Una característica del capital es su vocación y capacidad para absorber riqueza. Para quedarse con el fruto del trabajo ajeno. Para apropiarse de lo que otros producen. Y, también, para devorar lo que otros se han apropiado explotando trabajo ajeno. Los capitalistas son caníbales económicos: devoran a sus congéneres, los expropian progresivamente. «Cada capitalista liquida a otros muchos»1.
Esa voracidad genera diferencias entre los capitalistas. Algunos, más débiles, en su desesperación están dispuestos a matar a la gallina de los huevos de oro. Otros, más sólidos, prevén estrategias de más largo alcance.
La FIFA gestiona a nivel mundial un negocio que tiene más de 100 años de desarrollo. Recordemos, por ejemplo, que el primer cisma en la otrora asociación que nucleaba a los clubes argentinos de fútbol se produjo por una cuestión de dinero…
…el domingo 16 de junio de 1912. La primera escisión acababa de concretarse. Ricardo Aldao, presidente de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, había pateado el tablero. ¿El motivo? Su club prestaba la cancha para los partidos importantes, cobraba apenas un 20% de las entradas líquidas (aunque tenía una fuerte deuda por haber puesto el estadio en condiciones) y sus socios debían pagar entrada para ver los partidos. Esta última situación resultaba inaceptable para Aldao y GEBA renunció a la afiliación.2
Ese choque entre clubes por el dinero se estableció bajo la forma de asociaciones civiles sin fines de lucro, sin que ello pusiera obstáculos a la voracidad económica. Las asociaciones locales se integraron en otras, continentales e internacionales. Y nuevos medios tecnológicos ampliaron el públicos más allá de los espectadores presenciales (que nunca fueron más de 100 mil por evento, aunque en promedio eran muchos menos) hasta abarcar cualquier rincón en que sea posible conectar una pantalla. Así, por ejemplo, en la final de la Copa del Mundo en Qatar…
…el 18 de diciembre de 2022, 88.966 espectadores abarrotaron el Estadio de Lusail y cerca de 1.500 millones de personas en todo el mundo presenciaron una vibrante final entre Argentina y Francia.3
Ya no se trata de un espectáculo que vende publicidad local para espectadores locales diseminados alrededor de todo el mundo. Se trata de súper eventos con sponsors globales y públicos internacionales.
Este desarrollo natural de la concentración producida por la competencia tiene como resultado el estrechamiento y la elevación de la cúspide en la pirámide de los protagonistas. Aunque en el mundo hayan aumentado las horas de fútbol que disfrutan los espectadores, han disminuido drásticamente los eventos que concitan esas miradas y, por lo tanto, sus protagonistas. A la vez, esos protagonistas se ven sometidos a tasas de esfuerzo, para lograr su selección, impensables. No casualmente ya no son extraños el retiro joven por problemas físicos, los graves trastornos cardíacos en medio de disputas de torneos e incluso la muerte, como le ocurrió a Juan Izquierdo 4 días después de que cayera desmayado durante un partido de octavos de final de Copa Libertadores, a poco de haber ingresado4.
Los burgueses que invierten en el fútbol, o administran sus unidades económicas, advirtieron tempranamente que era necesario acompañar la internacionalización del espectáculo con la de los protagonistas. De esa manera, a partir de la década del 90, los clubes disputan un torneo local para acceder a un torneo internacional y poseen planteles que pueden, en algunos casos, no contar con ningún jugador del país en el que hoy tiene su estadio.
Esa pirámide, que exhibe una cúspide estrecha y altísima, muestra a la vez una base descomunal de captación de talento que se extiende sobre toda la superficie del planeta, con la precocidad como alimento privilegiado del capital. Jóvenes cada vez más jóvenes abandonan a sus familias para migrar a un gran centro urbano, o directamente a Europa. Desde hace años la supervivencia de los clubes de fútbol (bajo cualquier modalidad jurídica) depende de su integración al negocio internacional que selecciona y explota jóvenes talentos para el espectáculo global.
Ese tráfico incluye el pago de «derechos formativos» a pequeños clubes, es decir, a algunos de los 3600 clubes ligados a la AFA, de los cuales apenas 1 de cada 250 (el 4/1000) practica fútbol de manera profesional5. Es que los balances de la FIFA, de las confederaciones continentales y de las asociaciones nacionales vienen dando crecientes saldos positivos desde hace muchos años. Y, como vienen triunfando en la competencia contra otros deportes profesionales, esos organismos burgueses conciben la perspectiva de cuidar el negocio a largo plazo. Por eso la FIFA ha establecido el pago por «derechos de formación»:
Los derechos de formación son un mecanismo establecido por la FIFA para compensar económicamente a los clubes de fútbol que contribuyen al desarrollo y formación de jugadores desde temprana edad. Estos derechos se activan cuando un jugador firma su primer contrato profesional o cuando se realiza una transferencia entre clubes hasta el final del año natural en que el jugador cumple 23 años. La indemnización se calcula en función de los años de formación del jugador en cada club y busca reconocer la inversión y el esfuerzo de los clubes en el desarrollo de talentos futbolísticos.6
O sea que la FIFA rapaz, con sus secuaces nacionales y continentales, adopta un mecanismo «ecológico», una dinámica «sustentable», capaz de conservar la salud del negocio a largo plazo. Pone, así, un límite al individualismo de los protagonistas.
Toda estrella deportiva es el producto de un entorno social, el resultado de una sinergia deportiva, de una institución que lo educó, que le facilitó la confrontación y el aprendizaje. La FIFA reconoce esa deuda en alguna medida. No por gratitud sino porque el show debe continuar. Esto no impide que la concentración del negocio aumente, pues lo que hace es regular una vía para mantenerlo saludable (lo mismo hacen las leyes antimonopolio)7. Todo lo cual contrasta con el mundo académico, donde el aporte a la formación es mucho más global y el resultado se considera mucho más individual.
En Argentina, el sistema de formación de académicos y científicos es de gestión y financiamiento abrumadoramente públicos. En 2021, sobre 11.638.505 estudiantes de todos los niveles del país, 8.455.229 (el 72,5%) lo hacían en el ámbito público8. Y si nos enfocamos en el el subsector universitario:
En todo el territorio nacional había en 2022 –el último registro disponible– 2.714.277 estudiantes universitarios, de los cuales 2.162.947 estudiaban en universidades e institutos universitarios de gestión estatal, y los restantes 551.330, en instituciones privadas. Esto quiere decir que, en nuestro país, hasta ese año, el 80% de los universitarios recibía educación pública, y un 20%, educación privada…9
Este sistema educativo pagado por la sociedad, es decir, por los trabajadores, produce algunos individuos que poseen una capacidad mayor que el promedio (como sucede con los jugadores). Pero ese trabajo colectivo de la sociedad, que dispone esfuerzos para educarse a sí misma en la persona de algunos de sus miembros, resulta ferozmente expropiado por el mercado de trabajo internacional, que, a diferencia de la ecológica y sustentable FIFA, no retribuye en nada esa exacción.
También es expropiado –hay que decirlo– por las expectativas de la pequeña burguesía en proceso de proletarización, que sigue requiriendo el título para entregárselo a los padres pero, luego, se integra en mercados más rentables económicamente, ajenos a lo que la sociedad esperaría como fruto común de sus esfuerzos generalizados.
Es el caso del ministro Lammens, por ejemplo, que se recibió de abogado pero no reintegra a la vida colectiva ese esfuerzo social que se le ha brindado, sino que comercia con bebidas alcohólicas y promueve su imagen pública con clubes que luego quedan con su futuro hipotecado.
Mucho más visible es el contraste entre dos de los premios Nobel egresados de la UBA. El primero, Bernardo Houssay, cesanteado por reclamarle democracia al golpe del 43, ninguneado por Perón –como todo opositor al régimen que la sacó barata– al ganar el premio Nobel de 1947, siguió trabajando en el país, en el ámbito privado, participó de la fundación del Conicet y estuvo a su cargo hasta 1971 en que falleció. Otro, César Milstein, formado aquí en sus estudios de grado y parte del posgrado, luego emigró a Gran Bretaña de donde nunca regresó, obteniendo el Nobel en 1984 por su contribución al descubrimiento de los anticuerpos monoclonales.
¿Qué reciben los socios de los pequeños clubes por su aporte a la formación de cracks que lucen en las empresas deportivas? Una retribución económica que pueden reinvertir para el disfrute de las nuevas camadas de pibes. ¿Qué reciben los trabajadores que habitan este territorio por contribuir a la formación de profesionales que luego se dedican a algo más rentable, emigran con su título privatizado e, inclusive, ganan premios de gran renombre? Una mención a la Argentina en Wikipedia.
Cuando un barco se hunde, antes de llegar al fondo del mar, todo lo que flota dentro del casco parece elevarse. Un momento más tarde, todo se encuentra sumergido. Es lo que puede ocurrirnos a los que una buena educación brindada por la sociedad nos ha dado un peso específico algo menor. Por un tiempo, quizás, sigamos flotando. Pero si el barco se hunde, terminaremos en el fondo del mar.
NOTAS:
1 Karl Marx, El Capital (Crítica de la economía política), trad. Pedro Scaron, Avellaneda, Siglo XXI, 2004, p. 953.
2 Oscar Bernade, «El primer quiebre del fútbol», nota publicada en Clarín el 18 de mayo de 2016.
3 «Un mes después: 5.000 millones interactuaron con la Copa Mundial de la FIFA Catar 2022», nota publicada en InsideFIFA el 18 de enero de 2023.
4 «La historia de superación de Juan Izquierdo, el jugador cuya muerte conmovió al fútbol sudamericano», nota publicada en La Gaceta el 28 de agosto de 2024.
5 Oscar Bernade, «La AFA cumple 130 años: cómo hizo el fútbol porteño para adueñarse de la pelota en la Argentina», nota publicada en Clarín el 21 de febrero de 2023.
6 Pablo Bruera, «Los derechos de formación en el fútbol», nota publicada en Derechos del Fútbol el 5 de diciembre de 2023.
7 Ver nuestra nota al respecto: «El proceso contra Google y los disensos entre capitalistas».
8 Delfina Corti, «Creció la matrícula en las escuelas estatales y cayó en las privadas durante la pandemia», nota publicada en Chequeado el 4 de febrero de 2023.
9 María Nöllmann y Natalia Louzau, «Marcha universitaria: cuántos estudiantes van a las universidades públicas, qué porcentaje es extranjero y cuáles son las facultades más elegidas», nota publicada en La Nación el 23 de abril de 2024.