Finalmente, Cristina señaló a los candidatos que representan fielmente el interés del peronismo. Como en el caso de Scioli en 2015 y Alberto Fernández en 2019, la Jefa separa la paja del trigo. Es decir, separa la fantasía de la realidad, el peronismo onírico del peronismo vigilante.
Poniendo fin a cualquier esperanza de que fuera Ella quien se presentara, aplastando cualquier ilusión de que su genio estratégico realizara una jugada maestra de último momento, disipando cualquier resto de anhelo porque al menos sacara de la galera un candidato sorpresa, la fórmula Wado-Manzur condensa y ratifica la propuesta de continuidad del gobierno de los dos Fernández, con el actual ministro del Interior y un ex Jefe de Gabinete de esta gestión.
También refleja fielmente a dos sectores burgueses con los que el gobierno peronista ha mantenido amorosas consideraciones durante los últimos años: De Pedro, a los productores agropecuarios de los que es parte su familia y a los que se les ha otorgado, entre tantas concesiones, el dólar soja; Manzur, a los burgueses de la industria farmacéutica que, a costa de un gran número de muertes evitables durante la pandemia, se los protegió para que intentaran realizar un negocio, finalmente fracasado, con las vacunas.
Representan también la tradición kirchnerista (12 años cajoneado los proyectos) de oposición a la legalización del aborto, de la que Manzur hizo gala cuando obligó a parir una nena violada. Y, en Wado, la de quienes supieron utilizar desde el poder las biografías individuales para mantener cerrados los archivos de la dictadura y sostener el negacionismo sobre los crímenes de la Triple A.
Sumar en Buenos Aires a Axel Kicillof, responsable político de la desaparición de Astudillo Castro y de la represión en Guernica, es proponer la seguridad y la garantía de la represión peronista, con silenciamiento y control de las organizaciones sociales y sindicales. En oposición a la represión de Juntos por el Cambio, en la que hay desmadres y escándalos, con los gobernadores peronistas se ofrecen desapariciones con sordina (como las del mencionado Facundo en Buenos Aires, la de Espinoza en Tucumán, o la de Cecilia en Chaco en este mismo momento) y no ruidosas (como la de Santiago Maldonado en Neuquén).
Todo esto les permite ofertar una garantía necesaria para mantener la continuidad de: alta inflación, aumento de la pobreza, precarización creciente, negociaciones salariales que siempre corren desde atrás, dispersión del tipo de cambio para favorecer algunos sectores burgueses amigos… El comunicado del Grupo de los 6 es una prueba de que la burguesía necesita no sólo una alta tasa de ganancia, sino también estabilidad y predictibilidad para realizar inversiones. El peronismo es la única fuerza política que puede garantizar ese orden. Por eso es el principal enemigo de la clase obrera.
La fórmula tan esperada es la fórmula esperable: la que mejor refleja la continuidad del actual gobierno y su espíritu. Porque a la hora de repartir cargos, cajas y beneficios, el peronismo guarda el glitter, las consignas melosas y los pasitos de baile para quedarse con el núcleo de su programa: las católicas, castrenses y burguesas verdades peronistas.