Ese desajuste es la manera en que se proyecta sobre la economía la antigua tensión entre la libertad, qué es una condición de la competitividad, y la igualdad, que exige niveles mínimos de inclusión. La Argentina deambula desde hace más de dos siglos en busca de ese talismán. En ese extravío aflora una contradicción entre el distribucionismo voluntarista, que en su demagogia es irreverente ante la técnica, y la ortodoxia, que sacraliza una receta desentendiéndose de su aceptación social. No hace falta personificar estas dos inclinaciones. Además, es inconveniente, porque impediría tomar conciencia de que la pregunta es muy antigua y de que la respuesta se está demorando demasiado. (20).
No es la primera ni la única vez en que un gobierno obtiene un poder extraordinario de una receta que, por eso mismo, se sacraliza. Por lo tanto, existe un increíble incentivo político, no técnico, a mantener ese talismán más allá de lo que aconsejaría a la ciencia. Lo que se había convertido en un salvoconducto frente al caos nos devuelve, de ese modo, al caos. (440).
El ajuste que imponía el agotamiento de la convertibilidad encontraba un límite en la provincia de Buenos Aires, en especial en su conurbano. Es un fenómeno interesantísimo, porque el tipo de cambio fijo, el «1 a 1» seguía ejerciendo su encanto como principio de orden post-hiperinflacionario, como lo demostraría un poco más tarde el triunfo De la Rúa, abrazado a las consignas de la economía menemista. Los costos sociales de ese talismán parecían caminar por otro lado. (537).
En el indispensable libro escrito por Pagni (El Nudo) sobre la geografía criolla, la economía argentina, la historia del país y el nudo político en el que nos encontramos, están incluidas las tres citas precedentes. Para alguien que cuida celosamente las palabras con las que se expresa, la elección de la palabra «talismán» donde podría ir «llave», «recurso», «propuesta», o inclusive «líder», no puede ser pasada por alto. Un talismán es un objeto provisto de poder mágico. Con más razón, cuando se repita la palabra, siempre en circunstancias similares, señalando el carácter infernal de los talismanes, porque cuando parece que se ha encontrado uno que resuelve los problemas, como le sucede a los aprendices de brujo, termina profundizándolos.
En las casi 800 páginas del libro de Pagni los socialistas nos sentimos muy cómodos. No sólo porque las referencias históricas o teóricas no excluyen la existencia de la izquierda marxista y no duda en exponer aportes de los teóricos de nuestra corriente como Gramsci o Marx. Sino también porque no distorsiona la realidad del capitalismo y expone con tanta información como crudeza las contradicciones políticas que emanan de su estructura socioeconómica. Finalmente, arriba a una conclusión. La que mencionamos al comienzo y con la que coincidimos: es necesario un giro mágico para que la dinámica propia del sistema capitalista se reúna en algún punto con la sustentabilidad social. Es decir: para que el capitalismo argentino permita vivir dignamente a sus habitantes, a sus trabajadores.
Realzamos la palabra «talismán» porque es un punto de encuentro entre lo que uno de los analistas más lúcidos de la política argentina que ha producido la burguesía opina, con lo que la mayoría de la clase trabajadora supone que puede suceder para resolver nuestra situación. Es la fe en algún sortilegio, la espera del efecto mágico provocado por algún talismán, lo que une al columnista de La Nación con las expectativas de la clase trabajadora.
En este tobogán en que la consideración y el análisis serio y científico de las condiciones de reproducción de la vida en el país se desliza hacia el talismán necesario y los milagros esperados, en esa marcha descendente hacia lo esotérico y lo religiosos, tan propio de las sociedades en crisis terminales, nos encontramos con el tabú. Tabú es la prohibición que no deriva de la vida práctica, como la ley, sino de un orden metafísico, suprasensible, que se posa sobre ciertos actos u objetos volviéndolos imposibles. El talismán que puede hacer viable el capitalismo está asociado al tabú de pensar, de interrogar, como salida, su caducidad, su ruina, su fin como forma de organizar la sociedad.
Tal como queda expuesto en el libro, la solución a los problemas de la Argentina se encuentra en atenazada por una expectativa y un temor, igualmente sobrenaturales. La esotérica expectativa de que, sea como fuere, la acumulación del capital y la reproducción de la vida podrán encontrarse en un abrazo que entregará la felicidad y reordenará nuestra existencia. Y el temor que impide pensar, que prohíbe interrogar siquiera, si la causa de tanto sufrimiento, malestar y pobreza, no se encuentra en el propio capital.
Pagni escribe un libro ortodoxamente materialista para relanzar el pensamiento mágico burgués. Hurga en la realidad –como el personaje de la novela de García Márquez hurga en los pergaminos– el futuro, la salida que permita escapar de este Macondo sureño. Pero no es posible.
Cuando Aureliano saltó 11 páginas para no perder el tiempo en hechos demasiado conocidos, y empezó a descifrar el instante que estaba viviendo, descifrándolo a medida que lo vivía, profetizándose a sí mismo en el acto de descifrar la última página de los pergaminos, como si se estuviera viendo en un espejo hablado. Entonces dio otro salto para anticiparse a las predicciones y averiguar la fecha y las circunstancias de su muerte. Sin embargo, antes de llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás de ese cuarto pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a 100 años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.
Pero todavía hay tiempo para nosotros. Nuestra estirpe, la larga historia de nuestra clase, nos exime de la condena a cien años de soledad, a condición de intentar derribar el tabú para permitirnos otra perspectiva de interrogación (sobre el capital) y otra posibilidad de respuesta: el socialismo.