Esta semana conocimos la definición, por parte del Tribunal Federal de Segunda Instancia de Brasil, de la condena al actor Juan Darthés por «estupro» (violación)1. Thelma Fardín (denunciante y quien padeció esa forma de violencia machista a sus 16 años) tras conocer el veredicto, declaró: «Siento alivio, había perdido la esperanza y la fe en la Justicia»2.
Al mismo tiempo transcurre el juicio contra el peronista (ex-senador nacional y tres veces gobernador de Tucumán) José Alperovich, procesado por haber violado en reiteradas oportunidades a su sobrina, quien trabajaba como su secretaria3.
Con menos eco mediático, el lunes se conoció que la Fiscalía que interviene en la denuncia contra Fernando Espinoza, por abuso sexual de quien trabajaba como su secretaria privada, consideró que los dichos de la víctima y los elementos que hay en el expediente alcanzan para confirmar el procesamiento y que este pase a la etapa de juicio oral4. Espinoza, recordémoslo, es el (por cuarta vez) intendente peronista del partido de la Matanza (principal distrito de la provincia de Buenos Aires), fue diputado nacional por esta misma fuerza política y presidente del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires. Lejos del repudio o la distancia prudencial, la respuesta del gobernador peronista Axel Kicillof fue asistir a un acto en el que se mostró con Espinoza, expresando así su respaldo y apoyo político al intendente5. Asimismo, al conocerse el procesamiento de Espinoza, diputados del PRO pidieron que se votara un repudio por el caso: la peronista Cecilia Moreau rechazó el pedido calificándolo de «paparruchada»6 bajo el argumento de «ustedes también lo hacen».
La repercusión que tuvo el caso de Darthés y, en parte, el hecho de que se lo condenara con relativa celeridad tuvieron su motor principal en las agrupaciones progreperonistas, con cuyos recursos y contactos fogonearon el caso en los medios y en la Justicia desplegando una energía inexistente para los casos de Alperovich y Espinoza. Ocurre que la agenda feminista no puede ser tomada por el peronismo sin que éste la viole una y otra vez7.
Violación contada (y callada)
Por supuesto que esos tres no son casos aislados. El Observatorio Lucía Perez informó que en 2020, durante el gobierno peronista de Alberto y Cristina, el Estado argentino se comprometió ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a llevar un registro público de funcionarios denunciados por violencia patriarcal. El gobierno de «Volvimos y vamos a ser mujeres… mejores» no cumplió con el compromiso. Entonces el Observatorio realizó por su cuenta el registro y enlista, desde 2020 hasta el día de hoy, 353 denuncias por algún tipo de violencia contra las mujeres ejercida por funcionarios de los tres poderes.
Curiosamente, la última Encuesta Nacional de Victimización realizada por el INDEC fue hace 7 años (2017), durante el gobierno de «Macri, basura, vos sos la dictadura». La encuesta revela que la tasa de «no denuncia» de los delitos de «ofensa sexual» (contacto físico indeseado, violación o intento de violación) es del 87%. Y que la ofensa sexual es el delito violento menos denunciado: sólo se reporta en el 12,5% de los casos8. Teniendo en cuenta ese altísimo nivel de subregistro, de acuerdo al informe 2023 de la Unidad Fiscal Especializada contra las Mujeres (UFEM) relevamos9 que:
- Entre 2016 y 2021 se incrementaron los casos registrados de violencia sexual a nivel nacional y en la ciudad de Buenos Aires. Ello se refleja en los datos policiales (SNIC), judiciales (MPF, OVD); de las sentencias condenatorias (RNR), de las personas detenidas (SNEEP) y de los registros administrativos (Línea 144).
- El 90% de las víctimas de violencia sexual fueron mujeres.
- El 90% de las personas imputadas fueron varones.
- Las víctimas en hechos de violencia sexual denunciados a nivel nacional se triplicaron en 5 años, pasando de 13.003 en 2016 a 41.697 en 2021. El crecimiento es constante en los últimos años.
El diario La Nación informa que de 2014 a 2022 se triplicaron los casos (denunciados) por abuso sexual en Argentina. «Según los datos del Sistema Nacional de Estadísticas Criminales, el año pasado (2022) se cometieron cinco abusos cada hora». Los ataques crecen en forma constante: se pasó de 14.471 casos denunciados en 2014 a 43.243 notificados (incluyéndose 7131 violaciones) en 2022, un 200% más. A su vez, en esta nota se recaba un dato de suma importancia:
La Unidad Fiscal Especializada en Violencia de Género elaboró un documento sobre la situación de abusos sexuales en nuestro país. Y marcó que en 2020 estaban alojados en prisiones 17.327 procesados y condenados por delitos sexuales.
Casi dos tercios de los violadores no están detenidos, ya que la pena prevista para el abuso sexual con acceso carnal es de 6 a 15 años de cárcel y, en consecuencia, al menos deberían estar cumpliendo condena en ese momento quienes cometieron el delito en 2014. Ese dato establece que la mayoría no fue atrapada. Por los informes ya consignados se sabe que solo el 20 por ciento de los agresores sexuales son desconocidos, al resto la víctima puede ponerle un nombre, algo que facilita por supuesto la investigación. Sin embargo, solo una pequeña parte de los violadores llega a prisión. Muchos menos son los que cumplen condena por un abuso sexual simple, con una pena que puede oscilar entre los seis meses y los cuatro años, según establece el artículo 199 del Código Penal.10
Comprendemos cuando Thelma Fardín sostiene que había perdido la esperanza y la fe en la Justicia; porque la democracia nos otorga derechos a las mujeres, enunciados como principios universales («todo ciudadano es igual ante la ley»), conquistados –en gran parte– gracias a la lucha del movimiento feminista, adquiridos en el plano formal. Sin embargo, en la realidad, esos derechos no cumplen con su carácter universal. Porque, en el sistema capitalista y patriarcal, la clase y el sexo determinan el grado de cumplimiento de los derechos democráticos. La Justicia del Estado burgués encuentra vericuetos para favorecer a la burguesía y a los hombres (por sobre la clase obrera y las mujeres).
Eso se expresa en el acceso a los derechos. En el capitalismo nos relacionamos como personas libres, jurídicamente iguales, propietarias de mercancías (unos poseen medios de producción, otros no tenemos más que fuerza de trabajo para vender). Es así como vivimos en una sociedad formalmente igualitaria. Pero la igualdad real no es posible en una sociedad en la que la enorme mayoría de sus habitantes parte de una desigualdad estructural: ser desposeídos, por ende, obligados a hacernos explotar o morir de hambre. Y ser oprimidas (las mujeres) por pertenecer a uno de los dos sexos biológicos (sobre el que se monta el género, que nos ubica en un lugar subordinado). Todo esto se plasma en las estadísticas sobre violaciones y sobre violadores que están en libertad.
Volveremos, en un par de párrafos, sobre la articulación entre capitalismo y patriarcado, porque ahora nos interesa analizar un denominador común a todos estos casos. La violación como práctica aberrante, expresión de misoginia y violencia sexista, tiene su escuela primaria en la industria pornográfica (violación grabada en formato audiovisual) y su institución privilegiada en el sistema prostituyente (que ofrece a los hombres el derecho a violar mujeres a cambio de dinero).
Violación filmada (industria del porno)
El porno está diseñado para goce y disfrute de los hombres11. La subordinación es explícita: mientras los varones tienen un rol dominante, las mujeres son poco más que un conjunto de agujeros a penetrar. Unos violan, otras son violadas. En su recientemente publicado Misoginia neoliberal (Explotación reproductiva, prostitución y pornografía), la filósofa española Ana Pollán escribe:
…golpes, bofetones, pellizcos, asfixia, tirones de pelo, tirones de las extremidades para desplazarlas o cambiarlas de posición bruscamente, penetraciones anales, bucales y vaginales –a veces simultáneas– extremadamente agresivas, felaciones para provocarles arcadas o vómitos, derramamiento de semen sobre el cuerpo, la boca o los ojos de las mujeres, utilización de las manos para obligar a que las mujeres abran exageradamente la boca tirando de sus comisuras, violaciones justificadas como castigo legítimo, violaciones múltiples, utilización de objetos sólidos para las penetraciones antes descritas, penetraciones violentas a mujeres embarazadas o discapacitadas…, y todo ello acompañado de insultos o intimidaciones también verbales, son contenidos habituales. A este respecto, cabe apuntar que la mayoría de las prácticas descritas, contra lo que pudiera suponerse, aparecen en las categorías «convencionales» de pornografía, no en las específicamente sadomasoquistas, que incluyen violencia aún más explícita. Muchos de estos contenidos se filman con mujeres cuya autonomía y consciencia se encuentra anulada por el efecto del alcohol o las drogas, aumentando su vulnerabilidad y evidenciando que su voluntad no sólo no es tenida en cuenta, sino que se suprime llevándolas a la inconsciencia para mayor poder y control masculino.12
No decimos que mirar porno tenga como consecuencia necesaria y automática la violación de mujeres a manos de los hombres. Lo que decimos es que al capital no le importa con qué contenidos valoriza valor: le da lo mismo acumular con porno, libros de Kajsa Ekis Ekman, cursos de educación sexual integral o cualquier otra mercancía. Pero la pregunta que el marxismo, por sí solo, no puede responder es por qué el porno arrasa específicamente con una mitad de la población humana: las mujeres. Las leyes que regulan el movimiento de la sociedad moderna (radicalmente cuestionadas en El Capital) no alcanzan para comprender esta asimetría. Esta selectividad fundada en la diferencia sexual requiere explicación y pensamos que para construir esa explicación hace falta la categoría de patriarcado.
Mediante la erotización de los varones con esa gráfica violencia hacia las mujeres, el porno es una escuela de puteros y de putas: cuando los espectadores (adolescentes, por ejemplo) que intentan llevar esas escenas a la práctica son rechazados por las mujeres, buscan violar sin consecuencias a cambio de dinero. La industria del porno (que incluye plataformas del estilo OnlyFans)14 es inseparable del sistema prostituyente como engranaje que garantiza la reproducción del patriarcado.
Derecho a violar (sistema prostituyente)
En el libro de Ana Pollán que citamos arriba, la autora se interroga acerca de la demanda de prostitución:
¿qué hace que los hombres encuentren deseable el acceso sexual a una mujer por precio para obligarla a mantener una relación sexual que no desea pero que, sin embargo, a ellos les resulta más satisfactoria que relacionarse sexualmente con una igual?
Y responde:
La socialización de los hombres en el patriarcado. Los hombres son educados en la idea de que su pulsión sexual es irreprimible, que su deseo sexual es inaplazable y que debe ser satisfecho siempre y necesariamente, por lo que las mujeres deben ofrecer, por precio o gratuitamente, su inmediata disponibilidad sexual. La prostitución asegura precisamente eso: que cualquier hombre de cualquier clase, edad, origen, etnia, nacionalidad, religión, en cualquier parte del mundo y en cualquier instante pueda acceder por precio a una mujer que lo satisfaga sexualmente.15
El límite del análisis de Pollán aparece cuando señala: «Ninguna sociedad que se tenga a sí misma como libre, igualitaria y democrática puede permitirse la existencia de prostíbulos donde cualquier varón pueda demandar “sexo” (en realidad, ejercicio de violencia sexual) a cambio de dinero». Porque, precisamente, el hecho de que el putero pueda ser de cualquier clase, edad, origen, etnia, nacionalidad, religión, etc., demuestra qué tipo de libertad establece el capitalismo: la del comprador y la vendedora. Qué tipo de igualdad: la de los poseedores de mercancía que intercambian equivalentes. Qué tipo de democracia: la del que elige a voluntad según cuánto dinero tenga en su bolsillo.
Este límite del enfoque crítico que Pollán adopta vuelve a mostrarse cuando, al defender una legislación abolicionista (defensa a la que nos sumamos), establece una semejanza entre el violador y el putero (semejanza que también afirmamos) en estos términos:
Respecto al demandante de prostitución, salvo que se considere que pagar por cometer impunemente un delito deba ser un atenuante, no creo que merezca una pena menor a la que cumple un condenado por violación… En la prostitución se cometen violaciones pagadas.
[…] los demandantes de prostitución… han de cumplir pena de prisión porque, de otro modo… se aceptaría que una violación es más o menos grave en función de si su víctima se encuentra o no en un contexto de prostitución. Sería aceptar una doble moral y una doble legislación que deshumanizaría a las mujeres prostituidas y las expulsaría de la categoría de sujeto con iguales derechos a cualquier otra ciudadana.16
Eso es exactamente lo que hace la lógica de la mercancía: deshumanizar. Al capital no le importa el contenido de la mercancía que promueve la acumulación de ganancias. Por más inaceptable que nos resulte desde una perspectiva humanista, pagar por violar mujeres es considerado un atenuante en el capitalismo.
Así como la crítica marxista del capitalismo no puede explicar la subordinación generalizada de las mujeres (¿a qué necesidad del capital responde la asimetría sexual de la práctica de la violación?, ¿cuántos hombres son violados por mujeres diariamente en todo el mundo?) y por eso necesitamos la categoría de patriarcado y una teoría específica, el feminismo, así también el feminismo no puede explicar la deshumanización generalizada que fabrica la ley del valor. En otras palabras: la violación (la que no forma parte de la industria del sistema prostituyente) es penada por la democracia burguesa porque no incrementa la valorización del capital.
Para avanzar sobre esta idea tenemos que retroceder un paso.
Patriarcado (y capitalismo)
La opresión patriarcal no comenzó con el establecimiento del sistema capitalista. La subordinación jerárquica de las mujeres (la mitad de la especie humana) basada en nuestras capacidades sexuales y reproductivas, tuvo un período de formación miles de años antes de que surgiera el capitalismo17. De manera que la apropiación por parte de los hombres de la capacidad sexual y reproductiva de las mujeres era una práctica social profundamente arraigada en instituciones, capilarmente extendida en diversos lazos y cotidianamente reproducida por la costumbre cuando el capitalismo lo reconfigura bajo la lógica de acumular ganancias. El capitalismo no anula el patriarcado, lo adapta. Por eso es posible distinguir, en la abigarrada trama de la realidad cotidiana, una serie de fenómenos que no pueden explicarse por el objetivo económico de valorizar valor:
* La desigualdad en el ingreso (brecha salarial, «techo de cristal»);
* el predominio de los varones en los cargos de poder (desde el personal político y las representaciones gremiales hasta la dirección de las empresas o los clubes deportivos);
* la carga física y mental del trabajo doméstico, de las tareas de cuidado, crianza y limpieza, de la «doble jornada»;
* la violencia machista (doméstica, simbólica, psicológica, asesina, violadora…);
* el sistema prostituyente y su faz mostrada en cámara: la industria de la violación filmada (el porno);
* los estereotipos ideológicos y culturales que colocan a las mujeres en un lugar de subordinación o inferioridad con respecto a los varones;
* las limitaciones (en diverso grado según los países y el momento histórico) al reconocimiento legal de derechos reproductivos: aborto, anticoncepción, planificación familiar…
Esta serie (no exhaustiva) de fenómenos nos muestra, empíricamente, que hay una estructura social jerarquizada que se apoya en la diferencia sexual para reproducir constantemente esas desigualdades, asimetrías y subordinaciones. No se trata de un «pacto social entre machos», como pudo ser en estadios primitivos de su historia. Se trata de un sistema que opera a espaldas de sus agentes. El patriarcado ya no es un «gobierno de los padres», como pudo serlo hace miles de años, ni implica hoy que haya varones planificando sus rasgos. El patriarcado es una objetividad social que se manifiesta en esa serie de fenómenos generados de manera constante e inconsciente.
El feminismo es la teoría que explica críticamente esa serie de fenómenos de opresión, basados en la diferencia sexual, como un sistema de relaciones sociales que arroja resultados regulares. La categoría de patriarcado nombra ese sistema. Un sistema que no «brota» de la diferencia sexual, sino que clava sus banderas en esa diferencia y desde allí se construye y se reproduce, histórica, cultural e ideológicamente. Allí radica la base material del patriarcado: el cuerpo de las mujeres. (O sea, las mujeres).
Capitalismo (y patriarcado)
Ser socialistas no nos aleja del feminismo. Muy por el contrario, fortalece nuestro feminismo: nos permite entender cómo opera el patriarcado desde la lógica mercantil del capital. Pues no es posible comprender estos matices sin considerar cómo se produce y reproduce materialmente nuestra vida social.
Sabemos que las figuras jurídicas obtenidas en relación a condenar la violencia sexista se explican en buena medida por la lucha y la teoría del movimiento feminista (que tienen más de trescientos años de historia). Pero señalamos una distinción en relación a los esfuerzos jurídicos del Estado burgués por legalizar algunas prácticas en detrimento de otras: para que las fuerzas políticas burguesas desarrollen todo un artilugio teórico y legal en su defensa, esas prácticas deben generar ganancias18. Es el caso de la violación que se comete en el sistema prostituyente: prostitución, pornografía. Así vemos cómo el peronismo, el partido del orden burgués en nuestro país, prepara desde hace rato la regulación del sistema prostituyente (a través de AMMAR, de la mano de Georgina Orellano), es decir, la legalización de las violaciones que padecen las mujeres en situación de prostitución19.
Asimismo, se autoproclaman «militantes» del «porno feminista»: pudimos verlas en las comisiones de los Encuentros Nacionales de Mujeres (antes de que los destruyeran como espacio seguro y específico de mujeres), elogiando el porno «no violento», «no machista». Militantes de la violación filmada.
También la explotación reproductiva es una práctica de mercantilización de las mujeres y los bebés. Mucho escándalo se hizo por los dichos de Milei sobre «legalizar el mercado de órganos y bebés» pero absolutamente nada se dice por los hechos de compra efectiva de órganos y bebés por parte de Flor de la V o Martín Redrado, como nada se dice acerca de los proyectos presentados por el peronismo (y otras fuerzas burguesas) para regular el negocio20.
Notorio es el sesgo de la relaciones sociales de producción, diseminándose por todo el tejido social, cuando analizamos la distinción que la burguesía y el movimiento autopercibido feminista hacen con respecto a «la trata» y la «prostitución». La trata es castigable, al menos discursiva y públicamente, pues en su seno se establece cierta relación de propiedad entre personas que es típica de una etapa histórica previa al capitalismo: la esclavitud. Sin embargo, la prostitución «regulada» es absolutamente compatible con las relaciones sociales de producción del capitalismo, en el sentido de que puede promocionarse como «mujeres obreras libres de vender su fuerza de trabajo (o no)» y libres de «en qué vender» su fuerza de trabajo.
El progresismo que sostiene dicha «libre elección» espeja sus argumentos en la misma lógica de Milei: si los trabajadores tenemos derecho a morirnos de hambre, ¿por qué las mujeres no tendríamos derecho a ser violadas?
NOTAS:
1 Mariana Iglesias, «Condenaron a Juan Darthés a seis años de prisión por el abuso sexual a Thelma Fardín», nota publicada en Clarín el 10 de junio de 2024.
2 Redacción Clarín, «Thelma Fardin, tras la condena a Juan Darthés: “Siento alivio, había perdido la esperanza en la Justicia”», nota publicada el 10 de junio de 2024.
3 Tomás Martino, «Juicio a Alperovich por abuso sexual: la Fiscalía pidió que el ex gobernador sea condenado a 16 años y medio de prisión y se retiró con custodia», nota publicada en Infobae el 10 de junio de 2024. Dos días después de que publicáramos esta nota, Alperovich fue condenado a 16 años de prisión por violación y abuso sexual reiterado a su sobrina. Ni siquiera tras esta condena las principales figuras del peronismo (Cristina Fernández, Alberto Fernández, Sergio Massa, Axel Kicillof, Máximo Kirchner y un largo etcétera) hicieron declaraciones de repudio a su compañero de partido: «El peronismo hizo silencio sobre Alperovich, pero tuvo que soltarle la mano en el Senado que controlaba Cristina», nota publicada en La Nación el 18 de junio de 2024.
4 Martín Angulo, «La Fiscalía de la Cámara del Crimen pidió que se confirme el procesamiento de Espinoza por abuso sexual y vaya a juicio oral», nota publicada en Infobae el 10 de junio de 2024.
5 María José Lucesole, «Axel Kicillof se mostró con Fernando Espinoza tras el procesamiento del intendente por abuso sexual», nota publicada en La Nación el 21 de mayo de 2024.
6 Funcionarios denunciados. Registro de denuncias por violencia de género contra integrantes del Poder Ejecutivo, Poder Legislativo, Poder Judicial, de las Fuerzas de Seguridad y de la Iglesia Católicas.
7 «Si no sucede, conviene: misoginia peronista y explotación sexual», publicada el 1 de junio de 2023. «Feminismo no vota perucas», publicada el 14 de septiembre de 2023. «Milei y el mercado de niños: Tenembaum, Rothbard y el peronismo», publicada el 4 de abril de 2024. «Carta abierta a las compañeras feministas que van a votar», publicada el 18 de noviembre de 2023.
8 INDEC, Encuesta Nacional de Victimización 2017.
9 UFEM, Relevamiento de fuentes secundarias de datos sobre violencia sexual, 2023.
10 Daniel Gallo, «Se triplicaron los casos: desde 2014, 213.000 mujeres fueron víctimas de abusos sexuales en la Argentina», nota publicada en La Nacion el 21 de junio de 2023.
11 Marina Marroquí, Eso no es sexo (¡Otra educación sexual es urgente!), Barcelona, Planeta, 2023,pp. 91 y ss.
12 Ana Pollán, Misoginia neoliberal (Explotación reproductiva, prostitución y pornografía), Granada, Comares, 2024, p. 131.
14 «Only Fans: ¿qué tienen en común los narcos, el porno y el sistema prostituyente?», nota publicada el 30 de marzo de 2024. Ver también «Redes y prostitución: de posar desnuda a la “economía social”», publicada el 18 de febrero de 2023.
15 Obra citada, p. 105.
16 Obra citada, p. 106.
17 Seguimos a Gerda Lerner, La creación del patriarcado, trad. Mónica Tusell, Pamplona, Katakrak Liburuak, 2018.
18 O evitar pérdidas: en muchos países «desarrollados» el aborto legal funciona como correlato del sistema prostituyente.
19 «Somos abolicionistas porque somos feministas», nota publicada el 31 de julio de 2023.
20 Hablamos de esto en «Milei y el mercado de niños». Y en «Explotación reproductiva: deseos, mercancías y derechos».