Sencillito #30: «TENEMOS UNA HIPÓTESIS ENTRE UNOS COLEGAS» Acerca del FITU y las PASO.

En una de las escenas de La vida de Brian (disponible en Netflix), los militantes del Frente del Pueblo de Judea declaran su odio hacia los romanos, opresores imperialistas que subyugan al pueblo. E inmediatamente agregan que odian mucho más a los militantes del Frente del Pueblo Judeo. Y también a los igualmente «separatistas» del Frente Popular del Pueblo Judeo (organización que cuenta con un solo militante). Este chiste acerca de la fragmentación de la izquierda por diferencias minúsculas ante un enemigo común es del año 1979.

En la emisión #31 del programa No te metas en política, el inmejorable comediante canario Ignatius Farray recibe una broma de Pablo Echenique (dirigente de Podemos) y observa:

Me quedo con una frase que me ha tocado el corazón: «Tenemos una hipótesis entre unos colegas». Díganme ustedes si hay una frase mejor para definir lo que tiene que ser la izquierda.

Entre una gracia y la otra, tenemos algo desgraciado que decir, a pocos días de las PASO. Y tenemos, también, un debate que convidar.

No acordamos con el método de discusión presuntamente democrático que la izquierda socialista ejercita para dirimir diferencias y que combina, en proporciones diversas, ruptura, cancelación, expulsión e insulto. Lo notable, además, es que esas diferencias fundacionales de un extenso archipiélago de ínfimas, reflejas, centralizadas y disciplinadas organizaciones, no impiden integrar el Frente de Izquierda y de los Trabajadores Unidad (FITU) cada dos años. ¿Diferencias lo suficientemente grandes como para impedir la unidad organizativa pero lo suficientemente pequeñas como para propiciar la unidad electoral?

Ahí tenemos una de las claves del electoralismo: la sustitución del funcionamiento orgánico, colectivo y concreto de la militancia socialista por el funcionamiento atomizado, individualista y abstracto de la forma burguesa encarnada en las PASO. Este será el tipo de vínculo establecido entre ¿decenas?, ¿cientos? de miles de militantes de las diversas agrupaciones de izquierda socialista el próximo domingo.

Para colmo, el FITU parece no reconocer la dinámica que se viene desarrollando entre la clase trabajadora y las instituciones burguesas en Argentina. La consultora Sentimientos Públicos realizó una encuesta online sobre 3.500 casos, a nivel nacional, y ante la pregunta «¿Qué palabras caracterizan mejor la situación económica actual?», el 47% respondió «incertidumbre agotadora» y el 37%, «Camino al abismo». Por su parte, el sitio La Política Online observa que:

En ocho provincias que ya eligieron autoridades la participación del electorado no llegó al 70%: Chaco (62,93%), Santa Fe 63.05%, Mendoza (65,96%), Río Negro (68,15%), Córdoba (68,27%), Chubut (69,28) y Salta (69,46%). Resta sumar a Corrientes con 66,03%, aunque esa provincia eligió representantes legislativos y no cargos ejecutivos.

Los mejores analistas de la burguesía (C. Pagni) alertan desde hace meses sobre el rechazo a las instituciones burguesas como fenómeno a tener cuenta, con una asistencia a las elecciones obligatorias que presenta números propios de países con elecciones voluntarias. Un fenómeno sintentizado en esta frase dicha por alguien en un focus group: «La política es un circo vacío».

Con más del 40% de la población del país hundido en la pobreza, 17% en la indigencia y un 120% de inflación anual, ¿por qué semejante rechazo a las instituciones burguesas elude la opción del FITU? ¿Por qué la izquierda socialista no es percibida por la clase obrera en Argentina como una ruptura del orden capitalista establecido?

La burguesía sí ha prestado atención a esa dinámica (que mezcla desinterés y rechazo) y por eso su oferta electoral incluye un candidato en el extremo liberal (J. Milei) y otro en el extremo populista (J. Grabois). En cambio, el FITU realiza una campaña calcada de cualquier otra anterior, en consignas y en candidatos.

La vida de Brian (1979), de los Monty Python.

Sostenemos que, en lugar de ese tipo de vínculo, nuestra forma de relación debiera ser –y aquí retomamos la broma de Ignatius– la «hipótesis programática» más correcta. Decimos «hipótesis programática» porque ningún partido, mucho menos un agrupamiento, es capaz de elaborar El Programa correcto en un gabinete. Sin convencer al grueso de la vanguardia que lucha y sin pasar la prueba de la realidad –es decir, sin avanzar en su concreción–, todo programa es una hipótesis a demostrar.

Ahora bien, el FITU posee una estrategia (un conjunto de hipótesis que da cohesión al archipiélago de «orgas»). Pero la considera indiscutible. Pensamos que es necesario abandonar la idea de poseer una verdad irrestricta e indubitable como condición para darnos un debate auténtico.

Por ejemplo, en lugar de un programa con eje en el socialismo –y en todo cuanto debemos decir, explicar, difundir, responder acerca del socialismo–, el programa de liberación nacional que levanta el FITU se caracteriza por consignas diseñadas para incluir a la «izquierda peronista», a los pequeños productores burgueses, a quienes reniegan de la unidad de la clase obrera apoyándose en alternativas particularistas: el FMI como causa (y no como consecuencia) de los problemas estructurales del país; el peronismo como si fuera «lo otro» de «la derecha»; el capital «productivo» como encarnación del Bien frente al Mal del capital «financiero» (hipótesis que omite la naturaleza orgánica del capital); la proliferación de «identidades ancestrales» y subjetivas que desplaza la importancia estructural de la posición social objetiva de los desposeídos.

Otro ejemplo es el debate en torno a la existencia del sexo femenino, a los problemas que socialmente se derivan de la asignación genérica a ese sexo y en torno al ariete burgués que la negación del sexo representa para las demandas feministas.

Cuestionamos, también, que sea posible construir, al interior del capitalismo, una «cultura socialista». En el mismo sentido en que no se puede apostar al desarrollo de plantaciones de lechuga en los patios y balcones de las viviendas para alimentar al conjunto de la población (sino a la expropiación del agro de mayor productividad), sostenemos que no es tan importante el debate acerca del contenido del arte y la cultura. Lo relevante es comprender su funcionamiento, su dinámica y las vías para su socialización.

Finalmente, consideramos que es necesaria una reconsideración de la conciencia. Las tesis del paso de la «conciencia en sí» a la «conciencia para sí» fueron formuladas cuando la ciencia ignoraba casi todo acerca del funcionamiento del cerebro. Entre la biología evolutiva de Darwin y las figuras de la conciencia de Hegel, nos enrolamos firmemente tras las hipótesis del primero, porque se han demostrado más consistentes a la luz de las investigaciones científicas contemporáneas.

Pensamos que estas son las cuestiones (al menos, algunas importantes cuestiones) a debatir en el seno de la izquierda socialista. No las tácticas sindicales que dividen a las agrupaciones trostkistas por nimiedades.

Si no debatimos la «hipótesis programática», la intervención electoral es más una costumbre regular que una intervención política.

10/08/2023

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