mercado-festeja-mientras-alertan-ajustan-demasiado-n71193
vii https://eleconomista.com.ar/finanzas/el-mercado-festeja-mientras-alertan-ajustan-demasiado-n71193
viii https://www.lapoliticaonline.com/politica/massa-se-reunio-con-la-cgt-y-planteo-que-el-paro-del-24-es-apresurado/