Los dirigentes anticipan…
Es muy conocida la afirmación que dice que dirigir es prever. Esto significa que quien se propone como dirección se propone como articulador de una praxis, un entendimiento y una acción. En primer lugar, dirigir es anticipar (en alguna medida) el curso de las cosas. Inteligir el movimiento del presente que va a configurar el futuro. En otro sentido, dirigir es convencer, explicar, sumar voluntades. Pero, sobre todo, sumar entendimientos a esa previsión de lo que va a suceder.
Por eso un dirigente no es alguien que dice únicamente lo que está pasando, sino también hacia dónde se desarrolla y en dónde tenemos que cruzar ese desarrollo con nuestra acción. Dirigir es interpretar, o sea, valorar la importancia creciente o decreciente de los factores, de los elementos que constituyen el presente.
No todo el mundo piensa así. Hay quien cree que dirigir no incluye explicar y convencer, sino –siempre y en todo momento– actuar. Simplificar lo complejo y accionar. También hay quien supone que dirigir es hacer literatura, crear relatos sobre el futuro que, aunque nunca lleguen a hacerse realidad, no mellan a la dirección porque su tarea es narrar futuros convincentes, verosímiles aunque no sean verídicos.
Pero también –y esto es lo que nos interesa– existe otra la posibilidad dirigencial: la de contribuir a la derrota de intereses que explícitamente se anuncian como los que hay que defender.
…y preparan las luchas
Desde hace al menos 30 años, el fútbol argentino, el espectáculo deportivo el que llamamos fútbol argentino, se encuentra en una deriva decadente y sus crisis periódicas son emparchadas con exenciones y ayuda en el Estado, es decir, de toda la población. Realizando un saqueo (envidiable para cualquier empresario) del patrimonio de los socios y simpatizantes. Vale recordar la colecta de Santi Maratea para Independiente, los aportes de hinchas cuervos para el Nuevo Gasómetro, las decenas de miles de socios adherentes de Boca que pagan para recibir nada y el sinnúmero de tramoyas y triquiñuelas que la burguesía encaramada en las comisiones directivas crea, disfrutando de una discrecionalidad que no poseen ni siquiera en sus propias empresas.
Por otro lado, las tribunas se han transformado en el organizador territorial del narcotráfico y la delincuencia en gran parte del territorio nacional. Con una cantidad creciente de muertos y heridos, en un territorio indistinguible de cuál corresponde al fútbol y cuál a la delincuencia común. Crímenes que, en inmensa proporción, son ajenos a la pasión por los colores, pues ocurren entre hinchas del mismo club. Se trata de la supremacía y el control de estos negocios.
Ante todos estos problemas, gran parte del mundo del fútbol ha pasado 30 años agitando y preparándose para luchar contra la privatización de los clubes, que sería impulsada y llevada adelante por los gobiernos «neoliberales». Hemos señalado reiteradas veces que durante los dos mandatos «neoliberales» del peronismo y el mandato «neoliberal» de Macri no faltaron ejemplos de decisión y poder político. Privatizaciones, endeudamiento, cambios en la Corte Suprema, indultos… demostraron claramente que no eran gobiernos dubitativos ni incapaces. Sin embargo, en la mitología burguesa que domina el fútbol argentino, esa era una intención latente e impedida por la oposición de los clubes, los socios y los hinchas. Se presentaba como el gran problema del fútbol argentino. Inclusive ante la elección en Boca del domingo pasado se planteaba eso y hasta se sentía como real, como si realmente estuviera en juego el carácter jurídico del club.
Liberales estatalistas, como siempre
El gobierno libertario de Milei se encuentra hoy ante la expresión material y concreta de lo que el principal ideólogo del pensamiento del presidente había descubierto y resuelto 30 años atrás: el libertarianismo es imposible. Murray Rothbard, al llegar a esta conclusión, produjo un giro en su pensamiento que consistió, básicamente, en retener lo importante de sus ideas liberales, la aplicación a la economía, y tirar por la borda el resto. Algo que suele llamarse una política «fusionista» de las derechas. En este caso consistió en un pasaje desde el coqueteo con la contracultura individualista de los 60 hacia una mixtura de laissez faire económico con un Estado conservador e intervencionista. Aunque Milei repita como si fuera un conjuro el dogma que le brindó Benegas Lynch (h), no es más que un conservador estatalista. Rothbard, más importante que Benegas, cambió de esta manera su modo de pensar:
Como lo explicitará Rothbard en su Manifiesto: «No hay incoherencia alguna en ser izquierdista en algunas cuestiones, y derechista en otras», algo que el humorista y militante libertario Penn Jillette sintetizó con la frase: «por izquierda en el sexo y por derecha en el dinero» […] Hacia fines de la década de 1980, en los últimos años del gobierno de Reagan, el movimiento libertario opera otro viraje de posicionamiento en el cual la figura emblemática de Rothbard funciona como la piedra de toque que permite observar el nacimiento del paleolibertarismo, es decir, resignificar la causa libertaria desde una inserción derechista dura. […]
Este giro reaccionario de la visión libertaria durante la década de 1990 implicará el despliegue de una estrategia populista de derecha que la pluma rothbardiana detallará en su dimensión táctica, funcionando con deslumbrante anticipación de la campaña de Donald Trump de 2016. […] Legalización del consumo recreativo de drogas, prostitución, pornografía, juegos, etc., que el propio Rothbard postuló en la década del setenta como eje del programa libertario, quedarán descentralizados en manos de cada Estado y localidad y no será una política fundamental en esta etapa moralmente conservadora.i
Se trata, como hemos visto aquí, de construir una alianza heterogénea de expresiones de derecha, agrupadas alrededor de la liberación de la dinámica del mercado. Y en constante tensión con los otros elementos sociales, culturales, religiosos.
El DNU del 10 de diciembre es parte de la visión rothbardiana de la vida, del paliolibertarianismo que, para salvar al mercado de las garras de la intervención estatal, interviene en todas partes. Y en ese alocado intervencionismo estatalista se interviene hasta lo que no se puede intervenir. El tema del fútbol es ejemplar al respecto: se trata de una cuestión privada de la sociedad civil autoorganizada y poco regulada por el Estado. Así lo resume el especialista Gustavo Abreu:
La máxima autoridad mundial del fútbol siempre ha permitido que en cada país la competición deportiva se organice legalmente del modo en que el legislador autóctono considere más conveniente. Así se pueden encontrar casos donde el Estado interviene fuertemente en la vida institucional de las federaciones, como Francia y España, y otros, como el de Estados Unidos o el argentino, donde la Ley del Deporte no establece ningún tipo de control para aquellas federaciones que organicen deportes profesionales.ii
Es el paraíso de los libertarios. Y esa es la razón por la que los burgueses adoran el formato actual y repudian la privatización (que debe leerse como inversiones con auditorías controladoras). Pero incluso hasta allí, hasta donde no es posible el intervencionismo estatal, los rothbardianos aspiran a meterse.
Una payasada al descubierto
También es importante lo que sucede en la vereda de enfrente. Porque si dirigir es prever, entonces era esperable que, luego de tres décadas bajo amenaza de ataque, llegado por fin un hecho concreto de la pretendida intromisión real del Estado en la autonomía de los clubes (incorporar como posible la figura de las sociedades anónimas), una gran movilización de centenares de miles de socios se produjera para defender a cada club de sus amores.
Se esperaba que saliera a la calle gran parte de los 45 mil votantes de Román Riquelme del domingo pasado contra las privatizaciones, gran parte de los más de 100 mil hinchas de San Lorenzo que se congregaban para poner plata por el nuevo estadio y reclamaron el gobierno la colaboración en el proyecto, sumados a cantidades proporcionalmente similares de los 3000 clubes que, directa o indirectamente, participan del negocio del espectáculo del fútbol profesional en Argentina. Se esperaba que fueran los primeros en tomar las calles para protestar, mucho antes que se produjera repudio espontáneo propio de una porción de la población que no tiene dirigentes y que salió con cánticos y cacerolas a rechazar medidas anunciadas que la perjudican.
Sin embargo, a pesar de 30 años de preparativos y admoniciones, a pesar de 30 años velando las armas en la inminencia profética de un apocalipsis deportivo, nada de eso ocurrió.
Y no ocurrió, precisamente, porque dirigir es prever. Prever, por ejemplo, los combates venideros para librarlos mejor. Pero ojo: también se prevén los combates que podrían lesionar los propios intereses, la astucia de un dirigente sabe recurrir al ilusionismo y la prestidigitación, y se puede distraer la mirada atenta hacia a otros problemas. Las burocracias (no sólo las deportivas), esos grupos que se encaraman en la estructura de organizaciones que les son ajenas y se aprovechan de ellas, suelen practicar la ideología de «Pedro y el lobo» porque es estructuralmente consistente con su situación. Dicho de otra manera: si las burocracias avanzan mucho en su tarea, quizá triunfan y se vuelven prescindibles para sus representados; si retroceden mucho, la derrota puede ser total y extinguirlas junto con todo lo demás.
Las burocracias gestionan problemas. Por lo tanto, la duración en la gestión depende de la duración de lo irresuelto. Los dirigentes deportivos burgueses han elegido las sociedades anónimas deportivas como la manera de eternizar el resto de las lacras del espectáculo deportivo y mantenerse en el lugar, supuestamente necesario, de ser los que comandan esa batalla. Muy bien: llegó el día de la batalla y ni los generales ni los lugartenientes se han presentado al servicio activo. Han actuado en espejo con su hermana mayor y gran proveedora de cuadros dirigenciales, desde Valentín Suárez y Paulino Niembro hasta Hugo Moyano y Luis Barrionuevo: la burocracia sindical peronista. Anuncian peligros que se avecinan, señalan al horizonte con la voz temblorosa, pero cuando es necesario enfrentar peligros reales se recluyen para analizar, pedir informes, convocar al comité central confederal, enfriar y negociar, negociar y dilatar, dilatar y entumecer.
Ante la incendiaria llegada del infierno tan temido, no hubo ni siquiera un comunicado. Los portales señalan con claridad dos cosas. La primera es que no ha habido comunicado ni agitación pública pero ha habido trascendidos, dichos en confianza:
Sin embargo, según pudo saber este portal, en AFA entienden que no se le está prohibiendo o discriminando a las instituciones en caso de llegar a ese punto. Al igual que sucedería en un club, donde 2/3 de sus socios deberían votar a favor del cambio de Asociación Civil a Sociedad Anónima para que se concrete, en la Asociación del Fútbol Argentino debería pasar con los asambleístas en las diferentes Asambleas donde se reforma el estatuto. Dato no menor es que FIFA condena cualquier intervención gubernamental sobre las Asociaciones Miembro y en caso que el actual Gobierno quisiera sobrepasar el reglamento o estatuto de AFA, podría derivar en una intervención y las sanciones que eso conlleva.iii
La segunda es que los dirigentes siempre supieron que el fantasma de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) era más inofensivo que Sir Simón de Canterville:
Y justamente desde la Asociación del Fútbol Argentino le confiaron a Olé que, más allá del anuncio, hay un paso clave para que se les dé lugar a las SAD: «Esto tendría que pasar por la Asamblea de AFA para cambiar el estatuto. ¿Y vos te creés que que eso puede ser aprobado en esta AFA?»iv
Esta condición, que no se pueden crear SAD ni desde los clubes ni desde el Estado, es un dato conocido desde siempre. No se mencionaba porque disipar ese problema hubiera abierto la agenda de debate hacia otros temas prioritarios. Y la burocracia deportiva burguesa vive de usufructuar la preocupación, no de resolverla.
Si ese no es problema, entonces ¿cuál es?
En el mundo militar existe el concepto «hipótesis de conflicto». Las fronteras y el territorio de un país son muy amplios, el mundo está poblado de países independientes y bloques geopolíticos y militares, cada país posee y necesita recursos o influencia, y la defensa de un país exige formular hipótesis acerca de qué y de quiénes hay que defenderse, desde dónde vendrá el ataque, de qué tipo será y cuál fuerza lo llevará a cabo. Luego, si la hipótesis es correcta y la conducción es adecuada, habrá una respuesta en las mejores condiciones posibles. Llevar las fábricas detrás de los Urales, como hizo la Unión Soviética frente a la amenaza (y, luego, concreción) de la invasión nazi, hubiera sido una catástrofe si la invasión hubiera sido británica y hubiese avanzado desde la India.
Simón Kuper, en su libro Fútbol contra el enemigo, subtitulado: «Un fascinante viaje alrededor del mundo en busca de los vínculos secretos entre el fútbol, el poder y la cultura», nos da una pista que no podemos desdeñar:
–Alguien como tú no debe de tener problemas para conseguir todo lo que se propone –aventuré. –¡Correcto!
Los futuros gobernantes de las antiguas repúblicas soviéticas serán los hijos de la vieja nomenklatura, personas como Román, con contactos e idiomas. El padre de Román era 1 de los 7 asesores del presidente Kravchuk.
–En esta parte del mundo –empezó a explicarme– hay mucha tradición mafiosa (aunque no había, en la antigua Unión Soviética, una gran mafia que lo controlase todo, sino miles de pequeñas mafias). Cuando el Partido se ocupaba de todo, la mafia obtenía dinero de la fabricación ilegal de productos legales. La mafia de Odessa, por ejemplo, compraba algodón en Turquía y fabricaba pantalones vaqueros en fábricas del Estado, pagando horas extras a los trabajadores. Los primeros mafiosos –según me dijo– eran deportistas, porque toda actividad mafiosa empieza con la extorsión a los comerciantes (se les exige dinero a cambio de protección) para lo cual necesitas tipos fuertes, habitualmente deportistas. Ese comentario arrojó cierta luz sobre los tipos con la cabeza rapada que me habían recibido en la entrada del estadio. Luego Román pasó a relatar la historia del club. En la época soviética, el Dínamo estaba controlado por el Ministerio del interior, pero Lobanovski, al que se consideraba presidente además entrenador, se había esforzado en liberarlo de ese yugo, quería profesionalizar el club como sucede en Occidente, que se financia exclusivamente con el dinero de los patrocinadores. […]
–Decidieron convertirlo en un equipo rico –dijo Román–, lo que me parece una buena idea. En la sociedad comunista eso podía hacerse de forma legal, pero cumplir con las formalidades llevaba mucho más tiempo y era caro. Por eso decidieron hacerlo de otra forma. […]
El primer paso que dio el Dínamo fue legal: constituir empresas de participación conjunta durante un tiempo determinado en las que el club ponía parte del capital y una empresa occidental el resto. Como en teoría el Dínamo era un club deportivo, los beneficios estaban libres de impuestos. Así fue como acabaron amasando un capital astronómico. La principal de esas empresas Dinamo-Atlantic obtuvo unos beneficios entre 1,5 y 2,5 millones de dólares al mes, una cifra nada desdeñable para una de las peores economías de Europa. […]
Entonces fue cuando el comunismo se desplomó. –El Dínamo de Kiev era conocido en el mundo futbolístico, pero ahora lo es también en el de los negocios. Los empresarios occidentales saben que el Dínamo es perfecto para hacer negocios en Ucrania porque te ofrece muchos contactos. Considera, por ejemplo, el caso de Zgurski, ex alcalde de Kiev. Zgurski, jefe de la comisión encargada de alquilar locales industriales, que tiene una gran demanda, cobra mucho dinero (pagado además en dólares) por favorecer a empresarios que poseen referencias del Dínamo. Y el Dínamo también le paga por ello.v
El negocio del fútbol ha crecido desde sus orígenes, a finales del siglo XIX, ha realizado mestizajes e hibridaciones, ha incluido asociaciones civiles, ha utilizado trabajo no pagado, ha institucionalizado los fichajes de los jugadores como una propiedad mercantiliza y, finalmente, ha resuelto los problemas de la gestión mediante asociaciones civiles echando mano a dos recursos: la liquidación o la venta.
A medida que los clubes fueron transformándose en grandes instituciones complejas, el negocio del fútbol también ha generado una burocracia administrativa que proviene de la gestión de las grandes empresas, de los burgueses de las pequeñas y de las burocracias sindicales. Lo sucedido en las ex repúblicas soviéticas, no sólo con los clubes sino también con las empresas, nos explica mejor qué es lo que está sucediendo desde hace 30 años con la bandera inútil –como se demuestra hoy en día, pero constantemente agitada– de las sociedades anónimas.
La burocracia burguesa de los clubes del fútbol profesional no desconoce que la dinámica del negocio conduce a la introducción creciente de empresas privadas en la actividad, como viene sucediendo desde hace 100 años. Pero la bandera (que muchísimos hinchas sostienen) contra las Sociedades Anónimas Deportivas, que como vimos no pueden introducirse sino por la voluntad de los propios clubes y de manera mayoritaria ya que el Estatuto exige 2/3 de la asamblea, tiene otro sentido.
Los hijos de las nomenclaturas burocráticas, tal como narra Kuper, se consideran destinados a la apropiación de lo que administran, porque dentro del capitalismo la mercantilización y la expropiación creciente de los recursos sociales es insidiosamente inevitable. En cambio, la burocracia burguesa de los clubes, la que los dirige hoy y no logra solucionar los graves problemas existentes en el deporte profesional argentino, encabeza un movimiento mediante el cual los socios trabajan para la herencia de esa burocracia. Del mismo modo, la burguesía peronista no quiere la privatización de Aguas Argentinas sino ser los proveedores privados de una empresa estatal, porque de esa manera siempre va a funcionar sin quiebra. Malena Galmarini fue la socia que vela por el bien común: el bien común de Mauricio Filiberti, proveedor monopólico del cloro en Argentina (el monopolio privado «bueno», no como los otros monopolios, que son «malos»), cercano a José Luis Lingieri, el sempiterno secretario general del sindicato de las obras sanitarias.
El bien común de la burocracia burguesa de los clubes es este bien común a las tres patas del negocio capitalista: una estatal, una de la sociedad civil y una que la levanta en pala y reparte.vi
Los 30 años de agitación de la bandera de la oposición a las Sociedades Anónimas Deportivas tenían por único objeto fortalecer la posición de la burocracia burguesa en las organizaciones el deporte profesional. Para el funcionamiento del capitalismo hoy no es necesario que todo sea privado. De hecho, hoy es imposible y contraproducente. Por eso los libertarios como Milei no se resignan a dejar de lado las palancas del Estado. Por las medidas del nuevo gobierno ordenan que el Estado se meta por todos lados.
Porque el Estado burgués no es lo común al conjunto de la población, sino el mecanismo burgués para potenciar los negocios capitalistas. De ahí que los clubes no sean hoy lo común, sino un engranaje más en la maquinaria del negocio.
Hoy la salida para los problemas del fútbol, que son graves, y la salida para los problemas del país, que son peores, no pasa por una discusión acerca del grado de participación del Estado en el funcionamiento de los negocios privados. Sino que pasa por una discusión acerca de cómo luchar contra toda forma de apropiación privada de las estructuras necesarias para proveer el bien común.
Libertarios y populistas discuten minucias mientras realizan negocios, por eso los segundos no salen a la calle para enfrentar a los primeros. Y por eso los trabajadores tenemos que salir a enfrentarlos a ambos.
NOTAS:
i Fernández, Luis Diego. (Utopía y Mercado) Pasado, presente y futuro de las ideas libertarias. Adriana Hidalgo Editora. Buenos Aires. 2023 Pág. 25-27.
ii Abreu, Gustavo Albano. El fútbol y su ordenamiento jurídico. Origen en Inglaterra e implantación en Argentina. Marcial Pons Argentina. Buenos Aires. 2012. Pág. 226
iii https://www.lt9.com.ar/81101-afa-el-club-que-decida-convertirse-en-sad-seria-desafiliado-por-estatuto
iv https://www.ole.com.ar/informacion-general/milei-sociedades-anonimas-futbol-clubes_0_Red4jfV5mn.html
v Kuper, Simón. El fútbol contra el enemigo. Contraediciones. Barcelona 2013. Pág. 100-102
vi https://negocios.com.ar/negocios/quien-es-el-rey-del-cloro-el-nuevo-socio-de-vila-y-manzano-en-edenor/