Probablemente en el intenso trajín de sobrevivir con una inflación de tres dígitos y una precarización laboral creciente gran parte de los trabajadores argentinos no tenga muy presente que hace poco tiempo se realizaron las elecciones de gobernador en Jujuy y tampoco se haya enterado de lo que está sucediendo hoy en la provincia.
El disparatado sistema institucional argentino llama federalismo a las aspiraciones feudales de los gobernadores. Y les permite organizar sus elecciones acomodándolas al calendario que les convenga. Y les permite evitar que queden claramente asociados con lo que proponen hacer en el país. Por eso las provincias realizan elecciones anticipadas, para que la capacidad del aparato provincial no cargue con el rechazo de lo que hacen a nivel nacional.
Pero también sucede que esto nos permite espiar el futuro, porque no solo las elecciones son anticipadas sino también los mandatos que surgen de estas. Mientras que en la nación estamos en la agonía del gobierno de los dos Fernández en Jujuy se encuentran en los primeros pasos del flamante mandato de Carlos Sadir. Por eso en Jujuy podemos ver un capítulo anticipado de lo que propone la oposición, mientras seguimos padeciendo en el presente como nos destruye la vida el oficialismo peronista.
En septiembre del año pasado el gobierno jujeño propuso una reforma de su constitución cuyos constituyentes fueron elegidos en la reciente elección. El hecho de votar es importante, pero hay que tomar en cuenta que no es lo único que certifica el carácter democrático. No solo porque la igualdad en la participación de todos los ciudadanos está falseada por las enormes diferencias económicas entre las clases sociales, sino porque la misma estructura institucional permite hacerle trampas a la democracia. En la provincia de Jujuy están habilitados a votar 587 mil ciudadanos, las malas gestiones y la miseria creciente van empujando -sobre todo a la clase trabajadora- a alejarse de la gestión de un estado que, si no la perjudica nunca la ayuda, mientras tiene que concentrar todos sus esfuerzos en la propia supervivencia. De manera que, llegado el momento de elegir, uno de cada cuatro jujeños no participó. Los más descontentos, los más desesperanzados, los que peor la están pasando son el gran componente de este rechazo. Y son probablemente gran parte de los que están en la calle luchando hoy. Pero no se trata solo de promover el desencanto y la desilusión con la participación democrática. Se trata de un sistema que le otorga, por ejemplo, para la convención constituyente, al oficialismo el 60% de los 48 convencionales (29) habiendo obtenido menos del 33% de los votantes del padrón. Las listas de Morales y la del Frente Justicialista obtuvieron un convencional por cada 1,72% de los votos emitidos, el Frente de Izquierda uno cada 1,96% de esos votos. Y 49 mil jujeños, el 16% de los votantes, no están representados. Estas distorsiones en la construcción de las mayorías deben ser muy tenidas en cuenta a la hora de entender lo que se propone la burguesía jujeña, y lo que nos espera luego de las próximas elecciones.
Mientras algunos siguen afirmando que los políticos se encuentran divorciados de la realidad lo que sucede en el norte demuestra exactamente lo contrario. Se encuentran perfectamente asentados en la realidad, y divorciados de la clase trabajadora. Para dar algunos ejemplos de lo que pretende el Gobierno de Jujuy simplemente nos referiremos a dos aspectos: impedir las luchas e impedir que lo controlen. Por un lado, propone incorporar con rango constitucional la prohibición de luchar, de impedir por ley el corte de rutas. Esto implica ratificar constitucionalmente que la circulación de mercancías es más importante que la lucha para poder vivir.
Pero también plantea (para que no se crea que quiere mejorar la convivencia y la vida democrática) que quién gana la gobernación obtiene la mayoría de la legislatura. Lo que significa en la práctica abolir la división de poderes. Y para que no quepa duda propone que el control de los actos del gobierno lo realice el mismo gobierno, que designaría el cuerpo que se ocuparía de hacerlo: la auditoría provincial: «La Auditoría General de la Provincia se compone de cinco miembros designados por el Poder Ejecutivo con acuerdo de la Legislatura». Esta Auditoría reemplazaría al actual Tribunal de Cuentas, que dejaría de existir, lo que además de ser una autoamnistía para los futuros delitos es una amenaza para la fuente de trabajo de numerosos compañeros.
Como se ve el divorcio con la clase trabajadora está perfectamente emparentado con la situación real de nuestra sociedad. Y Jujuy es un anticipo de los problemas futuros para todo el país. El poco apoyo popular que las próximas elecciones (al igual que la pasada elección jujeña) van a entregarle a los políticos va a ser utilizado rápidamente para consolidar herramientas antidemocráticas y de represión. Ese es el único camino para poder profundizar el ajuste estructural e intentar salvar a la economía capitalista.
Nuestros compañeros en Jujuy están movilizados y esa movilización es nuestra lucha. Se está desarrollando allí una de las batallas de la burguesía argentina para reordenar el capitalismo, sometiendo más profundamente a la clase trabajadora y posibilitando los negocios burgueses.
Vida y Socialismo, 11 de junio de 2023.