Sobre el cansancio en los EEUU
Una serie de una de las grandes plataformas de entretenimiento, reiteradas noticias del mundo de las corporaciones en los países desarrollados, un portal sobre estadísticas deportivas y un filósofo nacido en Corea que vive en Alemania abordan un viejo tema de la clase trabajadora: el cansancio. [Leer la PARTE 1.]
Una serie sobre la competencia y el cansancio
Industry la serie británica de Mickey Down y Konrad Kay de 2020 y distribuida por BBC y la plataforma HBO puede ubicarse dentro del género de las películas y series que abordan el mundo de las finanzas en las que encontramos desde Wall Street (1987) a El lobo de Wall Street (2013) pasando por muchas otras. Estas películas solían tener como eje de su desarrollo dramático la ferocidad e inhumanidad de los banqueros, y también un fuerte hincapié en la diferencia entre lo productivo y lo financiero. Y son la contracara de las que narran los efectos de las deudas bancarias sobre los trabajadores, de las que vale destacar la maravillosa Sin nada que perder (2016).
Pero Industry le da una vuelta novedosa y tardía. Novedosa porque el eje no está en lo que el capital bancario hace con los depositantes o los deudores sino en lo que hace con los que ingresan cómo trabajadores. Industry llega, como siempre lo hace el arte, tarde a un tema instalado en sectores importantes de la sociedad. Habitualmente las películas sobre las finanzas tienen escenas que transcurren en restaurants o decorados despachos en las que hay largas conversaciones filosóficas sobre el dinero, el lucro, las ilusiones de los ahorristas etcétera. Sucede que es muy difícil sostener la tensión dramática mostrando las largas horas de trabajo alrededor de los números o exponiendo la tensión interna en infinitas reuniones bajo cuya apariencia amable se están jugando grandes cantidades de dinero y el futuro de alguno de los comensales. Industry, al menos nos deja entrever esas situaciones demandantes y demoledoras, y también, y no es menor, su causa: la competencia y la certeza de que, en la modalidad del reparto capitalista, no hay para casi nadie, sólo hay algo para muy pocos. E, inevitablemente, muchos quedarán afuera. Poco más podemos saber del mundo real a través de sus representaciones dramáticas, así que continuemos el recorrido por el cansancio iniciado en la nota anterior con los científicos y los deportistas profesionales.
Los trabajadores de los bancos más grandes del mundo
En 2012 el Wall Street Journal publicó una nota titulada “Salarios reducidos y estrés llevan a muchos oficiales de cuentas a abandonar Wall Street” en la que exponía sobre ellos: “demasiadas noches de trabajo con comida a domicilio, demasiados viajes con su esposa cancelados y demasiadas miradas de desaprobación en eventos sociales. Su remuneración —aún generosa, pero menor a la que esperaba recibir antes de la crisis financiera— ya no valía los sacrificios. El mes pasado, finalmente, decidió irse. (…) La turbulencia en Wall Street, que ha resultado en problemas de imagen para la industria, bonificaciones más bajas y menos beneficios de lujo”[i] Un año antes: “la Auditoría de Nueva York estima que uno de cada ocho trabajos de la ciudad es del sector financiero. A nivel nacional, entre diciembre de 2006 y agosto de 2011, cayó 8,1% el número de empleados de firmas de valores, bancos y aseguradoras”[ii]
Super exigencia, cansancio, stress y aumento del desempleo van siempre de la mano cuando se achica la torta y hay que repartirla entre pocos, Pero si esta era la cuestión al comenzar a salir de la crisis del 2008, veamos que pasaba cuando se encadenaban más de un lustro de crecimiento. En 2015 una nota llevaba por título «Las muertes llaman la atención sobre el agotador ritmo de Wall Street» y se explayaba:
«Cuando alguien se suicida, no es porque esté trabajando demasiado», dijo un alto ejecutivo de Wall Street. Y no hay evidencia de que la incidencia de suicidios por parte de jóvenes profesionales en Wall Street sea más alta que en cualquier otra industria. Pero Hughes murió en un momento en que la sensibilidad sobre las presiones de Wall Street sobre los jóvenes profesionales es aguda. Solo un mes antes, Sarvshreshth Gupta, un analista bancario de primer año de 22 años de Goldman Sachs en San Francisco, se suicidó después de un período de trabajo particularmente estresante. Alrededor de ese tiempo, otro analista de primer año de Goldman en el grupo de atención médica que había trabajado 72 horas seguidas fue hospitalizado después de sufrir una convulsión. (Goldman se negó a comentar sobre ninguno de los episodios). Dos años antes, Moritz Erhardt, un pasante de banca de inversión de 21 años en Bank of America Merrill Lynch, murió después de sufrir un ataque epiléptico mientras se duchaba para prepararse para regresar a la oficina después de trabajar las 72 horas anteriores sin dormir[iii]
Los ritmos de trabajo que se describen no dejan lugar a dudas si en otras ramas existe el mismo número de episodios de este tipo no es porque estos no sean graves sino porque se repetirán las presiones y las exigencias que determina estas tragedias. Al año siguiente el Wall Street Journal vuelve sobre el tema del cansancio en “Wall Street, donde las semanas de 100 horas son consideradas por algunos como una insignia de honor y temidas por otros como un aspecto anticuado del trabajo que conduce al agotamiento temprano””[iv] Por eso este año al volver sobre el tema se aclara que:
…este debate no es nuevo. En 2013, un pasante de Bank of América de 21 años murió de un ataque epiléptico después de, según informes, trabajar durante largos períodos sin dormir. Aunque el forense no encontró pruebas de que el agotamiento provocara la incautación, el incidente hizo que muchos bancos examinaran sus políticas laborales. Bank of América recomendó que los empleados subalternos se tomen al menos cuatro días libres de fin de semana al mes[v]
Si la recomendación es que se tomen 4 días al mes es porque lo habitual es mucho menos que eso. El problema es que al no haber nada en la capacidad o creatividad que pueda distinguir al trabajador, sólo queda su esfuerzo, su sacrificio, la extenuación: “Realmente no puedes sobresalir porque la mayor parte de lo que estás haciendo no requiere un pensamiento original. Entonces, la única forma en que puede distinguirse es por pura resistencia. Los glotones por el castigo son recompensados en Wall Street, especialmente en los niveles jóvenes[vi]
Finalmente hace un par de meses vuelve a aparecer una nota diciendo que los empleados más jóvenes se están quemando. En ella “un grupo de 13 analistas anónimos de primer año en Goldman Sachs hizo circular una presentación de diapositivas, meticulosamente marcada, con notas a pie de página, que describía cómo las semanas de 100 horas estaban afectando su salud mental. y salud física” el diario publica que le llegaron muchas quejas al respecto pero que “solicitaron el anonimato por temor a perder su trabajo o poner en peligro sus perspectivas de futuro” Las jornadas son extenuantes, pero quejarse trae problemas con los patrones. En Wall Street y en un supermercado chino. Con la pandemia apareció un inconveniente nuevo: “sabían que estábamos atascados trabajando hasta tarde. No pudimos hacer nada más. Así que no hubo separación entre el trabajo y el hogar» Eso era así cuando todo estaba mal y también ahora que:
el valor de las emisiones de deuda es un tercio más alto que el promedio de los últimos 10 años, las adquisiciones son más del doble y las ofertas públicas iniciales son unas 15 veces más altas, impulsadas por el aumento en compañías fantasma de cheques en blanco conocidas como SPAC, o compañías de adquisición de propósito especial. «Reconocemos que nuestra gente está muy ocupada, porque el negocio es sólido y los volúmenes están en niveles históricos», dijo Goldman Sachs en un comunicado[vii]
O sea que si las cosas van mal hay que trabajar mucho para no quedarse afuera, y si van bien hay que trabajar mucho para no quedarse afuera, también.
Del American Way of life a Confucio
Un documental premiado del 2019 nos puede servir de puente entre modos de trabajo y explotación En Estados Unidos y el extremo oriente. Se trata de American Factory que documenta las relaciones entre las “culturas del trabajo” de los chinos y los estadounidenses chocando en una fábrica de cristales para parabrisas,propiedad de un capitalista chino instalada en Ohio, territorio norteamericano. En realidad, no se trata de ninguna cultura sino de ritmo de explotación y de resistencia obrera. Fuyao, el capitalista chino, quisiera que los obreros estadounidenses trabajen al mismo ritmo que lo hacen los obreros chinos que han llegado con él a la fábrica, pero tiene claro que el problema no es cultural sino de lucha de clases. Por eso deja claro desde el principio que no tolerará una fuerza laboral sindicalizada. En un momento dado, el presidente de la empresa declara:
Si tenemos un sindicato, afectará nuestra eficiencia, perjudicando así a nuestra empresa. Nos creará una pérdida. Si entra un sindicato, me voy a cerrar». Pero los trabajadores continúan organizándose y, a medida que aumenta la presión, Fuyao trae a un consultor de relaciones laborales cuyo trabajo es disuadir a los trabajadores de votar para unirse. Los ejecutivos chinos parecen desconcertados por las quejas de los estadounidenses y concluyen que los trabajadores nacidos en Estados Unidos son vagos. (…) Detrás de escena, los ejecutivos chinos se quejan de lo que caracterizan como la falta de productividad de los estadounidenses. “Los trabajadores estadounidenses no son eficientes y la producción es baja. (…) El plan es traer gerentes chinos y emparejar a trabajadores estadounidenses con empleados chinos para ayudarlos a aprender sus nuevos trabajos. «Estamos fusionando dos culturas diferentes», anuncia un ejecutivo de Fuyao. «Los chinos y los estadounidenses». (…) Los estadounidenses no están preparados para la forma de hacer las cosas de Fuyao. Los empleados chinos están acostumbrados a trabajar seis o siete días a la semana en la planta de Fuyao en Fuqing. Por lo general, viven en un dormitorio, varias personas en un apartamento. Dejar el trabajo a tiempo para llegar a casa para la cena familiar no es parte de su rutina. (Una trabajadora china explica que solo ve a su hijo una vez al año, cuando viaja de la fábrica a su ciudad natal). La empresa intenta llevar alguna aproximación de estas normas laborales a los EE. UU. Pero los estadounidenses, muchos de ellos quienes anteriormente habían sido miembros del sindicato United Auto Workers, comienzan a quejarse de sus condiciones laborales. (…) El mundo de la tecnología, en particular, ha tomado nota de la disposición de los empleados de tecnología en China a trabajar horas duras sin quejarse. En enero de 2018, el capitalista de riesgo Michael Moritz escribió un artículo de opinión para el Financial Times.titulado «Silicon Valley haría bien en seguir el ejemplo de China». En él, critica a la industria tecnológica estadounidense por estar preocupada por las discusiones sobre la corrección política y la licencia parental, mientras que en China tales conversaciones están ausentes y «el ritmo de trabajo es furioso». Su punto básico parece ser que, si las empresas occidentales no se esfuerzan más por emular a sus contrapartes chinas, las empresas chinas se convertirán en dominantes.[viii]
No hay culturas, sino diferencias en el ritmo de trabajo que los trabajadores tolerarán, para Fuyao el problema no es que en lugar de leer a Confucio los yanquis lean la Biblia, sino la organización sindical. Pero hemos visto que distintos sectores de la clase trabajadora aún aquellos y sobre todo aquellos a los que se les presenta alguna perspectiva estadísticamente menor pero posible de obtener altos ingresos e incluso en algún momento atravesar la frontera de clase previamente deben pagar con sangre el boleto para este sorteo pero sobre todo deben hacerlo con un margen muy pequeño de éxito y una tasa altísima de fracaso completo y estrepitoso. habiendo recorrido el terrible mundo del capitalismo occidental en la tercer parte abordaremos el extremo oriente dónde los ritmos laborales son de demoledores, y la organización sindical perseguida.
Imagen principal: Mitad de camino (1961), Arkady Plastov.
NOTAS:
(Publicado originalmente en El Aromo 117, mayo de 2021)
[i] https://www.wsj.com/articles/SB10001424052970203335504578087190852006714
[ii] https://www.infobae.com/2011/10/11/1035456-wall-street-perdera-10-mil-empleos-la-crisis/
[iii] https://www.nytimes.com/2015/10/04/business/dealbook/tragedies-draw-attention-to-wall-streets-grueling-pace.html
[iv] https://www.wsj.com/articles/j-p-morgan-chase-tells-investment-bankers-to-take-weekends-off-1453384738
[v] https://www.nytimes.com/2021/03/27/business/dealbook/banker-burnout.html
[vi] https://www.nytimes.com/2015/10/04/business/dealbook/tragedies-draw-attention-to-wall-streets-grueling-pace.html
[vii] https://www.nytimes.com/2021/03/27/business/dealbook/banker-burnout.html
[viii] https://www.newyorker.com/business/currency/american-factory-a-new-film-from-the-obamas-explores-the-challenges-of-a-globalized-economy
Pingback: ¿Alguien cree que elegimos el cansancio? [PARTE 1] – Vida y Socialismo
Pingback: ¿Alguien cree que elegimos el cansancio? [PARTE 3] – Vida y Socialismo
Pingback: ¿Alguien cree que elegimos el cansancio? [PARTE 4] – Vida y Socialismo
Bueno, muy interesantes estos articulos sobre el cansancio y la explotación. Esta muy bien lo que plantean.
Muy interesantes estos articulos sobre el cansancio y la explotacion. Esta muy bien lo que plantean…