MERCOSUR (Parte 1): Una momia jibarizada

Según algunos intelectuales de la burguesía argentina, el acuerdo del Mercosur se ha transformado en un bloque de escasa relación económica fuera de sí mismo, porque su génesis tuvo por objeto alentar el comercio entre sus miembros, sin incentivos mayores para que se desarrollara el comercio más allá de las fronteras del bloque. De manera que, mientras el Mercosur exporta a todo el mundo el 15% de lo que produce, la UE exporta el 50% y el Caricom (del Caribe) exporta el 75%. Así el Mercosur quedó reducido y momificado en el formato de una Unión Aduanera.

Marcelo Elizondo, uno de los intelectuales burgueses que sigue esta línea de análisis, sostiene que el Mercosur padece 7 males, algunos de los cuales son los siguientes:

  • Es el bloque de integración que menos comercio internacional con el resto del planeta genera en el mundo.
  • Está conformado por el modelo de «unión aduanera», que pocos usan en el resto del planeta, porque favorece la rigidez y desalienta la competitividad.
  • El arancel promedio en el mundo durante los años 90 era del 15,5%; en la actualidad está en el 5,5%. Hoy el Mercosur sigue con aranceles del 13%.
  • No ha logrado preferencias arancelarias para sus productos en el resto del globo: el 70% de todo el comercio mundial, que en 2022 llegó a 29 billones de dólares, ocurre entre mercados que han reducido a 0% sus aranceles recíprocos, pero el 75% de nuestras exportaciones paga aranceles de ingreso en terceros mercados.
  • Padece la reducción de la importancia relativa de los miembros como socios comerciales recíprocos: Brasil, que explicaba el 26% del total de exportaciones argentinas a inicios del siglo, hoy lo hace en sólo un 15%. Obviamente, no se explaya en los motivos reales de la recesión en Brasil y Argentina como causantes de la reducción en sus intercambios comerciales.

El Mercosur hoy representa apenas el 2,9% del producto bruto mundial y el 1,4% de las exportaciones totales a nivel global. Elizondo narra una historia del bloque:

Los primeros 20 años fueron de crecimiento muy fuerte para Argentina que quintuplicó sus exportaciones dentro del Mercosur, pero luego se detuvo y hoy la Argentina exporta nominalmente la mitad de lo que le exportaba hace 10 años […] Los demás socios se dan cuenta de esto (del estancamiento del Mercosur) y piden bajar el arancel externo para que no sea tan caro acceder a tecnología, a bienes de capital calificado y a insumos sofisticados, como también piden abrir mercados externos mediante acuerdos de libre comercio, Uruguay insiste en su propósito de negociar acuerdos bilaterales con países extrazona (especialmente en Asia y Oceanía). Pero Argentina no está tan de acuerdo con esto y ve más una amenaza del mundo para nosotros que una oportunidad nuestra y ese el eje de discusión.

A modo de entender en parte lo afirmado arriba, a continuación, mostramos el Cuadro del Intercambio Comercial entre los socios del Mercosur durante la década que va del año 2011 hasta 2020, donde se observa la caída de los valores de Brasil y Argentina. También se puede observarse que los otros dos socios, en porcentajes proporcionales a sus volúmenes, también están a la baja. Pero en el caso de Uruguay (como veremos más adelante) que, por su mayor independencia, el Mercosur no le mueve el amperímetro, por eso plantea que cada uno concrete tratados de Libre Comercio con otros países e incluso, bloques.

Fuente: Informe Técnico Comercial MERCOSUR 2020.

Es más útil poner en su contexto histórico todo lo expuesto por estos intelectuales. La afirmación de que durante los primeros 20 años fue un jardín de rosas se refiere a la primera etapa de reacomodamiento global con una política liberal acorde al Consenso de Washington. Cuando esta etapa estalla (en el caso argentino, con el fin de la Convertibilidad), los países socios del Mercosur se miran a la cara con estupefacción. Pero, a principios del milenio, aparece una locomotora global, que fue China, y todos los países suramericanos, entre ellos los del bloque del Mercosur, que producen lo que demanda ese país, comodities, viven un resurgimiento económico. Cuando China comienza a frenarse, toda Latinoamérica cae, desnudando que nunca existieron «modelos» más exitosos que otros y mucho menos diferentes, ni populistas ni liberales, porque todos sobrevivieron gracias a las compras chinas de su producción primaria.

Por eso, el andamiaje del Mercosur se desmorona, iniciando el ciclo de 10 años que expone la intelectualidad burguesa. Hasta llegar a la actualidad, en la que los socios se plantean redefinir todo el Mercosur, incluso, como Uruguay, se plantea no pertenecer al bloque.

En definitiva, el Mercosur fue creado para ampliar los mercados de consumo internos de los países miembros, para aquellos productos en los cuales se tenía ventajas competitivas. Su primera etapa duró lo que duró el consumo de países pobres, que para mantener la tasa de ganancia con inversiones pobres y a veces nulas, la única forma era apropiarse de una porción del salario de sus propios trabajadores. De manera que el fantaseado círculo virtuoso no existió, porque al sacarle el poder adquisitivo a la clase obrera de sus países para poder mantener constante la ganancia, sin la inversión para mejorar la productividad, fue achicando sus propios mercados internos.

Hasta aquí, todo parecería ser que el problema del Mercosur, se reduce a un problema de aranceles y de falta de voluntad de libre comercio de los gobiernos, producida por motivos ideológicos. Pero la propuesta de estos intelectuales burgueses es, en realidad, puramente ideológica. Porque, para ellos «todo lo resuelve el mercado». Esto es, con el simple libre hacer, todo se encaminaría de forma natural, sencilla y virtuosa, hacia el progreso y el bienestar.

Por el contrario, la burguesía industrial del Mercosur, en especial la argentina, plantea otra situación bien distinta, abundando en fundamentos, que los anteriores intelectuales del liberalismo, no quieren mostrar, o en realidad, no pueden entenderlo, cegados precisamente por su posición ideologizada. Los problemas para acuerdos de libre comercio con bloques como el de la Unión Europea no son del todo claros, pero en el caso de Corea del Sur se expresan de manera mucho más nítida y contundente.

En abril del 2020, la Unión Industrial Argentina emitió un documento crítico sobre las tratativas del bloque del Mercosur con Corea del Sur, que es presentado como la redacción en conjunto con su entidad símil de Brasil (pero por varios motivos que detallaremos más adelante, los brasileros no se embanderan tan fervorosamente como se esperaría). En el mismo, sin habérselo propuesto, confiesan las limitaciones y pobrezas reales de la industria argentina: sienten perturbación por «el desconocimiento del contenido de las ofertas» pero son muy concretos con los siguientes puntos (y cito textualmente):

  1. La mayor capacidad de la producción industrial de Corea del Sur, que cuenta con la baja competencia interna, con una posición dominante en sectores como electro-electrónica, acero, químico, el sector automotriz (vehículos terminales y autopartes), entre otros. Esta situación puede provocar serios perjuicios a la industria del Mercosur.
  2. Se desconocen los resultados de los ejercicios que, aparentemente, demostrarían la existencia de beneficios económicos para el bloque y en los cuales se basan los gobiernos para avanzar en esta negociación. Tampoco cuáles serán los beneficios que logrará el Mercosur en materia de acceso al mercado de Corea del Sur para los productos de la oferta exportable existente, en su mayor parte agroindustrial. Más aún, no se conocen los términos de las exigencias sanitarias y fitosanitarias que impondrá Corea del Sur para aceptar el acceso a su mercado de productos agroindustriales.
  3. Otro aspecto de la negociación que preocupa a la industria del Mercosur es la capacidad de los países del bloque para enfrentar prácticas desleales de comercio. Después de la República Popular China, Corea del Sur ocupa el segundo lugar entre los países a los que se aplican medidas de defensa comercial en el mundo.
  4. También es preocupante para el Mercosur la cuestión de los derechos de propiedad intelectual. Las pretensiones de Corea del Sur en materia de protección de patentes, la exclusividad de los datos de prueba y otras obligaciones sobre “observancia” podrían afectar seriamente la actividad de los sectores industriales de los países del Mercosur.

Continua con la utilización del problema de la Pandemia del COVID, para argumentar los peligros de efectuar un acuerdo de libre comercio en un momento donde se detuvo la actividad productiva y el comercio mundial, consecuentemente caen los PBI, con el agregado del pago de salarios en ese contexto de inactividad, etc. Termina el texto con la exigencia de ser informados en detalle sobre los términos y condiciones de las negociaciones del tratado de libre comercio con Corea de Sur.

La UIA esperaba del gobierno nacional, una respuesta acorde. Pero el gobierno sobreactúa y directamente se retira de la negociación dentro del Mercosur. La entidad empresarial se desespera, porque comprenden que, aunque Argentina se desentienda de las negociaciones, los productos de Corea del Sur igualmente podrían entrar, sin aranceles y/o con alícuotas bajas, triangulados a través de los mismos socios comerciales del Mercosur. Los vivos reclamos de los sectores industriales como el automotriz o el manufacturero, etc., resultan lógicos y esperables por su debilidad frente a los coreanos, pero lo asombroso, es que el sector de la UIA más preocupado por esta competencia desigual, sea la COPAL, la Coordinadora de la Industria de Productos Alimenticios. Esta, a través de su eterno representante, Funes de Rioja, demanda seguir en la mesa de negociaciones, porque «La industria de alimentos y bebidas es uno de los sectores más expuestos ante la apertura».

Uno se pregunta: ¿Cómo?, ¿Argentina no es un país con ventajas comparativas precisamente en la industria alimenticia? ¿Por qué tanto temor en competir en ese segmento con un país como Corea del Sur? Aquí aparece un elemento expuesto en uno de los puntos del Documento: «No se conocen los términos de las exigencias sanitarias y fitosanitarias que impondrá Corea del Sur para aceptar el acceso a su mercado de productos agroindustriales».

Aunque produzca una herida narcisista a los argentinos, debemos decir que los productos de la industria alimenticia argentina no conquistan el mundo. Solo pueden ingresar a países con muy bajas exigencias sanitarias, o quienes sencillamente, no tiene instrumental para efectuar los controles. Incluso, aquellos productos que muchos creen que se exportan exitosamente a mercados internacionales ávidos en consumirlos, en realidad hace décadas que no sucede. Esos mercados se perdieron completamente, por la mala calidad nutritiva, toxicidad, o problemas sanitarios, y fueron tomados por países como Chile u otros, también incluso por Israel, sí, por Israel. Todo este tema lo trataremos en otro texto. Aquí nos limitamos a mencionarlo, porque desmitifica la realidad de la producción industrial alimenticia argentina. El vino Malbec, con sus premios internacionales, no los conoce nadie. Lo único relacionado a la industria alimenticia que exporta argentina, se reduce a lo producido por el complejo agroindustrial de soja y granos, es decir harinas de soja y aceites; algo de carne vacuna y en muy menor medida, golosinas y mermeladas; el resto es irrelevante.

Otro tema fundamental, que aprovechamos a plantear ahora, aunque lo trataremos en otro documento; es que a productos de baja calidad se le suman los enormes costos de logística de nuestro país que perjudican la competitividad de los mismos, es decir, los vuelven más caros, y, por lo tanto, menos atractivos para comprar.

A continuación, el cuadro elaborado por la Cámara de Comercio de Rosario, vuelve a poner los pies sobre la tierra para analizar los límites de Argentina para exportar, algo que no ponen en el análisis los intelectuales burgueses. Esto es, el problema de la logística. Aquí comparan los costos de transporte en camiones contra el transporte en buque de carga marítimo (no fluvial).

Como se puede ver, y tomando un solo ejemplo, el costo del trayecto en Camión que va desde Tostado hasta el puerto de Rosario, unos 490 km, el precio es de U$S 43 por tonelada, mientras que, desde el mismo puerto hasta el puerto de Shanghái en transporte marítimo, cuyo recorrido es de 21.200 km, el valor es de U$S 39 por tonelada. Esto significa que transportar 1 tonelada en camión en argentina, es 49 veces más caro que transportarlo en barco, cruzando todo el océano. Aclaremos que el costo es para una carga de un camión con 32 toneladas del mismo producto y no un flete que transporta varios productos, esto último es mucho más caro.

Aquí nos preguntamos por otro actor, el tren de carga. Lamentablemente las condiciones deplorables de los que aún quedan en Argentina, con velocidades máximas de 15 km/hs, en los tramos que lo permiten sin descarrilar, lo que a su vez hace imposible garantizar la llegada en tiempo y forma; operatividades de cargas y descargas ineficientes y lentas, etc., aun así, su costo es la cuarta parte del camión (tema de un próximo documento).

Pero, si recurrir a la comparación entre sistema de transporte en camión y el de barco marítimo, puede ser objetado como mal intencionado, en el siguiente cuadro, nuevamente la Cámara de Comercio de Rosario, ilumina el problema. La comparación de los costos es dentro del mismo sistema de transporte de carga, el camión, pero cotejándolos con dos países de similares características en sus logísticas. Allí nos muestra que, el transporte argentino es un 70% más caro que nuestro socio comercial, Brasil, y un 76% más caro que el de EEUU.

Finalmente, aparece un actor fundamental en el tema Exportaciones, ligado a todo lo anterior, el Puerto. Como veníamos exponiendo, la producción regional como frutas, hortalizas, y el procesado de las mismas, por su baja calidad y costos altos de producción, más los también altos costos, pero de logística, combinados desalientan a posibles compradores importarlos, por lo que se traduce en bajos volúmenes para la exportación, consecuentemente lo que puertos marítimos argentinos, por ejemplo el de San Antonio Oeste en Rio Negro que tiene un calado natural apto para buques postpanamax, no sean destinos para los buques de carga de ultramar. Consecuentemente hace que los operadores marítimos internacionales, para bajar sus costos, tomen la política de limitarse a puertos de mayor volumen de comercialización, por lo que con llegar a los puertos brasileros es suficiente y desde allí, dejar en manos de pequeñas y medianas empresas de barcazas de cabotaje el resto de la operación de transporte a puertos argentinos. La consecuencia es un círculo perverso, aumentan los costos de los productos argentinos a exportar, por lo que los hace menos atractivos de comprar por países transoceánicos.

Otra reflexión, sobre este problema de la logística y los puertos es que, la producción industrial local, que se autopercibe “vivir con lo nuestro”, en realidad fabrica mercancías de consumo masivo que tienen como mínimo un 50% y un máximo de 80%, de materias primas, productos semielaborados o componentes, importados, y en su mayoría, son transoceánicos. Por lo que, al perder el puerto propio internacional, dependerá de los tiempos de estadía en puertos brasileros y su transporte desde allí, por barcaza con un costo mayor que los grandes cargueros marítimos (100 veces más caro). Esto significa un doble problema, el del aumento importante de los costos, y la mayor demanda de dólares para toda esta logística agregada de cabotaje con puertos brasileros. Dólares que la industria auto percibida “vivir con lo nuestro”, no genera. Toda esta problemática de la logística argentina y los puertos, los trataremos más extensamente en otro documento, solo quedo expuesto para avanzar en la comprensión de la situación actual nuestro país dentro del Mercosur.

En definitiva, los muelles sobre el Rio Paraná, a los que se denomina «puertos», son por donde salen el 80% de los productos exportables argentinos, tienen profundidades naturales con marea normal, de 3,5 mts, pero los buques marítimos tienen un calado de 10 mts, por eso necesitan dragar desde el ingreso por mar al Rio de la Plata, y continuarlo hasta la zona de Santa Fe Capital, trayecto por el que pagan un peaje para el mantenimiento de los dragados y balizaciones, lo que hace que, cargar toneladas de soja o de aceite, en la zona portuaria de Rosario resulte mucho más caro, que cargarlo en el Puerto marítimo brasilero de Santos o incluso, Río Grande do Sul.

Para tener una idea de lo que planteamos, a continuación, mostramos las fotografías de algunos de los puertos que se encuentran sobre el Río Paraná, que es por donde Argentina exporta el 80% de su producción agropecuaria.

Puerto de Rosario

Puerto de Gral. Alvear de Cargill

Puerto Gral. San Martin Pampa Y Dempa Bunge

Y lo mostrado tiene su lógica, como se observa en el siguiente cuadro conformado por el Instituto de Estadísticas del Mercosur.

Fuente: Informe Técnico Comercial MERCOSUR 2020.

Como se puede ver, no figuran productos industrializados que crucen los océanos. No hay Lavarropas, ni Cocinas, ni zapatos, ni productos regionales. Simplemente el complejo agrícola y sus aceites.

Primera conclusión: las preocupaciones, demandas y propuestas de un sector de la burguesía argentina sobre aranceles, políticas de apertura comercial, etc., para aumentar el volumen de las relaciones comerciales con el mundo, fundamentalmente exportar, resultan un debate delirante e infantil.

Retomemos el tema del Mercosur en particular. El documento escrito de puño y letra por los actores reales de un sector del capitalismo argentino, la UIA, deja en claro que la dificultad para la integración del Mercosur con otros bloques «globales», en realidad, no tiene que ver con problemas ideológicos «anti libre comercio» y sus herramientas arancelarias, etc., sino con la realidad material y concreta: la ineficiencia, el atraso productivo, de las burguesías del bloque son calamitosas, por lo que necesitan de todas esas barreras arancelarias y de todo tipo, para poder sobrevivir, o ganar tiempo para adecuarse y prepararse para competir, aunque sea de manera ilusoria.

Dicho de otra manera, la burguesía capitalista, que obtiene sus ganancias dentro del espacio geográfico suramericano, que conforma el bloque del Mercosur, perdería casi por completo ante la competencia con las más eficientes burguesías capitalistas de otros bloques, incluso de países individuales como Corea del Sur o Gran Bretaña. En definitiva, perdería el territorio donde obtiene de su ganancia, donde se apropia del valor generado por la clase obrera.

Por supuesto, no están en la misma situación, por sus intereses y características específicas, las burguesías de Brasil, Paraguay, Uruguay y mucho menos la de Argentina. Al interior de los países y en su competencia dentro del bloque. Detengámonos en el primero y más grande socio comercial, Brasil.

Vamos a tratar dos caras de las relaciones comerciales de este país con el «mundo». Una cara, la de sus políticas con terceros países para modernizar y ampliar sus desarrollos industriales, para eso, nos resulta muy útil retomar el de Corea del Sur. La otra cara, es la del ser el «leproso» del Mercosur en las negociaciones con la Unión Europea, por ser el «deforestador serial» del Amazonia, tema muy crítico, que veremos más adelante. En el próximo documento, seguiremos con nuestro mayor socio comercial del bloque.

Juan Romero.

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