A raíz del escándalo con la cripto $Libra, en estos días el gobierno puso en riesgo uno de sus capitales políticos: la diferenciación con respecto a los políticos chorros y estafadores.
La corrupción es un tema sensible. Para la mayor parte de la población son las prácticas corruptas –y no el sistema capitalista– una razón central en la decadencia argentina. Y ha sido un elemento decisivo en las derrotas peronistas de 2015 y 2023. Pero el propio gobierno libertario, que usufructuaba ese argumento para sí, ahora está salpicado por la sospecha.
Esta circunstancia sería una inestimable oportunidad para que la izquierda convocara y aprovechara una gran acción contra los chorros y corruptos. Pero no.
La izquierda argentina, el FITU, acaba de votar junto con el peronismo para impedir que los políticos con causas judiciales por corrupción sean apartados de la actividad política. Semejante alianza con los chorros hambreadores le impide ahora a la izquierda aprovechar el paso en falso del gobierno. Un paso en falso concretado en los hechos, no un cacareo discursivo merecedor de algún repudio.
No decimos que Ficha Limpia sea una iniciativa socialista. Decimos que el FITU podría haber presentado un proyecto más categórico al respecto y luego ABSTERNERSE de votar con el peronismo en defensa de Cristina. Para colmo, la coincidencia argumental con el peronismo es lamentable: Ficha Limpia sería un mecanismo de proscripción mediante el manejo de la Justicia que ostenta el poder burgués. Así, para el FITU los jueces responderían al «poder» y, sin embargo, el peronismo (que ha nombrado a la mayoría de los jueces gracias a su dominio histórico de los senadores nacionales y provinciales) no sería parte de ese poder. (El Frente de Izquierda ya había actuado de manera similar en 2017, cuando defendió a Julio De Vido).
Ahora bien, atendamos al razonamiento: si Ficha Limpia no debe aprobarse porque es una ley al servicio del poder burgués, ¿qué ley escapa a ese condicionamiento, según los diputados trotskistas? No lo explicaron. Tampoco explicaron qué ley sería capaz de evitar el condicionamiento burgués en una sociedad capitalista. Y, digámoslo todo, tampoco asumen la consecuencia práctica de esa postura: renunciar al Congreso, una institución absolutamente inútil para los intereses de la clase trabajadora.
Esta confianza del trotskismo en la democracia burguesa es un índice de sumisión. Otro es su estrategia: líderes en lugar de ideas, Congreso en lugar de calles. Para una organización que se sostiene en figuras públicas y técnicas de marketing, en lugar de estructuras consolidadas e ideas desarrolladas, la posibilidad de que una ley como Ficha Limpia la desarticule es abrumadora. Lo mismo le pasa al peronismo con Cristina, al PRO con Macri, a LLA con Milei. Si se los corre de la escena, sus coaliciones quedan a la intemperie como lo que son: un enjambre de disparidades. Al margen de la cara en los afiches, ¿quién ve alguna diferencia entre Solano, Bregman, Sobrero y Ripoll?
Dijimos recién que el trotskismo exhibe índices de sumisión. ¿De sumisión a qué? Al peronismo. La impotencia estratégica del FITU hunde sus raíces en el filoperonismo. El Frente de Izquierda podría haber convocado a marchar con una bandera tan sencilla como sentida entre los trabajadores:
«FUERA DE LA POLÍTICA TODOS LOS CHORROS Y CORRUPTOS: MILEI, CRISTINA Y MACRI».
Por supuesto que eso no hubiera volteado a Milei (para que asumiera Villarruel). Pero al menos hubiera permitido a una vanguardia que sospecha distinguir a la izquierda del resto de las fuerzas políticas, separarla del choreo y las estafas. Hubiera permitido que alguien se preguntara por qué hay que elegir entre un burgués chorro y un burgués estafador. Y lo que es más importante: hubiera permitido la apertura de una vía de debate (hoy cerrada a causa del desprestigio del socialismo) acerca del problema de fondo, que no es el robo y la corrupción sino la explotación y la anarquía económica (la organización social para la acumulación y el beneficio privado).
Así, la conducción hegemónica del trotskismo fragmentario dilapidó otra oportunidad.