Sencillito #09: Bukele peronista

Pato Bullrich provoca, el peronismo cumple.

Las recientes declaraciones de Daniel Scioli, «Estoy a la derecha de la derecha», de Sergio Berni, «Bukele me copió lo que tengo en la cabeza» y de Luis D’Elía, «Berni es Bukele. Rosario tiene solución», actualizan la célebre declaración de Carlos Rukauf mientras era gobernador de la provincia de Buenos Aires: «A los delincuentes hay que meterles bala». No se trata de personajes marginales en el peronismo:

Daniel Scioli, reclutado por Carlos Menem para las huestes del Primer Trabajador en los años 90, fue vice presidente de Néstor Kirchner, gobernador de la provincia de Buenos Aires, presidente del Partido Justicialista en 2009 y candidato a la presidencia de la nación en 2015. Hoy es embajador en Brasil y uno de los posibles candidatos del peronismo para la presidencia en octubre de este año.

Sergio Berni obedece a las órdenes de la familia Kirchner desde 1991, cuando Néstor era gobernador de Santa Cruz. Desde entonces se desempeña en tareas de inteligencia, vigilancia y represión de organizaciones de la clase obrera. Hoy es ministro de seguridad de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires.

Luis D’Elia se incorporó al peronismo en los gloriosos años 90, mientras la reestructuración capitalista generaba millones de desocupados. La organización de la clase obrera convirtió a esos desocupados en piqueteros. Ante la masacre de Avellaneda, perpetrada bajo el gobierno de Duhalde, D’Elia acusó a las organizaciones piqueteras de haber preparado la escena junto al gobierno para posicionarse como vanguardia y dirección del movimiento. Néstor Kirchner lo premió en 2003, otorgándole la subsecretaría de Tierras para el Hábitat Social. (De paso, recordemos que Aníbal Fernández, hoy ministro de Seguridad de la Nación y por aquel entonces Secretario General de la Presidencia, declaró que lo sucedido en Avellaneda había sido «un enfrentamiento entre piqueteros»). Defensor de la pena de muerte, ante las sentencias para Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi (ex secretarios de Transporte de la Nación) por el crimen social ferroviario de Once, Luis D’Elía protestó contra el fallo.

Como bien sabemos, porque lo vivimos todos los días, la inseguridad (desde robos a feminicidios, pasando por toda la gama de crímenes perpetrados por barrabravas, bandas narco, fuerzas de seguridad comprometidas con el juego clandestino, la trata y la prostitución, etc.) afecta fundamental y mayoritariamente a la clase obrera. De manera que aquellas declaraciones celebratorias del campo de concentración de Bukele (como si hoy las cárceles argentinas fueran «sanas y limpias») parecen dirigidas a la agenda proletaria, proponiendo soluciones mágicas que apenas rozan la superficie de la crisis social que padecemos. Pero no.

Se trata de señales para la burguesía. El peronismo es la única fuerza en Argentina capaz de imponer el orden para la clase social que nos explota. Ésa ha sido su función histórica. Desde la masacre de Rincón Bomba en 1947 (hecho documentado por Valeria Mapelman) y las obreras telefónicas torturadas en 1949 (hecho documentado por Marcial Luna) hasta la amnistía prometida a los militares en 1983 o los asesinatos de Kosteki y Santillán en 2002, pasando por la conformación de la Triple A a inicios de los 70, el peronismo ha demostrado ser la única fuerza política capaz de garantizar a sangre y fuego las condiciones para la acumulación capitalista, mediante el control de los recursos estatales, el aparato represivo y las organizaciones de masas (los sindicatos).

La función histórica del peronismo consiste en impedir la organización, la difusión masiva y la realización de un programa socialista en Argentina.

Por eso es el principal enemigo de la clase obrera.

Imagen principal: La ronda de los presos (1890), de Vincent Van Gogh.