Massa-Rossi: La fórmula mejorada

Sigue siendo la mejor fórmula, aunque hayan cambiado los nombres propios. Y la voltereta nos permite, nos motiva a realizar, un par de precisiones. En principio, observemos que el lugar que ocupan los candidatos en el gabinete del actual gobierno, el tono y las frases hechas de su discurso, la simpatía que les profese Cristina públicamente… no cambian nada. Sobre todo, no cambian nada para quienes van a votar al peronismo.

El peronismo ha perdido una enorme masa de votantes a lo largo de estos 4 años. Si los últimos dos años de Macri llevaron la inflación a 134%, los últimos dos años de los dos Fernández tiñen de nostalgia ese número con un 247%. Sumándole un creciente pasaje del empleo registrado al precarizado. Si el macrismo fue malo, los números del gobierno de los dos Fernández son indudablemente peores. El salario mínimo vital y móvil es de $87.987, que equivalen (a la fecha en que publicamos esto) a U$D 180: el salario más bajo de la región.

Es presumible que quien pueda elegir semejante empeoramiento para evitar otro empeoramiento peor, a pesar de que este gobierno empeoró lo hecho por el mal gobierno de Macri en todas las variables, quien pueda defender esto, no se va a conmover por tal o cual nombre propio.

Si no hace mella la realidad con sus precios cotidianamente hirientes, si no intimida el terror de poder perder el trabajo en cualquier vuelta del almanaque, si no angustia el deterioro de la vida común… ¿por qué haría mella que, en lugar del ministro del Interior de este mismo gobierno, vaya a la cabeza el ministro de Economía?

Sólo pueden hallar diferencias entre los nombres quienes buscan con desesperación algo menos malo dentro del peronismo. La única razón por la que el candidato de la continuidad del plan inflacionario de 3 dígitos, el actual Presidente, no se presenta es porque (como en La guerra de los Roses) los dos Fernández terminaron infligiéndose heridas de muerte.

Lo mismo sucede con el método: la democracia es lenta y predecible; los liderazgos son caprichosos y silentes. Si puede haber sorpresas es porque no hay democracia ni participación. Nadie puede esperar un dedazo o un tuit de último momento y sorprenderse porque luego llega otro.

Nada de lo sucedido le quita votos al peronismo. Los que no perdió con su gestión desastrosa, no se alejarán a causa de métodos históricos muy conocidos ni ante el prontuario de sus dirigentes más renombrados.

Pero mientras que el Presidente logró imponer una fórmula muy cercana a él, Cristina aceptó su estatura provincial. Estos detalles de la interna peronista son insignificantes para la clase trabajadora: quien puede ver algo positivo en una inflación récord, no retrocederá en esa opinión por el lugar que ocupa el candidato en el gabinete que viene perpetrando este plan económico. Esta aceptación nos señala que reconocen que muchos se han ido, que muchos de sus votantes ya no los votarán. Muchos. Los suficientes como para no ganar.

Para quienes somos socialistas, la cuestión no es, nunca fue, cortejar a los que se declaran peronistas. Para nosotras y nosotros, la cuestión fue, es y será organizar a quienes han roto con la hipoteca de la conciliación de clases.

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