Hasta el año 1973, el impuesto sobre las rentas consideraba tres categorías: la primera, sobre las rentas del suelo; la segunda, para las rentas del capital; y la tercera, para los beneficios que ganan las empresas. Pero ese año el entonces presidente Juan Domingo Perón introdujo la novedad de afectar a los salarios con el pago del mismo impuesto que afectaba a los patrones. Eso sí, modificando el nombre: dejó de llamarse impuesto a las rentas para ser llamado, hasta el día de hoy, impuesto a las ganancias.
El nuevo impuesto tuvo su pico de afectados en 2013, con casi tres millones de trabajadores. Y, por supuesto, una gran defensora en Cristina Fernández.
El cuadro1 nos muestra cómo este impuesto creado por el peronismo fue aplicado con rigurosa regularidad hasta que la desesperación electoral de esa misma fuerza política, que veía escurrírseles el gobierno y sus cajas, redujo la cantidad de aportantes a 90.000:
Era vergonzoso –reflexionó Sergio Massa en plena campaña– que en el país en el que promovemos el trabajo, los trabajadores paguen ganancias […] Tenemos que terminar con esta locura del médico que no quiere hacer una guardia más porque la pierde en ganancias; del docente que cuando tiene un segundo o tercer trabajo pierde su esfuerzo en ganancias; del camionero que cuando hace un viaje al extranjero o lleva una carga peligrosa paga impuesto a las ganancias; de los trabajadores del Estado que cuando tienen presentismo terminan siendo perjudicados por el impuesto a las ganancias.2
De pronto, el ministro de economía del gobierno peronista y candidato a presidente por Unión por la Patria, denunciaba una situación «vergonzosa» que el mismo peronismo creó y sostuvo durante sus diversos gobiernos nacionales y populares. La memoria selectiva de este dirigente peronista alcanza un grado superlativo de cinismo e hipocresía cuando recuerda:
allá por 2015, un candidato a presidente les prometió a ustedes que ningún trabajador iba a pagar el impuesto a las ganancias, y sin embargo, 4 años después, el doble de los trabajadores argentinos pagaban el impuesto
El macrismo prometió quitar el impuesto al salario y no cumplió. El peronismo lo creó y sostuvo sin necesidad de prometerlo. No es casual que cuando pudieron no quisieron y que digan querer precisamente cuando no pueden. El resultado de la ecuación peronista es el mismo: fingirse campeones de las mismas causas de las que han sido enemigos jurados y eficientes verdugos.
Lo hicieron con la ley de IVE, lo intentan hacer ahora con muchas de sus propias medidas de gobierno, como el negro en que se apoya Milei para no tener que despedir, ya que le alcanza con no renovar los contratos de las decenas de miles de trabajadores precarizados, contratados y negreados, que los gobiernos anteriores le sirvieron en bandeja3.
Sin la unidad de los trabajadores y sin un programa socialista, vemos cómo el hacha de Perón pasa de mano en mano, talando sin pausa el salario, la carne y la vida de nuestra clase social.
NOTAS:
1 Tomado del sitio Chequeado.com
2 «Impuesto a las Ganancias: los detalles del anuncio de Sergio Massa», nota publicada en Página/12 el 11 de septiembre de 2023.
3 Ver al respecto «Los que afilaron la motosierra no son los que pueden detenerla (Estado, gobierno peronista y precarización)», nota publicada el 11 de abril de 2024.