Sencillito #43: COLOR ESPERANZA (El peronismo se pinta la cara al calor del nuevo ciclo)

En su ensayo sobre teoría sexual, Sigmund Freud plantea que el perverso actúa lo que el neurótico fantasea. Esto es, mientras el neurótico reprime las fantasías perversas que habitan en su inconsciente, el perverso las pone en acto.

Con el peronismo y el liberalismo sucede algo similar: cuando las papas queman en nuestro país, el peronismo actúa lo que los liberales fantasean. Dos de las tres devaluaciones más grandes de los últimos 50 años las realizó el peronismo: Rodrigo devaluó un 160% en 1975, Duhalde un 380% en 2002. ¿Quién hizo la tercera? Macri, en diciembre de 2015, un 40%. Ni la dictadura de Videla hizo la licuación gigantesca que se conoce como el Rodrigazo.

En 2001 De la Rúa y Cavallo apuntaban al déficit cero para 2002, esto es, un recorte del 2,7% y volaron por los aires. Sin embargo, la licuación de Duhalde supuso un brutal ajuste que llevó a un superávit primario del 2% y un descenso del gasto público del orden del 5% del PBI. Martínez de Hoz, por caso, ni en sus sueños más delirantes habrá imaginado poder hacer lo que hizo el peronismo en los ’90 privatizando, a precio de remate, YPF, Aerolíneas y todos los servicios.

Así las cosas, al igual que en 1975, 1989 y 2002, nuevamente estamos a las puertas de un nuevo ciclo, de un ciclo que traerá sus propias formas ideológicas, distintas de las que vemos hace dos décadas. También veremos nuevas formas políticas, en especial, un peronismo «nuevo» que debe, necesariamente, ser distinto del que acostumbramos a ver desde 2003. Un peronismo que debe cumplir su rol principal, el del «partido del orden», pero además debe realizar la necesidad del capital, esto es, el ajuste de shock y las reformas estructurales. Tales tareas precisan, desde ya, disciplina social y este peronismo «nuevo» lo sabe. A partir de ahora, muy probablemente, veamos al peronismo apuntando en ese sentido: primero, por las buenas; segundo, si falla, por las malas.

No es, no sería una tarea nueva. El peronismo, la fuerza política que mejor sabe leer la necesidad del momento, tiene la capacidad, la decisión y la pericia para cumplir la tarea que el capital le demanda. Lo hizo en la década del ’70, lo hizo en los ’90, en 2002 y lo hará ahora. En los ’70 le tocó el rol de sentar las bases de la represión a la clase para garantizar la licuación salarial, la caída histórica del salario operada a mediados de los ’70. En los ’90 le tocó la tarea de privatizar las empresas estatales, expulsar porciones enteras de obreros del circuito de producción y consumo al calor de la liquidación de pequeños capitales. En 2002 debió poner orden, reprimir a las fracciones radicalizadas de la clase, disciplinar a los piqueteros apelando al asesinato de sus miembros para garantizar una nueva depresión salarial al calor de una devaluación gigantesca que sentó las bases de un nuevo ciclo expansivo. Hoy le toca, nuevamente, tener que licuar salarios y gasto público, pero sobre una sociedad empobrecida y harta de la crisis. Esto es, para cumplir con el objetivo está obligado a disciplinar a la clase, a las fracciones que se levanten contra el ajuste de shock.

El ajuste, sobre todo el que realizó el peronismo, a diferencia del macrismo no fue general, sino que recayó mayormente en las fracciones más pauperizadas, o sea, los informales. Mientras el sector público registrado perdió un 18% de su salario, el sector privado registrado sufrió una caída del 17%, pero si vamos al sector informal encontramos que, en el mismo período de 2017 a la fecha, perdió un 45% de poder de compra. Es decir, el ajuste fue, sobre todo, sobre la fracción obrera que está en la informalidad, explicando, de paso, el fenómeno del voto a Milei.

Esto implica, al mismo tiempo, que no es probable que el ajuste pueda sostenerse sobre deprimir el salario de los informales, sino que precisa avanzar sobre las otras fracciones y, de ellas, la estatal. La fracción estatal, si bien goza de estabilidad y muchos derechos que sus hermanos de clase no tienen, hace mucho tiempo que se expande sobre la base de la precarización. El ejército de obreros estatales que están contratados y no pertenecen a la planta permanente, que tienen un salario muy inferior no es más que un anticipo de lo que el capital le depara a todo el sector.

Claro que acá se debe avanzar con mucha precaución, recordemos que estamos ante la fracción obrera más dinámica de las últimas tres décadas, esto es, no existe otra fracción obrera que haya demostrado o realizado la cantidad de acciones, paros y luchas que realizó la fracción estatal, sobre todo los docentes y médicos. Por esto mismo es que el peronismo debe disciplinar, antes que nada, a los docentes y a los trabajadores de la salud. En este sentido fue Sergio Massa, no Victoria Villarruel, quien dijo que los docentes debían estar en las aulas y que no se podía tolerar más paros que le quitaran días de clase a los chicos.

Fue el gobernador Axel Kicillof quien amenazó y cumplió con la medida de descuentos brutales a los docentes que fueran al paro convocado por un gremio opositor, en un acto que, en la práctica, desconoce el derecho a huelga tal como hacía la dictadura de Videla. Y acá se da la paradoja, Milei o Villarruel reivindican la dictadura, pero es, curiosamente, el propio peronismo quien la homenajea con hechos concretos. ¿Qué otra cosa, más que disciplinar, se puede estar persiguiendo cuando se ilegaliza una huelga y se les descuenta el paro a los docentes adheridos en un marco de régimen de alta inflación?

Nuevamente, por tanto, caemos en la cuenta de que los liberales o aquellos que aparecen como la «derecha» tienen un discurso reaccionario, pero es el peronismo quien lleva a la realidad ese discurso reaccionario. Habiendo intentado instalar la quinta hora para los docentes bonaerenses, todo indica que ahora avanzará sobre incluir el presentismo como parte del salario, recortar las licencias por enfermedad e, incluso, declarar el trabajo docente como «esencial» para, de ese modo, cercenar el derecho a huelga. Ni la dictadura se animó a tanto.

Todo esto forma parte de una reforma laboral integral que, el peronismo, intentará extender a la mayor parte de las fracciones. Que decida empezar por los estatales, acaso la más combativa, prueba el nivel de decisión política que tienen y muestra la enorme ventaja que tiene el peronismo sobre cualquier otra fuerza política. ¿Se imaginan a Milei avanzando con una reforma laboral sobre estatales? No llegaría ni a presentar la propuesta al Congreso. Por esta razón es que, insistimos, el peronismo es nuestro principal enemigo.

En definitiva, lo que debemos comprender es que las características que adoptará el ciclo ya están determinadas. Lo que resta por ver, la diferencia si se quiere, entre Massa y Milei es quién puede personificar mejor lo que viene y en ese sentido Massa aparece como el más capaz. No es cierto que esté en disputa gradualismo o shock, mucho menos dos modelos de país. El shock es inevitable. Los cambios de ciclos en Argentina suelen transitarse con un paso del peso sobrevaluado a uno subvaluado (1975, 1989, 2002) mediado por un ajuste de shock bajo la forma de hiperinflación o devaluación brusca con objeto de licuar el gasto, los salarios y la deuda. Esto, entonces, es lo inmediato.

Dadas las circunstancias y si el escenario internacional mantiene las tendencias actuales (sobre todo si no se dispara el barril de petróleo), el 2024 será un año de licuación, de inflación alta y probablemente se mantenga un peso subvaluado que limitará el consumo, las importaciones y estará orientado en beneficio de las exportaciones para acumular dólares con vistas al plan de estabilización buscando retornar al endeudamiento externo para 2025 si la renta agraria sigue a la baja. En el medio veremos qué alcance tienen las reformas estructurales que se deben hacer.

Es por esta razón que el peronismo ya comienza a pintarse la cara para encarar una nueva batalla contra la clase obrera. Pobres de aquellos que crean que el peligro mayor es Javier Milei, es decir, alguien que fantasea aquello que sólo puede actuar Sergio Massa.

Ezequiel Gil Lezama

(Publicado en el grupo de FB de La Caja: Herramientas para el debate, el 08/11/2023).

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