…ha entrado en erupción en Argentina
La revista Jacobin, que integra la Internacional Progresista, ese espacio político que se referencia en Bernie Sanders del Partido Demócrata (hoy en el poder en EE.UU.), Varufakis en Grecia, Pablo Iglesias en España, Corbyn en Gran Bretaña, que cuenta con la simpatía de Chomsky, Zizek, etc., fundada en 2011, no ha quedado ajena a las PASO argentinas del 13 de agosto ni al resultado obtenido por Milei:
Un volcán político ha entrado en erupción en Argentina. Los medios de comunicación presentan el discurso de Javier Milei, con indulgencia irresponsable, como anarcocapitalista, pero se trata de una candidatura neofascista. Si Javier Milei gana, su gobierno será incompatible con las libertades democráticas conquistadas dramáticamente tras la caída de la última dictadura militar. Una política de choque antipopular tan brutal no es posible sin romper la columna vertebral del movimiento sindical y popular más fuerte del continente. No puede imponerse sin violencia y, por tanto, sin un cambio de régimen. El reciente resultado de las PASO parece haber sido totalmente inesperado. Algunos lo atribuyen a un «voto bronca». Debe haber un «grano» de verdad en esta idea de protesta, pero parece ser mucho más grave. Nadie previó que un movimiento tan profundo de «placas tectónicas» sociales era inminente, y que podría subvertir cualitativamente las relaciones de poder político. Lamentablemente, una ingenua subestimación de la extrema derecha ha vuelto a imponerse, como ocurrió con Jair Bolsonaro en 2018. Lo que honestamente debería inquietarnos y llevarnos a preguntarnos: ¿por qué? En lo que respecta a Brasil, fue complicado y polémico. Era muy difícil admitir que, después de trece años de gobiernos liderados por el PT, pero en permanente concertación con fracciones de la clase dominante, el país estaba fracturado por el giro de la «masa de la burguesía» hacia la oposición y el golpismo, el desplazamiento de la mayoría de las clases medias, agotadas por el rencor social, hacia el antipetismo, y la división de la clase trabajadora ante la ofensiva de la operación Lava Jato que criminalizaba a la izquierda como corrupta. Las ilusiones ciegan cuando la realidad es demasiado cruel.1
Como se ve, la publicación no está preocupada por la situación de la clase obrera en Argentina: la inflación del 120%, la precarización, la pobreza del 40%… Los ataques reales ejecutados por el peronismo y JxC contra los trabajadores de este país durante más de una década no son relevantes para estos jacobinos del siglo XXI, sino realidades que no ameritan la difusión internacional. De hecho, al gobierno hambreador se lo caracteriza como el «movimiento sindical y popular más fuerte del continente».
Asimismo, al «voto bronca» (no tanto los de Milei, sino a las más de 11 millones de abstenciones y los 1,5 millones de votos en blanco, que conforman la primera minoría de estas elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias) no se le da importancia. No hubo tres tercios (3/3) sino cuatro cuartos (4/4). A ese repudio que alcanzó 1/4 del electorado se lo encierra en la insignificancia de un «grano de verdad». En la misma línea en que se oculta la política antiobrera del PT que abrió el camino a Bolsonaro. Ajuste contra los trabajadores expuesto al mundo (desgraciadamente para Jacobin, afortunadamente para los trabajadores) por las masivas protestas y movilizaciones contemporáneas al Mundial de fútbol del 2014. En cambio, le asigna la ruptura de gran parte de la clase trabajadora con el PT a una «operación» que criminalizaba a la «izquierda como corrupta». Sin embargo, como señalan investigadores del Conicet:
Entre junio de 2013 y mediados de 2016 se organizó una fuerte y constante movilización social que ponía en evidencia la insatisfacción con el sistema político y, en especial, con el gobernante Partido dos Trabalhadores (PT).2
A juicio de estos «izquierdistas» de Jacobin, el hecho de que los gobiernos progresistas obliguen a los trabajadores a enfrentarlos para frenar sus ajustes no es un hecho relevante, sino marginal. Para ellos, acovachados en las ruinas circulares de Estados burgueses en descomposición, lo importante es tomar partido en la disputa entre camarillas burguesas. Y esta toma de partido es necesaria, según piensan, porque las camarillas neofascistas nos quitarán todas nuestras conquistas. Pero las cosas son distintas.
El gobierno que en Argentina, durante la década del 90, avanzó mucho sobre las conquistas laborales de la clase trabajadora, pudo hacerlo sostenido en lo que los jacobinistas llaman «movimiento sindical y popular más fuerte del continente»: el peronismo. Un historiador insospechado de gorilismo, Norberto Galasso, relata lo sucedido en esos años, el día en que las internas consagraron a Menem como candidato a la presidencia:
Empecé a escuchar los primeros cómputos de las elecciones internas y me sorprendí muchísimo. Nosotros pensábamos que el peronismo en su mayoría iba a apoyar a Cafiero, nos parecía que Menem no podía ganarle las elecciones, sin embargo, le gana las elecciones internas y se candidatea después con el lema del salariazo y la revolución productiva. Resultó después que no era Facundo Quiroga, era Rivadavia que se había disfrazado. Cosas que nos pasan a los argentinos. En realidad, yo creo que esta política que hace Menen, lo que está evidenciando, más allá de lo que sería simplificar y decir que era un traidor (lo cual interesa muy poco porque traidores por desgracia aparecen en todas las épocas), creo que el fenómeno es más complejo. Un traidor, aunque se haga presidente, todo el resto de su partido lo voltea inmediatamente, si el partido tiene claro lo que debe hacer. […] Copado por ese empresariado transnacionalizado, Menem implanta a rajatabla el neoliberalismo, la economía de mercado. Es un hombre del peronismo que –al traicionar él y la mayor parte de la dirigencia peronista– destruye la obra de Perón.3
No es raro, sino muy común, que los intelectuales peronistas ignoren, por un lado, lo que piensan los trabajadores peronistas y, por otro, lo que traman los dirigentes peronistas. Su función como intelectuales orgánicos de esta fuerza política no es describir e interpretar lo que sucede, sino crear relatos, fantasías, «mística». De este modo, no sorprende que mientras Galasso daba charlas sobre lo que «es» el peronismo, el peronismo fuera realmente otra cosa. Sin embargo, al tratar de explicar lo sucedido, observa algo crucial: no hubo traición al peronismo porque «un traidor, aunque se haga presidente, todo el resto de su partido lo voltea inmediatamente». Galasso señala que si «todo el resto del partido» no volteó a Menem «inmediatamente» es porque estaba decidido a acompañarlo: el partido tenía claro lo que debía hacer, por eso llevó adelante la reestructuración capitalista que la burguesía exigía para Argentina. Galasso también nos está diciendo que se puede gobernar contra el pueblo pero no contra la estructura institucional burguesa (de la que el peronismo es su pilar indispensable, estatal y paraestatal).
Los peronistas se han mentido durante años a sí mismos sobre la génesis de los 90. Como en la campaña de su ex líder, se convencían de que «Menem lo hizo»… solo, sin colaboradores. Pero esta soledad superpoderosa es tan irreal como la posibilidad de que Javier Milei ejecute medidas solo, sin colaboradores. Para llevar adelante Rodrigazo eterno (que es el plan de gobierno de 3/4 del electorado) es necesaria la presencia y el concurso de la estructura institucional del Estado burgués. El sector restante del electorado, ese 1/4 hecho compuesto de abstención y voto en blanco, los ha rechazado de plano. A todos.
Mientras los progresistas siguen juntando votos para el ajuste, los burgueses van conformando el plan de gobierno común que se preparan para seguir asestando sobre los trabajadores. Ramiro Marra, ex candidato a senador por la fuerza de Roberto Lavagna (el ministro de Néstor Kirchner) y actual candidato a Jefe de Gobierno por la fuerza de Milei, tranquiliza a la burguesía prebendaria sobre los alcances reales de la amenaza «neofascista»:
«No sé si vamos a llegar a hacerlo en el primer mandato de gobierno o si lo vamos a hacer en otro gobierno», declaró Marra por televisión. Ergo, la idea de dolarizar, que auspician Carlos Rodríguez y Emilio Ocampo en el equipo de Milei, no sería tan inminente. […] «De hecho, la propia plataforma electoral de La Libertad Avanza plantea un plan a 35 años, en tres etapas sucesivas. Es decir, recién se terminaría de cumplir hacia el año 2059, después de nueve períodos presidenciales. La liquidación del Banco Central, como parte de las medidas para dolarizar, figura en la segunda etapa de reformas».
A Marra le hace eco el peronismo a la hora de tranquilizar burgueses. El viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, el segundo del candidato a presidente por el peronismo, declaró a Ámbito Financiero:
Prevén un superávit «robusto» para el año que viene y aseguró que lo más difícil no será alcanzar ese objetivo sino «mantenerlo en el tiempo». Fuentes oficiales adelantaron a Ámbito que, de forma complementaria, se enviará al parlamento una «separata» para debatir el gasto tributario. Además, Rubinstein aseguró que existe la idea de «relajar las restricciones cambiarias» con los u$s 45.000 millones extra que ingresarán.4
Dolarización postergada, superávit robusto, relajación del control cambiario: el «movimiento sindical y popular más fuerte del continente» y el «neofascismo» se miran, se presienten, se desean… Como si la burguesía recordara vívidamente lo que el menemismo le enseñó: para pasar de la amenaza de ajuste inminente al ajuste sostenido en el largo plaza, se requiere la participación del «movimiento sindical y popular más fuerte del continente».
Con Cristina Fernández interpretando el rol de prófuga que evita que la encuentren, la «casta» ya se acerca a Milei y éste puede dejarlos hacer. Cristina, al parafrasear con el cuerpo a Casildo Herrera (aquel secretario general de la CGT que, ante el golpe, se sinceró: «Yo me borré»), allana el entendimiento del «subsuelo de la patria» con Milei. El primer beso fue en la cita de las PASO, en la que los intendentes le brindaron no pocos favores al «Peluca». Ahora vendrán los abrazos del «poder territorial» (intendentes y gobernadores) y, más tarde, la consumación del noviazgo con los líderes peronistas de los movimientos sociales y la CGT.
Los progresistas se encuentran tan desorientados como Galasso en el 89 (aterrado por la pirotecnia discursiva del «lápiz rojo» de Angeloz): hablan de lo que no sucede y militan para la única posibilidad de que suceda. Galasso omite decir que él y los que piensan como él llevaron al gobierno al neoliberalismo en los 90.
Pero, sobre todo, trabajan para quitar el foco al episodio mas importante de las elecciones del 13 de agosto: los 13 millones de abstenciones y votos en blanco. El rechazo rotundo al actual estado de cosas. El verdadero rechazo. El sector que se encuentra mejor preparado para enfrentar lo que viene, porque carece de ilusiones en los políticos necesarios para proseguir el ajuste de las tres opciones burguesas. Porque anticipa su rechazo a los tres desarrollos probables: el abrazo de la «casta» con Milei, la continuidad del ajuste actual como alternativa al «neofascismo» o, con muchas menos expectativas hoy, un gobierno de JxC, ahora que a Bullrich la hacen parecer moderada y republicana.
En todos los casos, Milei funciona como justificación de un retorno la causa de nuestros pesares económicos y sociales: la dirigencia burguesa tradicional y su democracia sin resultados favorables para la clase trabajadora. A los tres candidatos les preocupa el cuarto protagonista del 13 de agosto, el alien implacable escondido en un rincón de la nave, el vaporoso fantasma de un olla a presión: la bronca contra todos. Por eso se hacen guiños, por eso se acercan. Saben que el problema es un odio de clase que busca algún cauce.
Trabajemos para que ese cauce no devuelva este torrente que crece a las acequias de la burguesía argentina y las conduzca a sus salobres estancamientos.
NOTAS:
1 https://jacobinlat.com/2023/08/21/javier-milei-es-una-amenaza-neofascista/
2 https://ri.conicet.gov.ar/bitstream/handle/11336/147718/CONICET_Digital_Nro.4ba92cac-46c1-4490-aaa0-c6312ec6aaa5_A.pdf?sequence=2&isAllowed=y
3 Galasso, Norberto. De Perón a Kirchner. Apuntes para una historia del peronismo. Editorial Punto de Encuentro, 2011. Buenos Aires.
4 https://www.ambito.com/economia/presupuesto-2024-sergio-massa-planifica-un-superavit-fiscal-robusto-n5808629