A propósito de la «Marcha del Orgullo Antifascista y Antirracista» del 1F y la «Marcha Federal por la Salud» del 27F (e incluso en relación a la marcha universitaria del 23 de abril de 2024), en las últimas semanas estuvimos debatiendo acerca del criterio para marchar o no marchar. Porque, si bien son pocos los compañeros socialistas que reivindican marchar con Juan Carlos Blumberg o con Patricia Bullrich –a pesar de que la seguridad y las vacunas constituyen reclamos justos–, muchos son los que revindican marchar cuando convoca el peronismo.
Por eso nos interesa destacar un tipo de evento específico de la lucha de clases cuya apariencia es similar a tantas y variadas marchas pero cuyo contenido no lo es.
Nos referimos, puntualmente, al 8 de marzo, al 24 de marzo y al 1° de mayo. Estas fechas tienen algo singular: han nacido de la propia lucha por intereses que nosotros defendemos. Son fechas que han sido contrarias al poder burgués y sobre las que, tardíamente, ese poder ha ensayado la política de infiltrarlas, cooptarlas, apropiarse de ellas. En este sentido, la disputa por una fecha que es históricamente nuestra, la resistencia a entregarla a nuestros enemigos de clase, es lo contrario a la fallida idea de «resignificar» una convocatoria que nos es ajena desde su concepción.
Un calendario no es sólo una medida del tiempo. Es también un documento que expresa el grado de conciencia que tenemos, como trabajadores, con respecto a nuestra historia. En esas fechas rememoramos no para acumular hechos del pasado sino para actualizar, en el presente, nuestra conciencia histórica y colectiva. Por eso rechazamos las convocatorias que atentan contra la independencia política de la clase obrera y robustecen el poder burgués (cualquiera sea ese poder burgués), a la vez que defendemos las fechas creadas y engrandecidas por la lucha de los trabajadores.
Variadas son las formas de ejercitar esta resistencia. Cuando el peronismo, por ejemplo, desde el poder intentó convertir el 1° de mayo en la Fiesta del Trabajo (y a Perón en «el primer trabajador»), poco margen de maniobra quedaba para hacer más que una resistencia ideológica y teórica. La amplia hegemonía en las organizaciones de los trabajadores de esa época y el crudo régimen represivo impuesto a los opositores no dejaban lugar para otra cosa.
En cambio, cuando el partido de la Triple A y el Indulto quiso apropiarse del 24 de marzo, hubo durante más de veinte años dos marchas que reflejaron esta resistencia a entregarles esa fecha a los precursores del secuestro, la tortura, la desaparición y la muerte.
Otro tanto sucede con el 8 de marzo: el feminismo no tiene que entregarle la fecha a la misoginia queer, con su reivindicación de la explotación sexual, de la explotación reproductiva y del reemplazo del sexo biológico por el género autopercibido.
Estas fechas son hitos de la lucha que la burguesía intenta, si echamos mano a la frase de Lenin en El Estado y la revolución, «convertir en íconos inofensivos, canonizarlos, rodear sus nombres de una aureola de gloria para “consolar” y engañar a las clases oprimidas, mellando su filo revolucionario».
Por eso, a diferencia de las marchas electorales del peronismo, en estas fechas nos pronunciamos, las reivindicamos nuestras y organizamos alguna actividad. Mientras que la acción en sí misma es táctica, la política de no entregar nuestras pocas pero educativas e inspiradoras conmemoraciones, no lo es.
¿Por qué una agrupación de izquierda da por sentado que las vacunas constituyen un reclamo justo? Ídem en relación a la salud pública.
¿Acaso no son instrumentos de dominación del capital: la injerencia de BigPharma, la corporación médica adoctrinada por Rockefeller, las políticas de salud de cada gobierno capitalista?
Creo que su afirmación es una de las tantas IDEOLOGÍAS FALSAS que denunciaba Marx, tanto o más perjudicial que las religiones.
Hola, Mariana. Te agradecemos la atenta lectura y las preguntas.
Lo primero que tenemos para decir al respecto es que, en el capitalismo, casi cualquier consumo necesario para vivir contribuye, de manera directa o levemente indirecta, a la acumulación de los grandes capitales. En otras palabras, si queremos vivir estamos condenados a engordar burgueses mientras este sea el sistema dominante.
En segundo lugar, más que «reclamos justos» son necesidades sentidas por los trabajadores. Algunas de esas necesidades ni siquiera son tan necesarias como los remedios o los alimentos pero forman parte de la reproducción normal la vida humana en el capitalismo. Se trata del «elemento histórico y moral» de la reproducción de la fuerza de trabajo, tal como es desarrollado por Marx en el El Capital.
Nuestro principal marco teórico para pensar este problema es El Capital. Por eso te invitamos a leerlo juntos en nuestro grupo de los martes. Comenzará el 18 de marzo, de 19 a 21 hs., por Meet. Podés pedirnos el vínculo para participar escribiendo al 11 5757 6601. Tal vez estudiando juntos esta obra se entienda mejor lo que publicamos.
Saludos!